Desde finales del verano, y durante todo el otoño, la cocina solariega, conventual y monástica enriquece con el aroma y peculiar sabor de los hongos o setas. Las setas necesitan humedad y calor para desarrollarse y, por esta razón, ya se encuentran ya en el bosque a finales de verano unas tres semanas después de haber llovido.
Cuando vayáis a buscar setas se debe ser muy cauteloso para no dañar el sotobosque. El hongo ha de recogerse entero y ponerlo dentro de un cesto. Al llegar las setas del bosque hay que limpiarlas con mucho cuidado y trocearlas, ponerlas dentro de una cazuela de barro y asarlas bien con aceite de oliva. Cuando están cocidas las setas, esta mezcla constituye un buen acompañamiento de las carnes asadas o guisadas, los huevos revueltos (especialmente con setas), de las empanadas y, sobre todo, de aquellas tortas que en catalán llaman de “coques de recapta”