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La crisis ha deteriorado muy rápidamente el estado del bienestar español que, por otra parte, ya era débil, y si no que se lo pregunten a las familias y las escasas ayudas que en el periodo de vacas gordas obtenían del Estado. En el 2010, por consiguiente, la cifra actual debe ser peor. El gasto social en España, sin considerar la educación, no llegaba a una cuarta parte del total, el 24,5%. Para tener una idea de lo que esto significa baste recordar que en Portugal estaba un punto por arriba, casi tres en Grecia y cuatro en Italia, que llegaba al 28,4%. Irlanda y el Reino Unido, que son países que por su economía y su modelo económico se encuentran alejados de los que imperan en Europa, también superaban a España. El gasto social en Irlanda era del 26,4% y en el Reino Unido del 28,2%. Por consiguiente, aunque se pueda compartir la idea de que no siempre un mayor gasto social significa un mejor estado de la sociedad -véase si no el monto de las prestaciones de paro- es cierto que por debajo de un determinado nivel quiere decir que la aportación que se hace es pequeña. La de España todavía es peor de lo que registran estas cifras, porque si consideramos que el subsidio de desempleo como consecuencia de la elevada cifra de parados es muy alto, ya que él sólo representa el 15% de todo el gasto social cuando en Grecia no llega al 6%, en Italia no llega al 3% y en Portugal se queda en poco más del 5%, podemos concluir que el resto de los servicios está mal.
La política del Gobierno español de reducir el déficit público, y de una manera mucho más rigurosa para las Comunidades Autónomas que para el propio Gobierno central, empeora todavía más las cosas, porque en los presupuestos autonómicos la parte del león y con gran diferencia se la lleva el gasto de Sanidad y también el de Educación, que no está incluido en estos cálculos. Esto quiere decir que un ajuste no bien repartido del déficit castiga sobre todo a este tipo de servicios que están en manos de las autonomías.
España ocupa un penoso lugar si se observan el conjunto de indicadores que denotan el grado de cohesión de una sociedad. En relación a la tasa de pobreza, España ocupa el último lugar de los países de
La causa real de todo esto es que el Estado recauda poco. Atención, no digo que la imposición fiscal en España sea baja, al contrario, el que paga, paga bastante, mucho, después de las últimas subidas. Lo que sucede es que pagan pocos, y por eso la recaudación es tan escasa. Es un dato conocido que la caída del PIB desde que comenzó la crisis ha sido de un 2%, pero la recaudación fiscal ha caído diez veces más. Por consiguiente, no es solo el mal estado de la economía el que explica esta disminución sino sobre todo y como causa fundamental la evasión fiscal. La grande y también la pequeña, aquélla sin IVA, sin recibo, sin nada. Es un acto de extrema insolidaridad aquellos que evaden pagar, porque hacen recaer sobre el resto de los ciudadanos un peso extraordinario. Es un acto de egoísmo impresentable y que no tiene ningún tipo de justificación. Los actos de corrupción no pueden nunca utilizarse como argumento para pasarse de vivo, porque entonces uno se inscribe en el mismo tipo de calaña que critica.
Si la eficacia en la recaudación española fuera similar a la de los países de
Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Cristians y miembro del Consejo Pontificio para los Laicos