El pasado 1 de diciembre se celebraba el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Sin embargo, a pesar de todos los avances médicos obtenidos hasta ahora para poner freno a esta enfermedad, lo cierto es que las cifras de contagios anuales por el VIH en España siguen siendo más que preocupantes.
Ante este escenario, no son pocos los expertos que alertan de que el riesgo de contraer VIH por la práctica del chemsex no hace otra cosa que aumentar, sobre todo dentro del colectivo de hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres.
De hecho, los colectivos implicados en la lucha contra el VIH constatan que las cifras de transmisión del virus por vía sexual se mantienen a lo largo de los años: “en este contexto, ha aparecido el chemsex, que cada vez va a más”, advierten por ejemplo desde el Hospital Clínico de Barcelona.
Cabe recordar que la práctica del chemsex consiste en consumir cócteles de drogas para potenciar y alargar sesiones de sexo; y que hace ahora cuatro meses ya advertíamos de los riesgos de prácticar sexo y chemsex entre gays, con datos de un estudio de GeSIDA.
Más de 3.500 contagios de VIH por año
Según reconoce el Ministerio de Sanidad, uno de cada dos portadores del VIH en España es diagnosticado tardíamente, lo que supone un verdadero problema para actuar a tiempo sobre la enfermedad. Tanto es así que en la última década no se han conseguido mejorar los registros de nuevos diagnósticos.
Además, el 85% de los nuevos diagnósticos detectados en España son hombres, de los cuales la mitad son hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, con una edad media de 35 años.
“Tenemos las mejores herramientas para combatir el VIH. Podemos diagnosticarlo casi al momento. […] Pero estamos fracasando en las medidas de prevención y diagnóstico. No nos podemos permitir que haya más de 3.500 nuevos contagios cada año”, manifestaba Juan-Carlos Galán, jefe de Virología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, en declaraciones publicadas por el diario El País el 1 de diciembre.
En la siguiente tabla, elaborada a partir de esa información, se puede constatar que desde el año 2008 los nuevos diagnósticos de infección por VIH sobrepasan esos 3.500 casos y en los últimos años los 4.000, a excepción de 2017, cuando hubo un total de 3.381 casos.
Auge del chemsex
Sin embargo, a pesar de ese leve descenso de los contagios por VIH del año pasado, no se puede decir lo mismo de las prácticas de riesgo del chemsex.
Diferentes colectivos están alertando sobre “el efecto devastador del chemsex en nuevas infecciones y en la repercusión clínica de los tratados”, tal como informaba Diario Médico en un apartado de un informe con motivo del Día Mundial del Sida.
Así, el aumento de la práctica del chemsex es un hecho, y en ella participan sobre todo homosexuales que viven en grandes núcleos urbanos y que utilizan móviles para concertar sus encuentros sexuales.
“El estudio U-Sex Study, realizado hace dos años en 22 hospitales de la comunidad de Madrid, ya constató que en torno al 37% de las personas con VIH positivo consultadas reconocían haber consumido drogas (entre las que destacaban poppers, cannabis, cocaína o LSD) en entornos sexuales. Otro estudio, realizado por Madrid Positivo, elevaba ese porcentaje al 57%”, recordaba la información de Diario Médico.
La mejor prevención, erradicar el chemsex
Ante esta avalancha de riesgo derivado del chemsex, centros hospitalarios como el Clínico están desarrollando programas especiales de atención a los usuarios de esta práctica. En concreto, este centro ha desplegado un programa de seguimiento a los usuarios de chemsex para mejorar la detección precoz y la prevención.
En esa misma línea, BCN Checkpoint habla de la efectividad de la PrEP en grupos vulnerables al VIH. Se trata de una terapia con un antiretroviral que se toma antes de tener relaciones sexuales desprotegidas para evitar infecciones del virus.
Es decir, se les facilita una herramienta de protección para que sigan practicando chemsex con menos riesgos. Reconociendo que cualquier medida de protección y prevención debe ser bien recibida, ¿no sería mucho más efectivo que las campañas de prevención fueran dirigidas a erradicar esta práctica en lugar de facilitarla?
