Uno de los peligros más recurrentes para quienes leen sólo los titulares de la prensa es quedarse únicamente con el mensaje que da el encabezado.
En la mayoría de los casos, los titulares son inexactos y responden a la necesidad de llamar la atención para mover al público al consumo de un producto (algo, por lo demás, entendible –aunque no siempre justificable– en el mundo del marketing y de la competencia informativa).
Un ejemplo de esta dinámica sucedió a inicios de noviembre de 2010 en México, a raíz de un editorial publicado por el semanario católico más importante de ese país.
El último fin de semana de octubre de este año, el semanario ‘Desde la fe’, dependiente de
Y más adelante decía: “Podemos mencionar ambientes empresariales, periodistas y, desafortunadamente, algunos ambientes religiosos […] Más todavía, para vergüenza de algunas comunidades católicas, hay sospechas de que benefactores coludidos con el narcotráfico han ayudado con dinero, del más sucio y sanguinario negocio, en la construcción de algunas capillas, lo cual resulta inmoral y doblemente condenable y nada justifica que se pueda aceptar esta situación”.
Los encabezados no se hicieron esperar. El lunes 1 de noviembre comenzó a granizar una variopinta selección de titulares acusadores.
El diario mexicano on line más leído, El Universal, titulaba así una de sus informaciones “La Iglesia acepta que recibió narcolimosnas”.
Quien repasa los párrafos de ‘Barbarie inhumana’, el editorial del semanario ‘Desde la fe’ que dio pie a la ráfaga de titulares, puede advertir fácilmente dos cosas: la primera es que la “denuncia” –por llamarla de algún modo– no está limitada al sector religioso sino también a otros ámbitos, por ejemplo el del periodismo; segundo, al hacer un ejercicio de coincidencias entre palabras de los encabezados informativos y las plasmadas en la editorial del semanario, no se puede deducir un auto reconocimiento de culpabilidad de
Desde luego, dando por cierto que algunas sospechas tendrán fundamento, es totalmente reprobable que algunas comunidades católicas hayan aceptado esas “narcolimosnas”, algo que reprueba
Quizá la precipitación llevó a apuntar con el dedo a