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El silencio de nuestra intimidad ¡Ha llegado una nueva Navidad!

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Nos planteamos la felicidad, la solidaridad, la paz, el amor al prójimo. Todos tenemos la necesidad de transmitirlo, pero esa capa de barniz que tenemos encima (egoísmos, disputas, rencores, codicias) nos lo impide. A veces, asoma el disolvente y de forma momentánea disuelve esa capa y aparece realmente la esencia pura del ser humano, que es la que nos debe distinguir de cualquier otra especie.

Somos cooperadores de un mundo casi agónico que consiente guerras sin sentido por el dominio y la codicia de unos pocos, migraciones, hambrunas… y nosotros impasibles, viendo este panorama desolador.

¿No nos damos cuenta de que estamos inoculando resentimientos, cohibiendo la afección hasta extinguirla, y esto está provocando esa agonía, a la que anteriormente me refería?

No hace mucho tiempo, leía a un escritor y periodista español que decía más o menos, vivimos en tiempos insustanciales, mediocres, donde infinidad de personas no saben que poseen un caudal de actitudes internas que pueden desarrollar.

En el silencio de nuestra intimidad, nos oiremos a nosotros mismos y debemos planificar esas ilusiones, deseos para qué con nuestras actitudes y nuestro esfuerzo se consigan. Esta es la lucha de la vida y sin la lucha no hay vida… no caigamos en el desánimo, siempre habrá algo o alguien que nos guíe.

Pues bien, yo siempre me pregunto ¿Por qué durante el año no pensamos y nos preocupamos de todo lo que nos acontece a nuestro alrededor, y observamos más a los demás?

La esclavitud moderna y la ignorancia voluntaria a las que nos sometemos, origina a diario ese desapego y despreocupación que hace que cada vez estemos más
solos en nuestro interior, y más desconfiados en nuestro exterior. Justificamos estas fechas para intentar ser más auténticos, más razonables, mejores; sin embargo, se nos olvida de inmediato y volvemos a coger el engranaje irracional y miserable, al que a diario estamos acostumbrados en nuestra sociedad.

¿En qué niveles de libertad, dignidad y respeto está gran parte de nuestra sociedad?  ¿Qué podemos esperar y hacer para que todos los días sean Navidad?

Creo que si ayudamos a los que están a nuestro lado, escuchamos a los que necesitan ser oídos, reflexionamos, y no nos dejamos guiar por las consignas materialistas y vanas que nos acribillan a diario en todos los medios de comunicación, seriamos mejores y nuestras conciencias se nos serenarían.

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