fbpx

¿Quemado vivo? En su monasterio (Montserrat) ya no lo recuerdan

COMPARTIR EN REDES


El 21 de febrero de 1937 fue asesinado el monje de Montserrat Pere Vallmitjana. Resumiré además las historias de cuatro mártires del siglo XX en España nacidos un 20 de febrero, que quedaron ayer pendientes: dos maristas burgaleses; más un oblato de María Inmaculada y un agustino leoneses. Entre los mártires beatificados, además, cinco nacieron un 21 de febrero: el prior de los carmelitas toledanos, el vicario general de Jaén (asesinado en el Tren de la Muerte en Vallecas), el párroco de San Juan y San Vicente de Valencia, un franciscano de Almagro y un salesiano oscense.

¿Quemado vivo? En Montserrat no hacen memoria

Beato Pere Vallmitjana.
Beato Pere Vallmitjana.

Pere Vallmitjana Abarca, benedictino de Montserrat de 61 años (nació en Barcelona en 1875), fue asesinado en Cerdanyola (Barcelona) el 21 de febrero de 1937 y beatificado en 2013. Como para la mayoría de los monjes mártires de esa abadía, es casi imposible encontrar datos biográficos (a buen entendedor…). Era sacerdote, y la documentación de la Causa General precisa que «según algunos [fue] quemado vivo en un horno de cemento».

El mártir pertenecía a una familia de artistas: tuvo un hermano escultor, Agapito (1860-1915) que intervino en el monumento a Colón de Barcelona, y otro ingeniero químico, Augusto; el padre de los tres, Venancio Vallmitjana i Barbany, era escultor, con un hermano de la misma profesión y llamado también Agapito; el abuelo paterno del mártir era un tejedor llamado Felipe. El hermano químico (Augusto), tuvo un hijo pintor paisajista, August Vallmitjana i Garrido, establecido desde 1943 en Madrid y posteriormente en Buenos Aires, donde vivió su hijo el también pintor August Vallmitjana i Faja. El otro hijo del químico, Hubert, fue pintor y decorador (ambos hemanos realizaron una película en la posguerra, dice un artículo firmado por FFV). Hijo de este fue el también pintor Hubert Vallmitjana i Bàrcia.

Álvarez del Vayo el 19 de julio de 1938 en Barcelona. ¿Quién es el hombre de la derecha?
Álvarez del Vayo el 19 de julio de 1938 en Barcelona. ¿Quién es el hombre de la derecha?

Buscando documentación sobre Montserrat en la Biblioteca Digital Hispánica encuentro una colección de fotos en la que el monasterio se cita por la foto de un «acto de unidad proletaria celebrado en Montserrat el 20 de agosto de 1938 en torno al cincuentenario de la UGT». En ese acto aparece Julio Álvarez del Vayo, del ala del PSOE más propensa a plegarse a las órdenes de los comunistas estalinistas, a quien a su vez aparece ligado en estas fotografías, y en los hechos que retratan, el presidente de la Generalidad, Lluís Companys. Pero no es en esta colección de 1938 (en la que por cierto aparece un personaje del que no estoy seguro que sea Tarradellas, en la foto de del Vayo pronunciando un discurso en una cena el 19 de julio de 1938).

Companys con Álvarez del Vayo y comisarios políticos.
Companys con Álvarez del Vayo y comisarios políticos.
Discurso de Companys (ABC, 7 de julio de 1937, p. 6).
Discurso de Companys (ABC, 7 de julio de 1937, p. 6).

La foto que me llamó la atención está en una colección donde Companys y del Vayo compartieron discurso (con el general Pozas, otro moderado: aquel bajo cuya responsabilidad se fusiló a los rehenes del Tren de la Muerte) el 6 de julio de 1937 en un acto de comisarios políticos del Ejército Popular en Barcelona: cuatro meses y medio después del asesinato del mártir aquí citado, y dos después del aplastamiento de la resistencia anarquista al estalinismo en Cataluña, Companys afirmaba su solidaridad con los nuevos amos de la situación asegurando que «el Ejército y el pueblo son una misma cosa», antes de recordar que no creía en «religiones de ultratumba».

El prior de Toledo: «me alentó en aquellos momentos de peligro»
Ovidio Fernández Arenillas (padre Eusebio del Niño Jesús), de 48 años (nació en Castilfalé, León, en 1888) era el prior de los carmelitas descalzos de Toledo, donde fue asesinado el 22 de julio de 1936; fue beatificado en 2007. El convento de carmelitas descalzos de Toledo había sido elegido por los sublevados el 21 de julio a las órdenes de Moscardó como uno de sus lugares de defensa.

Al comenzar el asedio de la ciudad, al día siguiente los guardias civiles que lo ocuparon se retiraron al Alcázar, y los religiosos –una comunidad de la que ya han sido beatificados 16 como mártires- trataron de huir. Seis de ellos no llegarían vivos al anochecer: el prior; los alumnos de teología Esteban Cuevas Casquero (fray Eliseo de Jesús Crucificado), Perfecto Domínguez Monge (fray Perfecto de la Virgen del Carmen) -ambos de 22 años-, Tomás Mateos Sánchez (fray José Agustín del Santísimo Sacramento), Pedro Ramón Rodríguez Calle (fray Hermilo de San Eliseo) -ambos de 23 años- y el novicio Clemente López Yagüe (fray Clemente de los Sagrados Corazones), de 24 años.

Fernández Arenillas profesó en Segovia en 1904, ordenándose en Toledo en 1912 y marchando a Cuba en 1917, hasta su regreso a España en 1927. Confesor y director espiritual de prestigio, fue elegido prior de Toledo a fines de mayo de 1936, preocupándose de buscar casas donde pudieran refugiarse todos los religiosos en caso de necesidad. Él hizo lo propio ese 22 de julio en la casa de la familia Rodríguez Bolonio, sita en la calle del Instituto, 19. Allí una maestra refugiada le pidió confesión, contando después:

“Recuerdo que tanto en la confesión que hice con él en los momentos antes del martirio, como después de la confesión, me animó mucho a estar dispuesta a sufrir el martirio, lo que me sirvió de aliento en aquellos momentos de peligro, haciendo participantes a otros de este aliento y optimismo, estando segura de que el siervo de Dios presentía su próximo martirio”. Ese mismo día llamaron a la puerta dos milicianos, asegurando a quien abrió: “Aquí hay un cura refugiado, si no dices dónde está, te mataremos”. El padre Eusebio lo oyó desde su habitación y salió a entregarse, pidiendo que no hiciesen daño a la familia, pues eran muy buenas personas. “En ningún momento dio sensación de miedo y, cuando le prendieron demostró una serenidad no común, saliendo despacio, sin alterarse, con dominio de sí mismo”, relata un testigo. Le sacaron a empujones a la calle, caminó con los brazos en cruz y apenas a ocho o diez metros de la casa le fusilaron.

Tomás Mateos Sánchez (fray José Agustín del Santísimo Sacramento) ingresó en 1924 el Colegio teresiano de Medina del Campo y en 1927 en el noviciado de Segovia, profesando al año siguiente. En 1932 pasó a estudiar teología en Toledo, adonde volvió en 1934 tras hacer el servicio militar. Comenzó el curso 1935-36 en Salamanca pero regresó a Toledo porque se necesitaba ahí un organista. Hizo la profesión solemne el 29 de junio de 1936, y al comentarla a su familia el 5 de julio escribía: “Trabajemos un poquito para ganar el cielo. Todo lo demás pasa en celeridad espantosa”. El 21 de julio se refugió, con tres compañeros (fray Constantio , fray José María de la Virgen Dolorosa -que sobrevivirán hasta el 30 de julio- y fray Eliseo), en casa de Julio Perezagua (Alfileritos, 5). Allí estuvieron hasta la tarde del día siguiente. Una refugiada en la misma casa declaró: “La conducta que allí observaron fue ejemplar, no estaban asustados, y hablaban con tranquilidad del martirio, rezando todos los refugiados el santo rosario”. Tras ser denunciados, llegaron unos milicianos amenazando con abrir la puerta por la violencia si no salían los refugiados. Se abrió mientras los frailes trataban de evadirse. Fray José Agustín fue reconocido mientras caminaba por la calle Alfíleritos y cayó abatido por disparos de fusil.

Esteban Cuevas Casquero (fray Eliseo de Jesús Crucificado) fue criado por su tío sacerdote, Juan Casquero, párroco de Besande (León), al quedar huérfano de madre al poco de nacer. Ingresó en el colegio teresiano de Medina del Campo en 1926, y tres años más tarde en el noviciado de Segovia, profesando en 1930 para seguir estudios en Salamanca (1933-1934) y Toledo (1934-1936), donde hizo la profesión solemne y recibió la tonsura y órdenes menores. Al huir el 22 de julio, fue perseguido por los milicianos calle Alfileritos arriba, desde donde al llegar a una hornacina con una Virgen, bajó por la calle del Cristo de la Luz, refugiándose en un sótano donde había más personas. Los milicianos “se pusieron a pitar a la puerta, para que saliese el fraile, que se había escondido allí, y que de no salir, dispararían contra todos los que se encontraban dentro”, por lo que Fray Eliseo se entregó diciendo: “No disparéis, yo soy el religioso a quien buscáis”. Según un testigo, “fray Eliseo de Jesús Crucificado, empuñando en sus manos el santo Cristo, que llevaba consigo, se santiguó, sale a la calle, y allí en la pared de enfrente vi cómo era fusilado por los rojos”. El cadáver quedó abandonado en la calle día y medio, con la tapa de los sesos esparcidos por la calle.

Perfecto Domínguez Monge (fray Perfecto de la Virgen del Carmen) también era de Besande e igualmente ingresó en 1926 en el colegio de Medina del Campo, pues tenía un tío carmelita y, según decía a su madre, quería “ser orador, para hacer llorar a las mujeres de mi pueblo”. Profesó en Segovia en 1930 y estudió en Toledo, Ávila, Salamanca y de nuevo Toledo, donde hace la profesión solemne en 1935 y recibe órdenes menores a finales de junio de 1936. Por entonces escribió a su familia: “Se está preparando una muy gorda, pero yo no saldré de mi celda; aquí esperaré las turbas; yo estoy con mi Madre, la Madre del Carmelo”. Pero siguiendo las instrucciones del prior, tuvo que salir, pasando la noche del 21 de julio en casa de doña Cecilia Criado (Alfileritos, 8), con fray Hermilo y fray Clemente. Emplearon las horas en rezos, se animaban mutuamente al martirio y se confesaron con Don Antonio Gutiérrez, capellán de la Armada e hijo de doña Cecilia que se encontraba en la casa. Con los otros dos se pasó la mañana siguiente a la terraza de don José Nodal y allí lo abatieron a tiros los milicianos desde la oficina de Correos, que dominaba toda la azotea.

Pedro Ramón Rodríguez Calle (fray Hermilo de San Eliseo) quedó con nueve años huérfano de padre, y al caer mortalmente enferma poco después su madre, ingresó con sus hermanos en el Patronato de huérfanos desamparados de Valladolid, de donde pasó dos años más tarde al colegio de Medina del Campo. En 1928 marchó al noviciado de Segovia y profesó en 1929. Estudió en Ávila, Toledo y Salamanca, haciendo la profesión solemne en Toledo el 29 de junio de 1936. Murió tiroteado en la terraza de don José Nodal, con fray Perfecto. Los milicianos intentaron tirar los dos cadáveres a la calle, pero una vecina que tenía una reja al nivel de la azotea que se abría, dijo que los podían bajar por allí, y así lo hicieron. Allí los registraron y vieron que eran religiosos con su escapulario del Carmen. La dueña de la casa, Justina, asegura que en la azotea quedaron “unos tres años las manchas de sangre, que allí dejaron, a pesar de las lluvias y ventiscas: y nosotros, siempre las mirábamos con respeto, diciendo: Sangre de mártires”. Su marido insistiría: “He de consignar que la sangre de los dos religiosos, que murieron en mi azotea, no conseguimos hacerla desaparecer por muchos medios que pusimos para ello: yo considero esta circunstancia como signo o señal especial”.

Por último, Clemente López Yagüe (fray Clemente de los Sagrados Corazones), tras ser pastor de los 11 a los 17 años, trabajó en el ferrocarril y el campo antes de hacer el servicio militar, sin poder hacerse religioso por falta de dote, hasta que los carmelitas de la Fuencisla lo acogieron en 1935 en Segovia. Enviado a Toledo como novicio, ayudó en la cocina a fray José María de la Dolorosa. Su suerte varió de la de sus dos compañeros en la terraza de la familia Nodal, al toparse con un nido de avispas que les atacaron. Fray Clemente trató de pasarse al tejado de enfrente, por las varillas de hierro del toldo. Cedió una de éstas y cayó al patio encima de la cuerda que servía para abrir la puerta desde el principal. Esta se abrió y entró un miliciano que dijo sin más: “Éste es un fraile”, echándose el fusil a la cara para matarlo en el mismo patio. Los dueños de la casa rogaron que no lo matara; por lo que lo sacaron a empujones de la casa y lo mataron en la calle. El cadáver estuvo, boca abajo, con el pañuelo en la mano, dos días tirado en la acera.

El vicario de Jaén
El sacerdote Félix Pérez Portela, de 41 años y natural de Adanero (Ávila) al igual que el obispo del que era vicario (Manuel Basulto Jiménez), fue asesinado con él el 12 de agosto de 1936 en Vallecas, en la mayor matanza pública de la guerra civil, la del Tren de la Muerte. Fue beatificado en 2013 como Basulto.

Félix Yuste Cava, de 49 años y natural de Chulilla (Valencia)-donde nació en 1887-, fue enviado por el arzobispo de Valencia a estudiar al Colegio Español de Roma en 1902, volvió en 1911, con tres doctorados y ordenado sacerdote desde el año anterior. Tras pasar por diversas parroquias y dar clase en el seminario, en 1930 obtuvo el cargo de párroco de San Juan y San Vicente, considerada entonces la parroquia más importante de la diócesis. Fundó las cuatro ramas de Acción Católica en su parroquia y unas escuelas. Fue fusilado junto con su hermano Francisco -beneficiado de la misma parroquia- en la playa de El Saler (Valencia) el 14 de agosto de 1936 y beatificado en 2001.

Federico Herrera Bermejo, natural de Almagro (Ciudad Real) -la ciudad de los dominicos cuyo martirio relata la película Bajo Un Manto de Estrellas-, de 22 años, era alumno franciscano, fue asesinado el 16 de agosto de 1936 en Fuente el Fresno (Ciudad Real) y beatificado en 2007 con los demás franciscanos de Consuegra, como relato en el post del 26 de enero.

Félix Paco Escartín, de 69 años -nació en 1867 en Aldeahuesa (Huesca)-, se hizo salesiano después del servicio militar y recibió la sotana de manos del Beato Felipe Rinaldi Estudió teología en Utrera y fue ordenado sacerdote en 1899 por el Cardenal Marcelo Spínola. Trabajaba en la comunidad de las Escuelas de San Bartolomé de Málaga. Destacó -según la información de la diócesis de Málaga- en los días de su prisión por la exquisita caridad con que consolaba a todos en aquellas horas amargas. Fue fusilado en las tapias del cementerio de San Rafael de Málaga en la saca del 31 de agosto y beatificado en 2007.

Mártires nacidos un 20 de febrero que quedaron ayer pendientes
Nicolás Pereda Revuelta (hermano José Federico), marista de 20 años (nació en 1916 en Villanueva la Blanca, Burgos), fue uno de los asesinados en Montcada i Reixac el 8 de octubre de 1936, cuyo rescate se gastó en armas el honorable Tarradellas.

Su hermano en religión Euquerio Llanillo García, de 22 años y natural de Solanas de Valdelucio (Burgos), tiene entrada de este blog propia en el día de su muerte, 4 de enero.

Los dos últimos coinciden no sólo en cumpleaños -distando también dos años- y provincia, son además del mismo pueblo, pero de distinta congregación religiosa. Eleuterio Prado Villarroel, de 21 años y de Prioro (León), era oblato de María Inmaculada en Pozuelo, fue asesinado en Paracuellos el 28 de noviembre de 1936 y beatificado en 2011 (ver mapa).

Nemesio Díez Fernández, dos años mayor y también de Prioro, era alumno de teología agustino, fue asesinado en Paracuellos dos días después,el 30 de noviembre, y beatificado en 2007.

Puede suscribirse a esta lista de correo si quiere recibir en su e-mail la historia del mártir de cada día.

Puede leer la historia de los mártires en Holocausto católico (Amazon y Casa del Libro).

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.