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Avances en la ciencia botánica: tres misioneros naturalistas del s.XIX

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La botánica es la ciencia que se ocupa del estudio de los vegetales (incluyendo plantas, algas y hongos). Es indudable su enormeimportanciapara la medicina,la alimentación e incluso para aplicacionesindustriales (pensemos en el caucho y otras gomas de origen vegetal).
En el siglo XIX, cuando las potencias europeas se lanzaron a conocer países ignotos -y si podían a colonizarlos- la botánica experimentó un gran salto. Las asociaciones científicas y exploradoras buscaban hombres intrépidos, que viajaran en condiciones extremas a lugares lejanos, y que al mismo tiempo tuvieran interés y metodología para recolectar y describir nuevas especies.
En este siglo destacaron tres sacerdotes franceses, misioneros y científicos naturalistas, cuya aportación a la botánica fue de singular importancia. Una vez más, se demostraba la disponibilidad entusiasta de los hombres de Iglesia por colaborar con la ciencia.
Jean Pierre Armand David (1826-1900)
El padre David, nació en Espelette, cerca de Bayona, en los Pirineos franceses. Su padre era médico y magistrado, y tenía un gran amor por la naturaleza y un espíritu investigador que el jovenJean Pierre heredó. Entró en la orden de San Vicente de Paúl y fue maestro de ciencias durante diez años en el colegio Savonade la orden en Italia. Se sabe que era un buen docente y que contagiaba a sus alumnos el entusiasmo por la naturaleza y sus secretos.
Pero tenía otra pasión: conseguir ser misionero en China. Y cuando lo consiguió, una serie de eminentes colegas de ciencia en Francia le pidieron que recogiera especímenes para el Museo de Historia Natural de París. Con entusiasmo científico y religioso, el padre David llegaba a China en 1862.
Era una autoridad en geología, mineralogía, ornitología (estudio de los pájaros), zoología y botánica. Además, teníagran capacidad de adaptación y de admiración por las culturas que encontró en China. Sus buenas maneras e innato respeto por los pueblos que conocía le permitieron llegar a regiones de China donde los extranjerosno solían ser bien recibidos.
Su primera expedición sistemática fue a Mongolia en 1866, que dejó descrita con detalle en su diario, donde describía cómo cargaba con "todo lo indispensable para capturar y asegurar objetos de historia natural, todo lo necesario para la taxidermia y los especímenes de herbario, cajas de todos los tamaños, botellas vacías, etc… y no hay que decir que no he olvidado mis pertenencias eclesiásticas". Hay que tener en cuenta que por lo general el padre David viajaba solo, sin porteadores, enfrentándose a regiones totalmente desconocidas por el hombre blanco.
Su segunda gran expedición fue a Mupim, la región fronteriza con el Tíbet. La cantidad enorme de especímenes que encontró (animales y vegetales) le obligó a ser cuidadoso y metódico en su registro. Posteriormente recorrería las provincias centrales y occidentales de China. Durante décadas envió innumerables especímenes que enriquecieron el Museo de Historia Natural de París y los libros de los naturalistas.

También presentó muchos de sus hallazgos en el Congreso Internacional de Científicos Católicos de París de abril de 1888, otro acontecimientoque desmiente los bulos simplones en nuestros días sobre una falsa"hostilidad" de la Iglesia a la ciencia.

En el campo de la zoología Armand también fue una figura de primera línea. Descubrió 65 especies de pájaros nunca antes descritas, y otras 63 especies de animales salvajes. Reptiles, batracios, peces, topos e insectos llegaban a París con su remite.

Descubrió un extraño animal:un oso blanquinegro (y así lo llamó: Ursus melanoleucus), que le pareció un curioso enlace entre los osos y los felinos. Hoy, aunque quedan apenas unos 1.000 ejemplares, es un animal muy famoso: nosotros lo llamamos "oso panda" o "gran panda", y su nombre científico actual es Ailuropodamelanoleuca). Se ha convertido en símbolo de las especies en peligro.

Lleva su nombre el Elaphurus Davidianus, que los chinos describían así: "cuernos de ciervo, cuello de camello, pies de vaca y cola de asno". Este curioso animal había desaparecido en la naturaleza, sólo quedaban unos pocos especímenes en los cotos de cazadel Emperador chino, pero el padre David consiguió hacer llegar algunos a Europa. De hecho, en 1900 se extinguiría en China, perounos 300 ejemplaressobreviven hoy en zoos y jardines del mundo occidental y se han reintroducido en parques en China.

En 1870, en plena guerra franco-prusiana, el padre David estaba de nuevo en Europa recuperándose de una enfermedad. En Italia, en casa de su antiguo alumno el marqués Giacomo Doria,tuvo la oportunidad de leer el libro Sobre el origen de las especies de Charles Darwin de 1859. De vuelta a China en 1872, encontró 40 especies de faisanes endémicas de ciertas regiones. En la línea de Darwin, también el padre David escribió que probablemente el faisán común, una vez establecido en la zona, se había adaptado dando lugar a nuevas especies y géneros. Su idea evolucionista, por supuesto, no le causó ningún problema ni teológico ni eclesial.

Todo su trabajo científico lo llevó a cabo sin perder entusiasmo ni devoción porsu trabajo misionero y era considerado tan meticuloso ensus deberes eclesiásticos como en su metodología científica.
Jean Marie Delavay (1834-1895)
Este jesuita francés llegó a China como misionero en 1867, en Hui-chou, al este de Cantón. Durante años exploró las regiones cercanas y viajó hasta la lejana zona noroccidental de Yunnan. En una breve estancia en Francia en 1881, se encontró con el padre Armand David, quien vio en él no sólo a un colega misionero sino a un gran viajero y explorador. El naturalista parisino Adrien Franchet le animó a enviarle especímenes para el Museo de Historia Natural, y le explicó cómo debía hacerse.

Retrato del padre Delavay
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Delavay resultó ser una mina fecunda y meticulosa. Como el padre David, solía viajar sólo, y era metódico. Especialmente le gustaba recorrer zonas montañosas y recolectar especies alpinas que esperaba se adaptaran al clima europeo. Envió a Francia especímenes o datos de 4.000 especies (sobre todo flora alpina china) de las cuales 1.500 eran descubrimientos absolutamente novedosos. Sin embargo, podía enviar sólo unos pocos especímenes de cada una de estas especies y por eso eran muy pocas las que conseguíanarraigar en Europa.
Fue el descubridor y el primero en estudiar plantas como la Deutzia dicolor, la Deutzia purpurascens, Rhododendron ciliicalyx, Primula poissonii, y una infinidad más. Algunas plantas llevan su apellido, como la Osmanthus delvayi y la Incarvillea delavayi. Desde París, Adrien Franchet alabó el material recibido y publicó en 1889-90 el libro "Plantae Delavayanae", dando al misionero todo el crédito que merecía.
En 1888, en pleno viaje de exploración por Yunnan, el jesuita-botánico contrajo la peste bubónica. Sobrevivió, pero su salud quedó ya muy mermada. Aún hizo más exploraciones, pero en 1891 se vio obligado a volver a Francia para recuperarse. Con 59 años, volvía aún a China en 1893 y añadía otras 1.550 plantas a sus catálogos. La enfermedad acabó con este viajero incansable en 1895.
Paul Guillaume Farges (1844-1912)
El padre Farges fue otro de los misioneros franceses"reclutados" desde París por el botánico Franchet como colaboradores "sobre el terreno". Nacido en Monclar-de-Quercy, Tarn-et-Garonne, también él -como Delavay- llegó a China en 1867 (con 23 años). Aunque siempre le interesó la flora y fauna china, no empezó a estudiarla sistemáticamente hasta 1892.
Descubrió cientos de nuevas especies, algunas de las cuales mantienen su apellido:Abies fargesii, Arisaema fargesii, Bashania fargesii, Catalpa fargesii, Clematis fargesii, Decaisnea fargesii, Paris fargesii, Paulownia fargesii, Rhododendron fargesii, etc… De hecho, hay todoun "genus"de bambúes llamado Fargesiaen honor a su trabajo.

Retrato del padre Farges

Por supuesto, misioneros naturalistas y zoólogos ha habido muchos, como los españolesJosé de Acosta y Celestino Mutis en Sudamérica o el jesuita moravo Georg Joseph Kamel, que llegó a Filipinas en 1688 y abrióen Manilala primera farmacia de la historia de Filipinas, además de escribir el primer gran tratado sistemático sobre las plantas de la isla de Luzón.
Peroestos tresmisioneros franceses destacan por ser colaboradores de la ciencia enuna época en que la ciencia cobra una fuerte confianza en sí misma y podría aparecer como una amenaza para la fe, y más en la laica Francia. Nada de esto fue obstáculo para los misioneros botánicos: para ellos, dar a conocer las maravillas de la Creación era una formamás de alabar al Creador.

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