Un estudio publicado en la revista ‘Studies in Religion / Science religieuses’, llega a la conclusión de que la imagen de la madre Teresa de Calcuta es una fabricación que no responde a la realidad, y que su proceso de beatificación no es más que una campaña de relaciones públicas.
Esta es, al menos, la conclusión a la que han llegado Serge Larivée y Genevieve Chenard, dos investigadores de la facultad de Educación de la Universidad de Ottawa que, según ellos, tras analizar decenas de documentos, hay una parte destacada de la vida de la religiosa que se ha mantenido alejada de la opinión pública: “Su dudosa forma de cuidar a los enfermos, sus cuestionables contactos políticos, su sospechosa gestión de la enorme cantidad de dinero que recibió, y sus puntos de vista dogmáticos sobre cuestiones como el aborto, la contracepción o el divorcio”.
Según estos investigadores, las 517 misiones que la religiosa puso en marcha en un centenar de países no eran centros de salud sino “residencias para enfermos terminales”. Larivée y Chenard aseguran que uno de cada tres enfermos ingresados yacía en una cama muriendo sin recibir el tratamiento adecuado, y los médicos que visitaban las residencias anotaron en los documentos ahora consultados las condiciones de los centros: “poca higiene, pocos recursos humanos, comida inadecuado y falta de calmantes”. Los investigadores no recogen en su informe que el principal carisma que llevó a la madre Teresa a iniciar su enorme y dificultosa empresa con los más necesitados fue al principio que los pobres moribundos de India tuvieran un lugar decente donde morir. La religiosa se afanó para que esas personas por las que nadie dedicaba nada, tuvieran una muerte digna y acompañada.
La crítica que se deriva del estudio de los investigadores canadienses es que estas supuestas condiciones deficientes no se originaban como consecuencia de la falta de recursos económicos. El problema, según el estudio, se encuentra en “la peculiar concepción que la madre Teresa tenía de la vida y de la muerte”. Los investigadores apuntan a una de las frases de la religiosa –“hay algo de bello en ver cómo los pobres aceptan su destino, que es sufrir como Jesús en la Cruz, el mundo sale ganando con su sufrimiento”- para demostrar lo que a su juicio consideran una visión alejada de la caridad que difundía. Además, los investigadores apuntan que aunque miles de personas murieran en sus residencias sin recibir atención, ella murió recibiendo cuidados paliativos en un moderno hospital americano.
Objetivo: demoler la Iglesia demoliendo sus liderazgos
En la actualidad se da una realidad peligrosa, que es que la opinión pública da credibilidad a todo lo que es negativo. Y ante esto la Iglesia no escapa.
Existe una acción, sobre todo desde el área anglosajona, que no es reciente y que nace desde la concepción liberal, que es hegemónica, de demolición de la Iglesia. El por qué de esto es claro: la Iglesia es el único modelo de vida alternativo al relativismo y a la idolatría del mercado.

En el caso de la madre Teresa de Calcuta hablamos además de una persona que tenía una vida pública, es decir, que desde que se levantaba hasta que se iba a dormir estaba expuesta a la lupa de la opinión pública. Su testimonio personal que se ha extendido por todo el mundo.
Los medios: el nuevo tribunal de justicia
Ahora, con la ayuda de los medios de comunicación la Iglesia tiene otra vulnerabilidad. Solamente hace falta que aparezca una persona que diga que hace años un religioso haya abusado de él, para que la opinión pública considere que eso es cierto. Eso se presta a todas las manipulaciones posibles como evidencia el bulo que lanzan algunos medios apuntando precisamente a algunos de los papables mejor situados como presuntos implicados en abusos sexuales, algo inadmisible y que vuelve a intentar el mismo procedimiento que con la madre Teresa de Calcuta: atacar los liderazgos de la Iglesia.

Entre los papables señalados destacan el camarlengo, Tarcisio Bertone, y algunos de los nombres más repetidos como papables, como el italiano Angelo Scola, el canadiense Marc Ouellet y el ghanés Peter Turkson, el mexicano Norberto Rivera Carrera, el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, los estadounidenses Timothy Dolan (Nueva York), Donald Wuerl (Washington) y Sean O’Malley (Boston), el argentino Leonardo Sandri, el australiano George Pell ni el checo Dominik Duka.
En la actualidad, automáticamente por un hecho que nadie puede documentar y en el que solamente hay un testimonio se puede pasar a calificar una figura pública a través del tribunal en el que se ha convertido la prensa. Así fácilmente ese hecho acaba convirtiéndose en una verdad. Este es el método de acoso y derribo que se utiliza contra la Iglesia católica y a través del cual se quiere demoler.
La prensa que era el cuarto poder no electo por el pueblo en las democracias, es hoy el gran poder; a veces para bien y a veces para mal. Los católicos solo pedimos a Dios iluminación, discernimiento y fe….para continuar en Su misericordia eterna….