El riesgo que corremos con tantos casos de corrupción es la construcción de una imagen falsa en la que la corrupción ocupa todo el escenario público. No es así. Junto a este carrusel de casos que nos abruman e irritan, debemos recordar que en los últimos decenios la política también ha servido a la mejora de nuestra vida social, a la prosperidad y al fortalecimiento de nuestro país.
Por otra parte nuestra democracia tiene mecanismos para depurar sus patologías, disponemos de una Justicia independiente que actúa sin mirar a izquierda ni a derecha. Tendremos que mejorar esos mecanismos y, sobre todo, recuperar el verdadero ideal de la política como servicio al bien común. Pero no caer en un pesimismo autodestructivo, tan letal como carente de realismo.
Pedro García