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Un experto avala la dimensión cristiana de Tolkien y ‘El Señor de los Anillos’

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El profesor de Historia Medieval y vicedecano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad San Pablo-CEU, Alejandro Rodríguez de la Peña, avala la dimensión católica de John Ronald Reuel Tolkien, el mítico escritor inglés autor de El Señor de los Anillos y gran referente de la literatura fantástica mundial.

Según información publicada por la ya desaparecida agencia VERITASel 18 de mayo de 2005, en una entrevista realizada a Rodríguez de la Peña, coordinador de la jornada Tolkien y las brumas católicas de Inglaterra, celebrada en San Pablo-CEU, el propio Tolkien escribió a su sacerdote y le aseguró que El Señor de los Anillos era “una novela inconscientemente católica en su elaboración y conscientemente católica en su revisión final”. El entrevistado asegura también que este autor “creía que la mitología era una manera de explicar ciertas verdades trascendentales que son casi inexplicables dentro de los confines de la novela ‘realista’”.

Por su interés, reproducimos a continuación la entrevista publicada por VERITAS, en la que Rodríguez de la Peña habla a su vez de los temas que remiten a una dimensión cristiana de la generación de escritores católicos ingleses y de los puntos en común entre Tolkien y Chesterton.

– Los expertos no se ponen de acuerdo en si Tolkien quiso hacer una obra fundada en el catolicismo o en si quiso hacer una obra narrativa en la que, independientemente de su intención, se traslucen sus creencias como católico. ¿Cuál es su opinión al respecto?

– Alejandro Rodríguez (AR): No es una cuestión de opiniones, es una cuestión de hechos probados. El propio Tolkien dio la respuesta definitiva a este debate cuando afirmó que el hecho más significativo en su vida y en su obra era su condición de cristiano, en concreto su fe católica.

Además, en otra ocasión escribió a su sacerdote que El Señor de los Anillos era una novela inconscientemente católica en su elaboración y conscientemente católica en su revisión final.

– ¿Cuáles son los temas de El Señor de los Anillos que remiten a una dimensión cristiana?

– AR: Como ha demostrado Joseph Pearce, estos temas son numerosos. El Anillo Único forjado por Sauron (siervo de Morgoth-Satán) para “atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas” es una alegoría del Pecado Original.

El día en que Frodo destruye el Anillo es el 25 de Marzo (según leemos en los Apéndices de la obra). El 25 de Marzo es el día en que se conmemoraba en la Edad Media la crucifixión de Cristo y actualmente se festeja la Anunciación a la Virgen, los dos días clave en la Redención del Pecado Original, esto es, la destrucción del Anillo. De hecho, el personaje de Frodo es en cierto sentido una alegoría de Cristo, al igual que Gandalf (que muere por sus amigos en Moria y resucita en un cuerpo de gloria) o Aragorn (imagen de Cristo Rey).

En los cantos élficos descubrimos himnos marianos: el “Elbereth Gilthoniel” es un “Ave María” en lengua quenya y el “Namarië” que canta Galadriel es un “Salve Regina”. Si miramos, además al Silmarillion, la obra en la que se condensa todo el “background” mitológico de la Tierra Media, veremos como la Creación del Mundo por Eru Ilúvatar (Dios) está inspirada en el Génesis o que la figura de Morgoth, el arcángel (Ainur) caído, es claramente equivalente a la de Satán.

En cualquier caso, temas como la lucha del humilde siervo (Frodo-Cristo) contra el presuntamente invencible Pecado Original (Anillo Único) o el del poder de la gracia por encima el de la voluntad de poder nietzscheana son inequívocamente cristianos.

– ¿Por qué una obra tan "nórdica" como "El Señor de los Anillos" ha tenido tanto éxito de público?

– AR: Cabría preguntarse porqué un católico devoto como Tolkien utilizó como fuente principal de inspiración para su mundo imaginario el acervo mitológico del paganismo germánico y céltico de la Alta Edad Media y la Antigüedad Tardía. Una primera respuesta remite obviamente a su condición de medievalista.

Pero hay una segunda reflexión más profunda: Tolkien creía que la mitología era una manera de explicar ciertas verdades trascendentales que son casi inexplicables dentro de los confines de la novela “realista”.

Estas grandes verdades metafísicas, tales como la lucha contra el Bien y el Mal y el triunfo de la humildad sobre el Poder atraen siempre al lector. Y es que, aunque sus relatos se basaran en la creación y descripción de un mundo fantasioso apoyado en las mitologías célticas y germánicas, no por ello están menos llenos de verdades metafísicas. El poder de una leyenda está en ser verdadera (verdades metafísicas) y no en estar basada en hechos reales y concretos.

– ¿De dónde nace esa generación de escritores católicos ingleses y qué importancia tuvo para la época?

– AR: Esta generación procede del gran impulso que tuvo el catolicismo en Inglaterra tras el Movimiento de Oxford y, sobre todo, la conversión de su líder, John Henry Newman, al catolicismo.

Muchos escritores e intelectuales se sintieron entonces atraídos por el catolicismo que podemos decir que se convirtió en algo atractivo para los “espíritus fuertes” de Inglaterra, comenzando por el propio hijo del Primado anglicano, R. H. Benson. Incluso, decadentes tan notorios como el homosexual arrepentido Óscar Wilde acabaron sus días en el seno de Iglesia Católica (en Francia había ocurrido con Baudalaire y Verlaine).

Vinieron luego los dos grandes escritores conversos Hillaire Belloc y G. K. Chesterton, quienes lideraron a esta generación a principios del siglo XX. Seguirían esta estela Tolkien, Graham Greene (con sus dudas), Evelyn Waugh, T. S. Eliot y C. S. Lewis (conversos éstos dos al cristianismo pero dentro de la Iglesia Anglicana). Esta generación es, sin duda, el principal grupo literario de la Inglaterra contemporánea, muy por encima del grupo Bloomsbury (el de Virginia Woolf) o de los fabianos de George Bernard Shaw.

– ¿Qué puntos tenían en común dos escritores tan distintos como Chesterton y Tolkien?

– AR: Tenían en común su fe católica, su amor patriótico por la Inglaterra medieval, la verdadera Inglaterra católica anterior a la Reforma protestante, su tradicionalismo que les hacía contrarios a la Revolución Industrial y a la Francesa, su amor por lo pequeño, por lo rural (reflejado en la Comarca de los hobbits), su horror ante el siglo XX y su irónico desprecio por las demagogias de la Modernidad relativista.

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