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Cuarto Domingo de Adviento: el Papa ensalza la fe de María

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El Papa Francisco ha realizado la última oración oración mariana del Ángelus antes de la celebración de Navidad y coincidiendo con el IV Domingo de Adviento. El Pontífice ha aprovechado para reivindicar la figura de la la virgen María, que la liturgia pone de relieve. Preguntándose sobre los días previos al nacimiento del Hijo de Dios, Francisco se pregunta, «¿qué es lo que pensaba María en estos meses de espera?». A lo que el mismo Papa responde: «La respuesta viene precisamente del pasaje evangélico de hoy, el relato de la visita de María a su pariente anciana Isabel. El ángel Gabriel le había revelado que Isabel estaba esperando un hijo y que ya estaba en el sexto mes. Y así la Virgen, que acababa de concebir a Jesús por obra de Dios, había dejado Nazaret, en Galilea, con prisa para llegar a las montañas de Judea«.

«María -añade Bergoglio-, es bienaventurada porque ha creído: el encuentro con Dios es fruto de la fe. Zacarías, en cambio, que no creyó, se quedó sordo y mudo, para crecer en la fe durante el largo silencio: sin fe nos quedamos inevitablemente sordos ante la voz consoladora de Dios; y nos quedamos incapaces de pronunciar palabras de consuelo y esperanza para nuestros hermanos y hermanas».

El Papa argentino explica cómo el Evangelio de Lucas narra el encuentro entre la virgen e Isabel, que se regocijan de sus maternidades y de su fe: “Inmediatamente alabó su fe: Bienaventurada la que creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le dijo. Hay un claro contraste entre María, que tenía fe, y Zacarías, el marido de Isabel, que no había creído en la promesa del ángel y por eso permaneció mudo hasta el nacimiento de Juan”.

Creer en Dios, la puerta al misterio

En ese sentido, Francisco explica que la fe abre la puerta al hombre del encuentro del misterio con Dios, María es el modelo de creencia y de apertura absoluta a ese misterio: “María, en efecto, es bienaventurada porque ha creído: el encuentro con Dios es fruto de la fe. Zacarías, en cambio – puntualizó el Pontífice – que no creyó, se quedó sordo y mudo, para crecer en la fe durante el largo silencio: sin fe nos quedamos inevitablemente sordos ante la voz consoladora de Dios; y nos quedamos  incapaces de pronunciar palabras de consuelo y esperanza para nuestros hermanos y hermanas. La fe, a su vez, se nutre de la caridad”.

“El acontecimiento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad; además, la auténtica caridad es siempre fruto del amor de Dios”, de esta manera el Papa destaca que el primer impulso de María cuando está embarazada es levantarse para ir a ver rápidamente a Isabel. «Podría haberse quedado en casa para preparar el nacimiento de su hijo, pero se preocupa primero por los otros que por sí misma, demostrando que ya es discípula del Señor que lleva en su vientre», explica el obispo de Roma.

Finalmente, el Pontífice explica que esta escena del Evangelio «nos prepara para vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe y de la caridad», ya que “este dinamismo es obra del Espíritu Santo: el Espíritu de Amor que fecundó el vientre virginal de María y la llevó a correr al servicio de su anciana pariente. Un dinamismo lleno de alegría, como se ve en el encuentro entre las dos madres, que es todo un himno de regocijo gozoso en el Señor, que hace grandes cosas con los pequeños que confían en él”.

 

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