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Moral de esclavos

Opinión

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“De esclavos” fue el calificativo que Friedrich Nietzsche dio a la moral predicada por el cristianismo. Para el filósofo alemán, el cristianismo había exaltado una moral que nace de los oprimidos y débiles, condenando los valores y las cualidades de los poderosos. Con toda su promoción de la obediencia, caridad, perdón y comprensión, el cristianismo habría denigrado el poderío, la vida, la libertad del hombre, al que habría convertido en un vil “esclavo”. Como contraposición a este ideal, el pensador germano pregonaba un hombre basado en la fe en sí mismo, en el propio orgullo, en su libertad absoluta: un super-hombre.

Según Nietzsche, después de la “muerte de Dios” los hombres experimentarían lo que significa ser “hombres liberados” a los que no les está prohibido nada (cf. Henri De Lubac, El drama del humanismo ateo, Encuentro, Madrid 2008, p.42).

Esta visión de la libertad y del cristianismo esclavizador, con una obediencia infantil y absurda, parece ser lo que querían expresar los jóvenes que el pasado 10 de marzo de 2011 profanaron la capilla del campus de Somosaguas (Universidad Complutense de Madrid) que, entre otras cosas, coreaban en su manifestación sacrílega: “Me gustan las peras y las manzanas y yo me acuesto con quien me da la gana…”. Con esto querían expresar su desacuerdo por la existencia de una capilla católica en la universidad, además de reivindicar que no estaban dispuestos a estar bajo la “represión” de la Iglesia. Las chicas que estaban en el grupo de los asaltantes se negaban a ser beatas y vírgenes y preferían ser prostitutas libres. Todo esto expresado, claro está, con términos bajos y vulgares (Narración completa enlace).

Sin embargo, un pensador no-cristiano expresaba de la siguiente manera una verdad sobre la libertad que está en el trasfondo de la posición del cristianismo frente a una supuesta libertad absoluta: “La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad” (Mahatma Gandhi).

¿Por qué el cristianismo dirá “no” a tantas cosas que aparentemente han surgido para traernos un mundo más cómodo y mejor, un mundo más feliz y “libre”? ¿Por qué el “no” a los anticonceptivos, al aborto, a las uniones homosexuales, al divorcio, a la eutanasia, a la fecundación in-vitro…?

Porque para el cristianismo constituye una burla a la libertad todo aquello que, aunque realizado libremente, no esté dirigido al progreso de todo el hombre y de todo hombre.

No constituye un progreso, aunque se haga a título de libertad:

· que mientras el bajo índice de natalidad en Occidente toca cifras alarmantes, el número de abortos se dispara exponencialmente y los anticonceptivos se reparten indiscriminadamente a la población, promoviendo así la promiscuidad (cf. ACI 07.03.11).

· que las píldoras abortivas se sigan distribuyendo libremente a pesar de los efectos colaterales (cf. Zenit 13.03.11) (cf. infoCatólica 10.06.11) y de las muertes que provocan (cf. Forum Libertas 13.05.11), como mostraba un estudio en el Reino Unido, que revelaba que la PDD (Píldora del día después) aumentaba considerablemente el índice de enfermedades de transmisión sexual (cf. ACI 17.02.11).

· que se permita a un niño, a la temprana edad de 10 años, cambiar de sexo sin tener en cuenta los daños ulteriores, como afirman los expertos (cf. ForumLibertas 11.05.11).

· que las agencias de adopción católicas sean discriminadas y tengan que cerrar al verse obligadas, después de años de servicio, a dar niños en adopción a parejas homosexuales (cf. InfoCatólica 01.06.11). Todo esto, por perseguir el mayor bien el menor, y no el capricho de quienes quieren ser padres a toda costa, incluso en perjuicio de los menores (cf. Zenit-El Observador 16.01.11).

· que el tener hijos se haya convertido en un fin en sí mismo en el que no importan los métodos, con tal de satisfacer un deseo personal, como es el caso de la fecundación in-vitro, que, además de manipular la vida, materializar algo tan sagrado como la generación de un nuevo ser humano y congelar embriones humanos, hace que los niños nacidos con este tipo de procedimientos tengan una mayor tasa de problemas de salud que los niños nacidos de madres jóvenes y concebidos naturalmente (cf. Notifam 19.05.11).

· que el estado encarcele a unos padres de familia porque se niegan a que el estado adoctrine a sus hijos en materia de sexualidad (cf. Zenit 16.03.11).

· que el divorcio express y otras políticas más, lleven a que, en países como España, cada cuatro minutos se rompa un matrimonio (cf. InfoCatólica 12.11.10), cuando en realidad la familia es la piedra angular de la sociedad y el mejor instrumento para el bienestar de los individuos (cf. Zenit 22.05.11).

· que se siga hablando del aborto como un derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, cuando se trata del asesinato de un ser humano indefenso y necesitado, además de que, como revela un estudio, el aborto es el factor más preponderante para que las mujeres desarrollen cáncer de mama (cf. JPANDS 02.10.07), además del síndrome post-aborto que puede acompañarlas toda la vida (cf. ACI 13.06.11).

· que la Federación de Gays y Lesbianas reparta 250.000 condones en los actos del Orgullo Gay en España como “respuesta” al 42% de los casos de transmisión del VIH que constituyen las relaciones sexuales entre hombres (cf. La Razón 21.06.11), promoviendo con ello el incremento de la epidemia e ignorando la eficacia indiscutible, demostrada en varios países, de métodos que buscan cambios en los comportamientos sexuales, como demuestra un estudio de la Universidad de Harvard (cf. Zenit 25.02.11).

Mientras el catolicismo es tachado de intransigente, se utilizan los métodos más intolerantes (ver ejemplo en enlace), ofensivos (Zenit 09.05.11) (Forum Libertas 03.12.10) y absurdos para hacer callar su voz.

La Iglesia promueve una moral de esclavos en la medida en la que ser “libres” signifique poder hacerse daño o hacer daño a los demás, en la medida en la que ser “libre” no sea buscar el progreso de todo el hombre y de todo hombre. El cristianismo ha pasado a ser esclavo de la vida y de su dignidad y valor intrínseco en cualquier circunstancia, un esclavo del progreso humano integral, un esclavo de la sexualidad correctamente vivida, un esclavo del amor auténtico por encima del egoísmo, un esclavo del humanismo. Pero esto no es ser esclavo. Esto es ser realmente libres.

 

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