El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, fue sobradamente aplaudido en Naciones Unidas por su "brillante" idea de “alianza de civilizaciones”. Zapatero fue capaz de contagiar su “optimismo antropológico" a los mandatarios del mundo. Y eso para cualquier estadista es emocionante.
Frente a Zapatero, el discurso de Aznar y Blair. "La victoria no está en el camino del apaciguamiento", señala el expresidente Aznar. O sea: no a la paz de los cementerios. Blair resulta más pedagógico: "No hay choque de civilizaciones, sino guerra contra la ideología del mal; y ese reto debe de ser afrontado resueltamente". Una declaración nada retórica. La "resolución" británica consiste en expulsar a los imanes radicales de las mezquitas. Una decisión que nuestro ministro del Interior, José Antonio Alonso no comparte, a pesar de que tras el 11M Interior propuso controlar los discursos de los "centros religiosos", parroquias incluidas
Y es que la diferencia entre Blair y Zapatero está clara. Ambos comparten la afiliación a la internacional socialista. Pero Blair está convencido de la superioridad de los valores occidentales. Los valores de la libertad, y el respeto a la persona humana. Por eso la poligamia, y la ablación del clítoris resultan inaceptables en las sociedades occidentales.
Occidente cree en la separación entre Iglesia y Estado basada en la "legítima autonomía de lo temporal" recordada recientemente por Papa Benedicto XVI. El Islam cree en la fusión entre religión y política, creando una confusión felizmente superada en las sociedades occidentales.
No. No son equiparables. Occidente no es el paraíso. No es la tierra que mana leche y miel. El paganismo militante, la negación de nuestras raíces religiosas, la "muerte de Dios" es un verdadero escándalo para el mundo islámico. El "desarrollo" de Occidente permite que centenares de miles de madres acaben con la vida de sus hijos en el seno materno. La mujer se ha convertido en un consumible comercial. Y los más "progres" de los occidentales permiten incluso equiparar la unión homosexual al matrimonio. Por si fuera poco, el "liberalismo económico" se traduce con frecuencia en intervencionismo estatal encubierto, y nuestro "confianza" en las bondades del comercio abierto, se convierten en subvenciones a nuestras producciones y frenos para-arancelarios.
Somos hipócritas. Sepulcros blanqueados. La cizaña convive con el trigo. Pero los "yihadistas" no odian nuestra incoherencia. Odian nuestra forma de vida nacida de una fe en un Dios hecho hombre, que ellos califican de profeta. No entender esto es no entender nada.