José de Acosta, el "Plinio del Nuevo Mundo"
Para un religioso nunca debe ser fácil aceptar un nuevo destino y acatar obedientemente la decisión de los superiores. Seguramente fue el caso de José de Acosta (1539 – 1600), jesuita y profesor de teología nacido en Medina del Campo, cuando a sus 32 años le dijeron que cogiera las maletas y se fuera al Nuevo Continente. Le habrían llegado muchas historias procedentes de allí: las batallas y conquistas, los indígenas y sus costumbres, los yacimientos minerales… En la mente de José seguramente se entremezclaría cierta tristeza por abandonar su tierra con una enorme curiosidad por conocer qué misterios se escondían más allá del Atlántico. Llegó en 1571 y no volvería a España hasta 1587.
Una vez en América recibió el cargo de provincial de los jesuitas en Perú, el segundo en la historia de la Orden en el país.Compaginó sus obligaciones religiosas y apostólicas con su inclinación a la observación y por ello no cesó de recoger muestras y de tomar anotaciones que más tarde servirían de base para su obra.
En esta Historia Natural y Moral se recogen la geografía física de América, los minerales, la flora, la fauna… sazonadas con acertadas observaciones geofísicas sobre las variaciones de la declinación magnética. Además incluye estudios sobre las mareas, los vientos alisios, las corrientes marinas, las interrelaciones entre los volcanes y los terremotos…
Un cura evolucionista tres siglos antes de Darwin
Sus observaciones fisiológicas sobre la población andina, habituada a vivir a más de 4000 metros de altitud, le han valido que algunos científicos modernos le consideren el precursor de la medicina astronáutica.
El mismo José de Acosta postuló que la fauna americana podría ser una evolución de la europea fundamentándolo en diversas observaciones que Darwin redescubriría tres siglos después.
Es evidente que en la historia de la Evangelización del Nuevo Mundo hay manchas oscuras, episodios negros, al igual que los hay en la vida de cada uno de los seres humanos: miserias, bajezas, codicias y envidias… Pero al igual que pasa en la vida de las personas, entre toda esa maraña se vislumbran actos generosos, magnánimos y esperanzadores.
Así fue también la historia de las misiones, que hoy podemos contemplar de una perspectiva positiva, desde los descubrimientos científicos que se realizaron en ellas.