fbpx

Un icono fruto de una aparición

COMPARTIR EN REDES

En diciembre de 1903,en las Cuevas de Kiev, un veterano de la guerra de Crimea, se acerca fervorosamente al Monasterio. El motivo que le llevó a viajar desde tan lejos fue una visión de la Virgen. Le despertó un ruido parecido a una ráfaga del viento y se le apareció la mismísima Madre de Dios. En la visión, Ella estaba a las orillas de un golfo, a lo lejos había una ciudad en llamas. La Virgen llevaba una túnica azul y capa marrón. En las manos desplegaba un pañuelo con la imagen de la Santa Faz de Cristo. Bajo sus pies había espadas desenvainadas. En el cielo, sobre su cabeza, los Arcángeles Miguel y Gabriel. Por encima de todo, el Señor, Dios de los Ejércitos. Alrededor de la visión se leía: “Que permanezcan unidos el rebaño y su único Pastor”.

La Madre de Dios le dijo a Fiodor que pronto en las orillas de un mar lejano comenzaría una terrible guerra. Y le dijo que su visión habría de ser dibujada en un icono que habría de ser llevado a la ciudad de Puerto Arturo. Entonces la ciudad se encontraría bajo la protección celestial, y los guerreros cristianos vencerían a los paganos japoneses.

En el monasterio tomaron su relato con cautela. Continuamente recibían allí peregrinos con historias sobrenaturales y visiones. Y lo de una guerra con los japoneses, en diciembre de 1903, aún no estaba nada claro en Rusia. Pero el 8 de febrero, sin declaración previa de guerra, con el cuerpo diplomático japonés aún en territorio ruso, los japoneses atacan por sorpresa por la noche y sus torpedos golpean a la flota rusa de Puerto Arturo.

Al empezar la guerra se difunde el mensaje de Fiodor y los fieles empiezan a reunir medios para pintar el icono según la visión y las instrucciones de la Virgen. La avalancha de los donantes era tal que se decidió recibir de cada uno un microdonativo de 5 kópeks. Diez mil personas aportaron su dinero. El pintor P. F. Shtronda realizó el icono gratuitamente. La creación del icono tuvo su serie de pequeños milagros. El pintor Shtronda testimoniaba que el viejo Fiodor que le acompañaba con sus instrucciones durante todo el proceso de pintura, a veces cogía el lápiz con sus dedos encorvados y trazaba líneas precisas que pocos profesionales alcanzarían.

Actuó entonces la madre del zar Nicolás II, la emperatriz María Fiódorovna Románova, viuda del zar Alejandro III. Aunque era una princesa danesa, de origen luterano, hija del rey Cristián IX de Dinamarca, ya llevaba muchos años siendo una cristiana ortodoxa devota. El comandante de la flota en China había muerto. María Fiódorovna ordenó al nuevo comandante, N. Skrydlov, que entregara el icono en la catedral de Puerto Arturo, y así prometió él que lo haría. Tras una liturgia solemne, el icono dejó San Petersburgo el 12 de abril.

Pero Skrydlov, sin prisa, en vez de dirigirse a China se detuvo tranquilamente por Crimea, a recoger sus muebles, documentos y familiares. Salió de allí el 20 de abril. Demasiado tarde: el 26 de abril llegó un último tren a Puerto Arturo y luego la ciudad quedó aislada por los japoneses. Skrydlov y el icono se quedaron varados en Vladivostok, el otro puerto ruso del Pacífico, sin conexión por tierra ni mar con Puerto Arturo. El 30 de julio autoridades de San Petersburgo le preguntaron qué pasaba con el icono. Él respondió que la emperatriz viuda “no había dado indicaciones pertinentes”. Era una forma de sacarse responsabilidades.

Decidieron que el icono se colocaría al menos en la catedral de la Asunción de Vladivostok. La primera liturgia ante la imagen se celebró el 6 de agosto, festividad de la Transfiguración. La gran multitud lloraba, pidiendo protección a la Madre de Dios. Pero muchos recordaban que la Virgen pedía que el icono fuese a Puerto Arturo.

Un grupo de jóvenes oficiales se presentó para llevar el icono a la ciudad sitiada, pero el comandante prohibió la aventura por ser demasiado arriesgada para el icono. Hicieron entonces tres fotografías y una copia al óleo del icono que fueron enviados por correo al cónsul ruso de la ciudad china de Chifu, para enviarlas a Port Arthur con embarcaciones chinas. Ninguna llegó a su destino.

La copia al óleo la llevaba el vapor “Sungari”. También llevaba munición, harina y vodka. Un tifón le obligó a volver. En el segundo intento, ya casi a la vista de la fortaleza sitiada, lo ahuyentaron los acorazados japoneses. Se comenzó a decir que todas las contrariedades se debía a que la Madre de Dios no había hablado de una copia sino del icono original.

Toda Rusia se interesaba en el asunto. Las redacciones de los periódicos recibían sacos de cartas que preguntaban por la suerte del icono. ¿Acaso no habría nadie que cumpliera con el encargo de la Virgen?

Apareció un voluntario, un veterano de la guerra anterior, ya cincuentón, llamado también Fiodorov. Padecía de reuma y llevaba vida tranquila en Gatchina, cerca de San Petersburgo. Se presentó para llevar el icono al puerto asediado. Primero, pidió la bendición a su padre espiritual, Juan de Kronstadt (1829-1908), que sería canonizado por la Iglesia Ortodoxa. Fiodorov contó después que le acompañaron pequeños milagros: en seguida recibió todos los papeles en el Almirantazgo, los problemas de viaje se resolvían rápido y a veces de forma imprevista.

El 7 de noviembre, día de la llegada del voluntario a Vladivostok, el comandante Skrydlov recibió un telegrama de la emperatriz viuda que le pedía confiar el icono a Fiodorov. El 22 de noviembre el icono fue colocado en una funda especial. Primero Fiodorov lo llevó a Shangay en un vapor noruego, luego, al puerto de Chifu. Salieron al mar en un barco chino, pero el viento, antes favorable, cambió y les obligo a volver. Al día siguiente, el 19 de diciembre, se repitió lo mismo. El porqué de la contrariedad de los elementos se aclaró al día siguiente, el 20 de diciembre: cuatro acorazados de Puerto Arturo trajeron la noticia: la ciudad se había rendido.

Fue la primera guerra realmente sangrienta moderna, guerra de alambre de espinos y ametralladoras, de asaltos a bayoneta contra ametralladoras en trinchera y abundancia de granadas de mano. Fue un ensayo de la Primera Guerra Mundial y sus masacres. En un año de guerra murieron más de 100.000 hombres en combate y 30.000 por enfermedades relacionadas. Japón demostró que era una potencia mundial, que había vencido al Imperio que derrotó a Napoleón… pero a base de lanzar oleadas de soldados contra ametralladoras.

Fiodorov decidió que un icono militar había de permanecer en el ejército y lo pasó al estado mayor del comandante en jefe Kuropatkin, a pesar de su fama de liberal. El icono pasó desapercibido, y no consta que se celebraran oficios con él. Y no llegó a Puerto Arturo. Terminada la guerra, el icono volvió a la catedral de la Asunción de Vladivostok. En 1932 los comunistas cerraron la catedral y en 1938 fue volada por los aires por los soviéticos.

Hasta 1998. Ese año, en Jerusalén había un grupo de peregrinos rusos del Lejano Oriente. Entre ellos estaba el párroco de la iglesia de la Asunción de Vladivostok, el hieromonje Sergio, y otro párroco, el del Manto de la Virgen de Ussuriysk, el archimandrita Inocencio. En una tienda de antigüedades reconocieron el histórico icono de Puerto Arturo. Sin dinero ni tiempo, acudieron a la abadesa del monasterio ortodoxo Gornenskiy, en Ein Karem, la madre Georgia, para pedirle comprar el icono. Y así, el 6 de mayo de 1998,el icono volvió a Vladivostok acompañado con una procesión y repiqueo de campanas.

Una de las copias más antiguas apareció en los años ochenta. La encontró un restaurador, Mijail Osipenko, que trabajaba en un templo de cementerio de la ciudad de Kirzhach. En el centésimo aniversario de la aparición surgió la idea de cumplir con el mandato de la Virgen y llevar su imagen a Puerto Arturo (hoy la ciudad china de Luyshun). La imagen, bendecida en la catedral Marinera de San Nicolás de Kronstadt, viajó en un turismo privado atravesando toda Rusia. En la frontera comenzaron los problemas:la entrada de sacerdotes e iconos cristianos en China estaba prohibida (solo en 2017 China dio algunos permisos a clérigos ortodoxos). Además, Luyshun es una base militar, donde los rusos sólo pueden entrar una vez al año, el Día de la Victoria, el 9 de mayo, para recordar a los combatientes caídos. Además, había una epidemia en la región, y los caminos estaban cortados por piquetes.

Sin embargo, los participantes de aquella insólita procesión pudieron introducir el icono en Puerto Arturo. El 9 de mayo de 2003, el hieromonje Jorge, vestido de civil, celebró una liturgia ante la imagen pidiéndole salvación para Rusia. Antaño, en los tiempos del emperador Nicolás II, en el cementerio de de Puerto Arturo fue erigida una cruz de piedra. En su base había un icono de mosaico, una imagen de la Nuestra Señora de Kazán, aniquilado en los años de la “revolución cultural china”, cuando muchas obras cristianas fueron destruidas por los comunistas fervorosos. En su sitio colocaron una copia especial de Nuestra Señora de Puerto Arturo.

Aquel suceso, se dice, provocó una cadena de milagros por toda Rusia. Por todo el país comenzaron a reaparecer las copias antiguas del icono (al día de hoy son unas ocho). El icono de la Virgen de Puerto Arturo, su advocación, es hoy una de las patronas del ejército ruso en Lejano Oriente. Por la bendición del patriarca Alexis II, la fiesta del icono es el 29  de agosto, el día de la Santa Faz de Cristo, que aparece en el icono. Además, en la diócesis de Vladivostok se celebra el 17 de febrero – el encuentro del icono en Jerusalén y el 6 de mayo – su regreso a Vladivostok.

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.