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Apocalypto‘: acción y violencia en el ocaso maya

Cultura

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Mel Gibson ganó dinero con Braveheart y con La Pasión. Con ésta última se arriesgó (violencia, polémica, lengua muerta, el Jesús menos triunfante…) y ganó. Ganó independencia, prestigio. Y por eso se ha permitido hacer una violenta pero fascinante aventura ambientada en el ocaso de la cultura maya.

Hay muchas cosas que recuerdan a La Pasión. Si allí estaba María, aquí también hay una madre (y esposa) que no puede hacer nada sino esperar, confiar y rezar, en el fondo de un pozo. Si allí había unos niños-demonios que en una alucinación enloquecen a Judas, aquí es una niña enferma la que de repente profetiza la muerte de los violentos cazadores de esclavos. Pone la piel de gallina escuchar la profecía en el dialecto maya que usa la película y ver la mirada de la niña. Puro realismo mágico que no desentonaría en la pluma de Juan Rulfo.

Como en La Pasión, los inocentes son sacrificados por un poder político-religioso indigno; también aquí el sol se oscurece en un eclipse. También aquí el héroe capturado es conducido en un largo y duro y polvoriento calvario hasta el lugar del sacrificio. Como siempre, Gibson se regodea en la épica de la gota de sangre que cae y hace dibujos en tierra.

En la primera parte de la película, conocemos a los pacíficos cazadores del clan de Garra de Jaguar, que siempre han vivido tranquilos en el bosque. Igual que en La Pasión aparece Satán para dar miedo a Jesús, aquí aparecen refugiados que huyen de los esclavistas de la ciudad maya, el miedo de sus ojos infecta al protagonista. «No te dejes dominar por el miedo» dice el sabio jefe Cuchillo de Sílex a su hijo.

Capturados por los esclavistas, Garra de Jaguar y los suyos son llevados a la gran ciudad maya de piedra… es una orgía de peinados, de maquillaje, de abalorios, un viaje a otro mundo, de creatividad inacabable y embrujadora belleza. El equipo de diseño y visualización de Gibson debería ser premiado.

Los sacrificios son vigorosos, duros, sangrientos, pero mucho más llevaderos que la flagelación o la cruz en La Pasión. Con todo, ver caer cabezas pirámide abajo rebotando, o salir corazones palpitantes de un pecho no es agradable. Los niños menores de 13 años no deberían ver esta película.

Cuando Garra de Jaguar consigue huir, entramos en la tercera fase de la película: acción, persecución, duelos potentes; el ingenio del cazador nativo en su propio bosque; ver cómo van muriendo los perseguidores, alcanzados por la maldición de la niña…

De gran sencillez narrativa y potente plasmación gráfica, es una magnífica obra de aventuras.

En lo espiritual, hay quien dice que los barcos españoles al final de la película aportan la novedad de la buena nueva cristiana. Yo opino que no. Lo que salva al héroe es su amor a su familia. Su mujer le propone unirse a «esos hombres». Pero el héroe dice que no, que el nuevo comienzo debe ser en el bosque con el bebé recién nacido, con los hijos.

Sí, la cultura maya de la película está corrompida por su violencia, sacrificios, crueldad, falta de cuidado a los enfermos. Merece caer y el destino resuena con la llegada de los barcos españoles. Pero no es la fe cristiana de los rudos conquistadores la que va a transformar a los indios. Un indicio lo vemos cuando una india capturada encomienda sus hijos a una diosa madre. ¿Qué película haría Gibson, uniendo indios y María, sobre Guadalupe?  

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