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Formar una familia implica valor, defender a la Familia, osadía

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Formar hoy una familia es un acto de valentía. Las circunstancias, el entorno, no ayudan. Una sociedad como la nuestra estimula huir del compromiso porque impulsa el “me apetece”, el “yo elijo”, en cada momento y en cada circunstancia cambiante. Y formar una familia es, ante todo, compromiso, entrega, salir de uno mismo para darse a otro, en primer lugar, y luego a otros que seguramente irán llegando. Hoy se parte para todo de compromisos limitados, efímeros, puntuales y, además, con todas las salvaguardas para la marcha atrás en el momento en que uno se cansa o, simplemente, quiere cambiar.

Un experto en relaciones familiares comentaba que fue a dar una conferencia-coloquio sobre familia a un centro educativo. Un chico de unos 16 o 17 años le dijo que él nunca se casaría, porque el amor que sentía por una chica de su misma edad que tenía a su lado era algo demasiado serio como para someterlo al matrimonio.

Daba que pensar. Sin duda aquel muchacho estaba impregnado del enamoramiento, del fuego del primer amor, una etapa en que todo es maravilloso sin que haya fraguado en un amor profundo, un apasionamiento que no es aún resultado de la voluntad de querer, de estar junto al otro en todas las circunstancias, incluidas aquéllas en que el fogonazo inicial se ha ido y uno y otra con su entrega van poniendo combustible día tras día para que el fuego del amor siga vivo, porque “quieren querer”.

Pero, vista desde otra vertiente, la afirmación del muchacho seguramente mostraba una herida vivencial: haber visto a su propia familia, quizás la de sus propios padres, en que no hay amor, rota, o en la que cada uno va a lo suyo. Muy comprensiblemente, si éste ha sido el panorama, entiende que mejor es no casarse. Le ha faltado el ejemplo.

Es una muestra de la necesidad de ejemplaridad, de mostrar la belleza de la familia, de sus posibilidades, de lo que es amor verdadero, de que no hay que echarlo todo por la borda en las primeras desavenencias o los primeros encontronazos, que para formar una familia no basta el amor momentáneo sino la solidez de mirar juntos en una misma dirección, de tener el convencimiento de que la unión es algo más que sexo y afecto más o menos transitorio.

Formar una familia es ilusionante. Ver los hijos, los nietos. Aunque a veces se ironiza, ¿cuánta admiración de fondo suscita ver una familia bien unida? O aquellos que están cumpliendo los 25, los 40, los 50, los 60 años juntos. La pareja de abuelos que andan cogidos de la mano sumando a la vez un cariño enorme y apoyándose el uno al otro porque las piernas y la cabeza empiezan a dar guerra.

Si formar una familia es un acto de valor, hablar en serio de familia es ya una osadía. A pesar de que todas las encuestas coinciden en que es la institución más querida por todos, desde los rebeldes adolescentes hasta los que se caen de viejos, muchas veces cuando se habla de familia ya no se sabe muy bien de qué se está hablando. Hablar en serio de ella, claro, porque quedarse en la espuma superficial es fácil y se hace a todas horas. Basta limitarse a la publicidad comercial en que la palabra “familia” aparece a menudo.

No han faltado ni faltan los intentos de destruir la familia. Tienen, ciertamente, la batalla perdida porque la naturaleza a largo plazo se impone a todos los artilugios de ingeniería social. Pero no nos releva de una lucha de paz y de alegría, la de defender la familia tal como es. Aquélla que responde a la dignidad de la persona humana y va dirigida a la plenitud y felicidad de las personas… con todas las dificultades que palpamos a diario.

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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • Buenos días. Soy la señora que escribió en otra entrada ayer. Y si, es un acto de valentía que vosotros, los super, no entendéis. Pues en cuanto tenéis la ocasión, mandáis a vuestros hijos a colegios opus, para conseguir que se hagan numerarios y desentenderos de ellos, eso es generosidad? hacia Monseñor Escrivá si, claro. Lo que pasa es que la pela es la pela y el opus de eso sabe mucho… Yo soy madre de cinco hijos. A todos ellos les he dado formación católica, pero no opusina. Tienen buenos trabajos ( no por ser del opus, ni hijo de..,sino porque han luchado y yo he estado ahí para apoyarlos) nadie más que su padre y yo, que para eso los hemos tenido. y usted , señor Arasa dice que la natalidad está descendiendo? para hacer lo que vosotros hacéis con los vuestros, mejor que así sea. Pero en fin…. se deja quiénes se mueven por poder y estatus y quiénes siguen la doctrina del de arriba ( que no es Escrivá)

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  • Pues yo prefiero que se extinga la especie humana antes de dejar a mis hijos en manos del opus y desentenderme de ellos. Soy una madre de cinco hijos, católica. He luchado por ellos, los he llevado a colegios religiosos, pero nunca dejaría que les lavaran el cerebro y me los arrebataran de mi lado, porque mis hijos son para mí y no para ninguna asociación. Qué clase de madre sería!!! La mayoría de los numerarios viven atemorizados, pues si desean irse se encuentran con que Dios les va a castigar ( errónea idea infundada por Escrivá). y muchos llegan incluso a enfermar y hasta suicidar, pero claro, los super no lo véis ( o no queréis verlo porque es más cómodo ( y económico) dejar a tus hijos en manos ajenas. Al fín y al cabo…la pela es la pela…!

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