Lágrimas de celuloide vierten, ante la caja fuerte del Ministerio de Cultura, artistas, directores, guionistas, productores y demás parientes que viven del cine, porque la gente se queda en casa y no pasa por taquilla.
La solución es muy sencilla, señores y señoras: hagan un cine honesto, con mensaje de valores, alegre, familiar, con el vocabulario que usamos la gente normal, con personajes normales, historias normales, y verán como todo se normaliza, incluso sus importantes cuentas corrientes.