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Educación religiosa escolar

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El pensamiento relativista no se atrevería a contestar de forma segura y coherente a la pregunta: ¿Qué es el hombre? Sin embargo, eso deja sin rumbo a todo el sistema educativo y su finalidad. Si la educación es la capacitación de que el alumno llegue a ser aquello que está llamado a ser, y no sabemos qué está llamado a ser, ¿qué sistema educativo diseñamos? La falta de respuesta unitaria obliga a una fragmentación del saber que impide tener una visión de conjunto adecuada. Inundamos de datos y técnicas pero no capacitamos a la persona para utilizar adecuadamente esas técnicas y contenidos para el bien común y personal. Esta fragmentación del saber ha contribuido notablemente a la proliferación de crisis de identidad cultural, de valores, de tradiciones, de sentido de la existencia…

La educación religiosa y su cometido

La educación es vida y aprendizaje de vivir.

Una educación completa y honrada tiene la obligación de estimular al educando a plantearse la cuestión del sentido de la vida y a conocer la existencia de los caminos para descubrirlo. Porque este descubrimiento da carácter coherente y propiamente humano a la existencia del hombre.

La pregunta sobre el sentido de la vida es religiosa en su misma raíz. Su respuesta deberá ser fruto de la conciencia y la libre decisión de quien se educa. El cometido de la educación religiosa es ayudarle a encontrar esa respuesta.

Dado que la persona es un ser concreto con vocación de conocimiento y participación en el ámbito real, también concreto, en el que se halla inserta, no se puede soslayar la manifestación completa de la vida religiosa. Y como este tipo de vida empieza en el conocimiento y se sitúa en el mundo de los valores, ella misma debe ser objeto de valoración de tal suerte que su tratamiento educativo pueda responder a una estimación objetiva de la verdad que la sustenta.

Si el fin de la educación es «la capacidad de un sujeto de formular y realizar su proyecto personal de vida», la dimensión religiosa es esencial.

La educación religiosa lleva a entender y respetar a cada persona como criatura e hija de Dios, única e irrepetible. La verdadera formación religiosa potenciará la autonomía de las personas, pues en la Iglesia católica hay muchos caminos, y la educación religiosa fomenta la verdadera libertad de los individuos: la libertad de los hijos de Dios. Además, la formación religiosa facilita la apertura a la realidad natural y a la trascendencia y educa en el espíritu comunitario.

La religión no es algo triste… La formación religiosa da unidad y coherencia a los múltiples aspectos de la vida humana. Es el elemento expansivo de la vida humana: el mundo natural se amplía con el sobrenatural; las virtudes naturales se profundizan y afianzan con las sobrenaturales; la concepción cristiana de la vida asegura y da sentido a las grandes tendencias del hombre a la paz, al progreso, a la seguridad. La educación religiosa abre la puerta a la esperanza; la fe es un gran gozo para el cristiano.

La enseñanza de la religión busca responder a la necesidad más profunda y más radical que tiene el ser humano: el deseo de infinito, la búsqueda de la verdad y de una Verdad universal y única.

La religión tiene por objeto al «Creador mismo» y su relación de amor y salvación con el hombre a través de la historia.

La asignatura de Religión trata de entender al hombre como ser moral. Somos libres y de nuestras decisiones depende el curso de este mundo y el destino eterno.

La libertad supone la posibilidad de elegir. Pero no se puede elegir lo que no se conoce. La clase de religión potencia la libertad. Quienes deseen ser católicos lo podrán ser con conocimiento de causa, y los que se inclinen por ser ateos, lo harán también de forma más consciente y responsable.

La religión nos ayuda a comprender la cultura que hemos heredado. La fe está en la raíz de muchas de las expresiones de la cultura europea. Un joven no podrá entender la pintura, la música, la escultura, la arquitectura, la filosofía, la historia, la política, el folclore, las tradiciones, el lenguaje si no conoce en profundidad los fundamentos de la religión católica.

Y lo mismo cabría decir, en un nivel más genérico, de una comprensión mínima de las demás religiones, para poder asomarnos a esta aldea global en la que vivimos.

La asignatura de Religión responde de forma completa y coherente a las grandes preguntas, aportando razones para amar, razones para creer y razones para esperar. Ofrece una explicación ordenada y razonada de los fundamentos, contenidos y exigencias morales de la Religión Católica, y logra una comprensión de la vida religiosa adecuada a cada edad y nivel de desarrollo cultural, conociendo el valor e influencia del cristianismo en la cultura europea.

La religión es el corazón de la escuela, al propiciar que todos los conocimientos y técnicas del resto de asignaturas descansen en una verdadera persona que los pondrá al servicio del bien y la salvación de los hombres; para que en toda actividad humana prime el mandamiento del amor.

¿Una escuela sin religión?

«Se ha difundido en estos últimos meses la falacia de que una escuela verdaderamente integradora, igualitaria e intercultural, una escuela para todos, es una escuela sin diferencias. Y una escuela sin diferencias es una escuela sin religión.

»Bien sabemos que la enseñanza de la religión en las escuelas es ante todo un derecho de los propios padres. Lo religioso tiene para muchos ciudadanos una dimensión personal, representa un interés que va más allá del estrecho marco de la vida doméstica y de la conciencia individual, puesto que es un elemento esencial del conjunto de la vida, que afecta a todas sus dimensiones y se manifiesta a través de ellas, por supuesto también socialmente.

»La educación es un derecho propio de los padres, dentro de su responsabilidad irrenunciable sobre el tipo de formación que quieren para sus hijos», afirma la profesora Mª Helena Vales-Villamarín Navarro.

«La asignatura de Religión proporciona conocimientos indispensables sobre la historia de Europa y el mundo entero después de Jesucristo, no podemos prescindir de la religión que produjo una nueva civilización. ¿Cómo podremos estudiar Arte prescindiendo del motivo que inspiró toda la Edad Media, el Renacimiento, el Barroco? No podemos renunciar a la evidencia del sentido trascendente del hombre desde sus primeras manifestaciones artísticas, desde el principio de los tiempos.

»¿Cómo podremos entender a los grandes literatos, a los grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? ¿Podemos ignorar la religión al estudiar Filosofía, Moral o Derecho?

»No podemos condenar a la ignorancia a nuestros jóvenes puesto que la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana.

»La enseñanza religiosa y moral transmite conocimientos razonables y necesarios para poder comprender nuestra cultura y hace posible que la cultura no solo sea comprendida, sino también críticamente asimilada.

»Esta enseñanza es especialmente necesaria por desarrollar la capacidad trascendente y dar respuesta al sentido último de la vida. Es esencial en el desarrollo integral de todas las capacidades del alumno», sostiene Mª Helena Vales-Villamarín Navarro.

En palabras de Mª Helena Vales-Villamarín Navarro: «No podemos aceptar que la tarea educativa de humanizar al hombre sea una mera socialización».

Enseñanza religiosa y catequesis

Quizá, uno de los grandes problemas que arrastra la asignatura de Religión es el no conocer el verdadero lugar que ocupa. Con mucha facilidad se identifican las clases de religión y la catequesis. No se habla de ellas como actividades complementarias, sino como sustitutivas. Según esto, quien hace una no tiene necesidad de la otra.

«La asignatura de Religión no evalúa la fe de los alumnos, evalúa lo que el alumno va aprendiendo. Es distinta la clase de religión de la catequesis; en la catequesis sí se evalúa la fe de los catecúmenos, necesaria para ser miembro de la Iglesia y recibir los sacramentos; en la asignatura de Religión se evalúan conocimientos que ayudan al alumno a descubrir su propia identidad: su origen y su destino último, sus ansias de infinito, su capacidad de amar, su dignidad de hijo de Dios, el sentido de su vida. Ayuda al alumno a valorar la auténtica libertad que se adquiere en el camino hacia el Bien y la Verdad», afirma Mª Helena Vales-Villamarín Navarro.

Catequesis y enseñanza religiosa no se identifican; son complementarias. Hay aspectos iguales y hay otros que las diferencian. El contenido doctrinal en ambas es básicamente el mismo: los elementos fundamentales de la fe y de la moral católica.

Sin embargo, los mismos contenidos se enseñan en la escuela con la finalidad de que se aprendan junto con otros conocimientos, con los mismos medios que todas las áreas: sistemática, orgánica y científicamente expuestos, sujetos a las reglas de la recta razón, según la edad de los alumnos, y de forma que puedan ser contrastados con cualquiera otra ciencia. La enseñanza religiosa católica evalúa la adquisición de conocimientos, no la fe del alumno, como se ha dicho en párrafos anteriores. Por lo cual, es una asignatura válida también para los no creyentes.

El Estado y la educación religiosa

En una sociedad pluralista como la actual, no se impone la educación religiosa, pero tampoco puede dejar de ofertarse y de señalar los beneficios que reporta para el hombre y la sociedad. La educación cristiana tiene mucho que ofrecer al hombre actual. Pero, digámoslo también claramente, debe ser una auténtica educación cristiana, católica, en plena sintonía con lo que enseña, vive y celebra la Iglesia.

Los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema obligatorio de educación del que se excluye toda formación religiosa.

Cuando el Estado reivindica el monopolio escolar, va más allá de sus derechos y conculca la justicia.

El Estado puede ser aconfesional, el Estado, no yo, es decir, no los ciudadanos, que sí pueden ejercer la libertad religiosa, y por eso la ley ha de prever que en los Centros públicos se impartan, con seriedad y rigor intelectual, enseñanzas religiosas de acuerdo con las convicciones de los alumnos o de los padres. Eso es sencillamente hacer posible el ejercicio de un derecho ciudadano. Los alumnos han de poder escoger el estudio de la religión (porque son creyentes, o por interés cultural). Y ha de ser una materia, el hecho religioso, que pueda, con exigencia, evaluarse (no la fe del alumno, lógicamente, sino el conocimiento de esa disciplina), de la misma manera que se evalúan las demás.

El Tribunal Constitucional avaló la existencia de la asignatura de Religión y que esta sea evaluable en respuesta a un recurso que presentó el PSOE contra la LOMCE. Según el Constitucional, la asignatura de Religión es compatible con la aconfesionalidad del Estado y no supone ninguna vulneración de la Constitución.

Isabel Celaá precisó, meses atrás, a pesar de que en un principio Pedro Sánchez quería que la Religión saliera fuera del horario escolar y que dejara de ser evaluable, que la asignatura de Religión seguirá siendo «evaluable, pero el resultado de la nota no contará para la nota media» y no computará, por tanto, para pedir becas o acceder a estudios universitarios u otros trámites con el fin de que haya «libre concurrencia». No se sacará del currículum, pero dejará de «tener valor académico y contar para la nota media», en palabras de la ministra. Todo ello supone una eliminación progresiva de la asignatura de Religión, ya que «se le quita valor, se la desacredita y al final evita que la elijan», aseguró a ABC José María Guardia, presidente de APPRECE (organización que representa a los profesores de esta materia).

El presidente de CONCAPA, Pedro Caballero, explicó a ABC que el Estado «debe garantizar la oferta de la asignatura, que es de elección voluntaria, evaluable, equiparable a las demás materias y que debe impartirse dentro del horario lectivo habitual».

En nuestra opinión, es bueno que dicha asignatura se compute (que cuente la nota) con efectos académicos.

Es básico enfatizar, que el derecho a la enseñanza religiosa no depende de la confesionalidad del Estado.

Siendo el hecho religioso una manifestación cultural, entonces la formación religiosa es una exigencia imprescindible, ya que funda, potencia, desarrolla y completa la acción educadora de la escuela.

Las religiones son hechos humanos, históricos y sociales; la religión ha sido y es una posibilidad humana, muy difundida y relevante. En esa medida, ha de ocupar un lugar en la escuela, porque nada de lo humano le es ajeno.

La enseñanza religiosa en la escuela es, con toda legitimidad, una materia propia y rigurosamente escolar, equiparable a las demás asignaturas en el planteamiento de sus objetivos, en el rigor científico de sus contenidos y en el carácter formativo de sus métodos.

Es claro que la educación religiosa no puede entenderse como un añadido a las otras formaciones, como si la educación fuera el producto de un conjunto de sumandos. Hay que llegar al «concepto orgánico y sistémico de la educación», que implica introducir el elemento religioso en todo el quehacer educativo.

La reforma educativa de la ministra Isabel Celaá

Isabel Celaá, ministra de Educación del Gobierno de España, afirmó, entre otras cosas, durante su primera intervención en la comparecencia que se llevó a cabo ante la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados y en la que explicó el contenido del anteproyecto de ley que presentó, que la asignatura de Religión dejará de ser computable y no tendrá ninguna otra asignatura alternativa. Será de inscripción voluntaria para los alumnos.

Además, se implantará una asignatura obligatoria de Valores Cívicos y Éticos centrada en el tratamiento y análisis de los derechos humanos y de las virtudes cívico-democráticas, anunció la titular de Educación.

El Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española publicó una nota para mostrar su postura sobre la reforma educativa planteada por la ministra Isabel Celaá. El comunicado hace especial hincapié en la asignatura de Religión que «debe tener una consideración adecuada en el sistema educativo. Es necesaria para una educación integral de la persona, según la libre decisión de los padres, y no puede ser sustituida por una ética del Estado impuesta por los poderes públicos».

Los obispos españoles señalan en dicha nota que «las declaraciones de la ministra de Educación sobre la consideración de la educación concertada y la clase de religión, que nos han preocupado profundamente, creemos necesario recordar los derechos a la libertad religiosa y a la educación. Son derechos inalienables de la persona humana, reflejados en nuestra constitución (arts. 16 y 27) y en los tratados internacionales a los que España se ha adherido».

Los prelados apoyan, por último, el derecho de los padres a elegir el modelo educativo que desean para sus hijos y añaden que «el sistema educativo, que engloba la educación pública, concertada y privada, es un sistema consolidado en nuestro ordenamiento, que respeta la libertad de elección de los padres».

En nuestra opinión, dicha reforma educativa no tiene más objetivo que el de arrinconar a los colegios concertados, al reafirmar la ministra Celaá que la escuela concertada será «complementaria de las necesidades de escolarización», al enfatizar que «la red pública tiene que ser el referente del sistema educativo» y al intentar «acordar» un modelo educativo «igualitario» con los centros concertados de educación diferenciada, que separan físicamente a niños y niñas y contravienen, en opinión de la ministra, «los principios generales de la educación inclusiva y la coeducación»; arrinconar a los colegios concertados —decíamos—  y —de ser posible— acabar con la educación religiosa. Celaá, sin embargo, obvió el derecho constitucional de los padres a elegir la educación de sus hijos.

Según Paloma Cervilla, periodista del diario ABC (28-11-2018), «en el debate posterior a la primera intervención de la ministra, la portavoz del Partido Popular, Sandra Moneo, le recriminó que con la presentación de este anteproyecto ‘hayan enterrado la posibilidad de lograr un gran pacto de estado por la educación’.

»Sobre el texto afirmó que ‘ahonda en un recorte de las libertades educativas’ y anunció una enmienda a la totalidad, con texto alternativo, para frenar el proyecto del Gobierno.

»Moneo llegó a calificar de ‘tomadura de pelo’ el anteproyecto que se ha traído tan solo tres meses después de llegar al poder, o que demuestra su nula voluntad de diálogo».

Según la misma periodista, «la portavoz de Ciudadanos, Marta Martín, criticó duramente la falta de diálogo con el que se ha fraguado el anteproyecto de ley, afirmando que ‘han lanzado un borrador sin ni siquiera esperar a que finalizara el plazo de exposición pública para presentar demandas. Han hecho uno de los mayores ejercicios de desprecio a la comunidad educativa’.

»Martín afirmó que el anteproyecto que han presentado ‘tiene tan altísimo tinte ideológico que es una provocación. La exposición de motivos es un mitin electoral’. La diputada ha anunciado una enmienda de devolución de esta ley».

El diario el MUNDO (8-11-2018), por su parte, nos dice que «así es la ‘ley Celaá’: menos Religión y trabas a la concertada y a la educación que diferencia por sexos», a pesar de que esta última ha sido validada por el Constitucional.

Legislación

De la legislación existente sobre el tema que nos ocupa, citamos, como botón de muestra, y para no extendernos demasiado, solo la siguiente: Art. 27 de la Constitución Española de 1978; Art. 2 de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (5/7/1980) que desarrolla dicha Constitución; Preámbulo y Disposición Segunda de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), de 3 de octubre de 1990; Arts. 18 y 26.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948; Arts. 18.1 y 18.4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Asamblea General de la ONU, 16 de diciembre de 1966. Ratificado por España el 13 de abril de 1977. B.O.E. 30/4/1977). Legislación que pone en evidencia las pretensiones totalitarias del Estado en materia educativa.

A modo de conclusión

Por último, es necesario concluir que la educación religiosa escolar es un área fundamental para la formación de los niños, jóvenes y adultos. Es un elemento constitutivo de las dimensiones del ser humano y, por lo tanto, debe ser ofertada, impartida y evaluada. Las razones y finalidades para hacerlo son de tipo antropológico, social, cultural y humano. No es posible desconocerlas y tomar actitudes facilistas, si se quiere responder a la Constitución, a las leyes, etc. 

Sin su aprendizaje y enseñanza, se estaría vulnerando el derecho de las personas a tener una educación integral y se coartaría el desarrollo potencial de dimensiones tan esenciales como son la intrapersonal, la interpersonal y la trascendente. Se estaría condenando a las generaciones presentes y futuras a enfrentar un mundo sin sentido, desesperanzador y oscuro, sin ninguna herramienta efectiva.

Es importante que los padres se preocupen de la instrucción religiosa de sus hijos. Si ellos no saben o no pueden hacerlo, tienen que buscar quien supla esta obligación; ya en la escuela, ya en la catequesis de la parroquia. Pero dice el Nuevo Código de Derecho Canónico que a los padres corresponde en primer lugar la educación cristiana de sus hijos.

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • José María
    18 febrero, 2019 13:49

    Excelente artículo.

    Responder
  • Advertimos una realidad y es que la izquierda española se salta a la torera aspectos/normas avalados por el Constitucional o la Contitución sin sonrojo alguno. Les da igual todo. Les importa un «pito». Luego, claro está, tienen que rectificar. Todo lo que huela a religioso, sobre todo católico, les revuelve las tripas. He ahí su talante democrático.

    Responder
  • Un escrito bueno, claro y profundo.

    Responder

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