Nuestra vicepresidenta Fernández de la Vega está exultante tras su viaje por África. Su orgullo femenino, y el de sesenta españolas más, ha salido reforzado: han defendido hasta la saciedad la dignidad de la mujer africana y se han solidarizado con su situación marginal. ¡Maravilloso!
Lástima que nuestra vicepresidenta se olvide de mirar dentro de nuestras fronteras y no haga esfuerzos similares para acabar con la esclavitud de doscientas mil mujeres obligadas, en su mayoría, a ejercer de prostitutas.
Lástima que nuestra vicepresidenta y sus seguidoras olviden a las ochenta mil mujeres que cada año recurren al aborto porque nadie les ofrece una salida digna para su vida y la de su bebé.
Ya está bien de tanta propaganda electoralista y dediquémonos a solucionar dos de las lacras más denigrantes para toda mujer, sea africana o no.