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Repasando los argumentos de dos mil años de Occidente contra la poligamia: proteger el matrimonio

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La poligamia está a la puerta de Occidente. Y no sólo al otro lado de la valla de Melilla y Ceuta, donde empieza un espacio de 45 países que reconocen legalmente la poligamia (de Marruecos a Zambia, Zaire y Tanzania, de Nigeria a Indonesia o Egipto, que son países enormes y poblados).  También en los países Occidentales viven millones de musulmanes, un porcentaje de los cuales practican la poligamia y pretenden que los países occidentales la reconozcan, por ejemplo, para cobrar pensiones, o subsidios sociales.

El Islam y las costumbres polígamas africanas pueden hacer pinza con otro enemigo del matrimonio occidental: la combinación de hedonismo, cultura del deseo y narcisismo que es la ideología dominante hoy en Occidente. El matrimonio de parejas del mismo sexo, al legislarse, lo ha cambiado todo. ¿Por qué parejas, y no tríos, o más? Si el género de los contrayentes no importa para el matrimonio, ¿por qué ha de importar el número? Sobre todo, “¿por qué no nos dejan si nos queremos?” Todos los argumentos que se usaron para implantar el matrimonio gay se pueden usar para implantar la poligamia.

En este contexto aparece un libro en inglés, The Western Case for Monogamy over Poligamy, de John Witte Jr, que repasa el debate sobre la poligamia en Occidente, porque esta es una tentación que ha estado ahí siempre… y la historia demuestra que incluso antes del cristianismo, tanto las mejores mentes de Grecia como la sabiduría de Israel llegaron a la conclusión de que la poligamia era dañina para la sociedad.

Israel y los Patriarcas

Una y otra vez los defensores de la poligamia en Occidente han acudido a la Biblia para señalar que Abraham, Jacob, Salomón y David tuvieron varias esposas. Salomón era considerado muy sabio y tenía 700 esposas y 300 concubinas. Sin embargo, cualquiera que repase la Biblia verá que todos los matrimonios polígamos que aparecen son causas de problemas inacabables que dañan a las familias, al pueblo y hasta la relación con Dios. El lector de la Biblia enseguida ve que con la poligamia llegan peleas intestinas terribles, odios, intrigas y dioses extranjeros. El Antiguo Testamento no muestra la poligamia como ejemplo a seguir, no alaba nunca el tener muchas esposas (sí alaba, en cambio, el tener muchos hijos o muchos amigos, por ejemplo), y muestra más bien que es una práctica a evitar. Witte señala que la palabra hebrea para “co-esposa”, (tzarah) significa también, textualmente, “problema”.

Salomón tuvo varias esposas
Salomón tuvo varias esposas

La poligamia griega

Los reyes helenistas antiguos, mirando a Oriente, intentaron vivir con costumbres polígamas, con resultados desastrosos. Esposas que se odiaban, que conspiraban por la preeminencia para ellas y sus hijas, hermanastros que se detestaban, madrastras e hijastros enfrentados… Los filósofos griegos pronto constataron el desastre. Witte escribe: “La argumentación no religiosa de Occidente contra la poligamia no es nueva: los antiguos griegos y romanos, mucho antes del nacimiento del cristianismo, habían prohibido la poligamia por razones de naturaleza, amistad, eficacia doméstica, beneficio político y otras. Los argumentos no religiosos siempre permanecieron en los cimientos del razonamiento occidental contra la poligamia”.

poligamia, Grecia

La enseñanza de Jesucristo

Los judíos del siglo I, rodeados de paganos de distintos signos (egipcios, persas, romanos y griegos) y repasando el Antiguo Testamento, se hacían muchas preguntas sobre el matrimonio, y la respuesta de Cristo fue contundente: lo válido es lo que enseña el inicio del libro de Génesis: “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer”. No solo Cristo abole la capacidad de divorciarse, sino que deja clara la complementariedad de hombre y mujer, y su igualdad, al ser uno con una. El modelo no es Abraham y sus esposas, sino Adán y Eva.

Cuando el cristianismo llega a la cultura romana, que castigaba el adulterio de las esposas, pero permitía al esposo acostarse con otras mujeres, esclavas y concubinas, insiste en la igualdad de deberes entre ambos, el deber de ser fieles el uno al otro.

Los Padres de la Iglesia

Las primeras generaciones de cristianos vivían en una sociedad muy sexualizada, rodeados de paganos con concubinas y esclavos, objetos de placer sexual. Otros hablaban de sociedades orientales con poligamia, y el ejemplo de Abraham, Jacob y los Patriarcas de Israel era desconcertante. Tertuliano decía que Dios permitió la poligamia sólo a los primeros humanos, cuando la tierra necesitaba ser poblada. Más tarde, en Constantinopla, San Juan Crisóstomo decía que la poligamia podía justificarse en pueblos primitivos, pero no en los más avanzados. Él ya intuía lo que los sociólogos de hoy han estudiado: en la poligamia las mujeres se casan muy jóvenes, y sin formación; tampoco podrán, pues, ser buenas formadoras de sus hijos. Las sociedades complejas requieren formar a los niños, y la poligamia lo dificulta.

San Juan Crisostomo
San Juan Crisostomo

En cualquier caso, el cristianismo logra que durante la Edad Media el matrimonio monógamo se implante en Occidente, y no sólo entre las clases humildes sino que resiste las presiones de los poderosos. Quien quiera varias mujeres, habrá de mantenerlas –y pecaminosamente- como concubinas o meras amantes. Los reyes francos, eslavos y vikingos, a medida que se hacen cristianos, deberán asumirlo, aunque los poderosos se resistieron. Es sintomático que a menudo son las reinas las primeras en adoptar el cristianismo y transmitirlo a sus esposos o hijos.

Teorías medievales muy osadas

La Edad Media cristiana fue una época de debate teológico e intelectual audaz y creativo. Guillermo de Auvernia, muerto en 1249, dejaba claro que la equidad natural requería la monogamia, un hombre por mujer, para evitar que unos hombres acapararan mujeres y a otros les faltaran, lo cual era causa de violencia, engaños, prostitución, adulterio, etc… En este siglo XIII aún había reyes polígamos, como Ladislao IV de Hungría, que además de su esposa francesa presumía de otras tres “a la manera cumana”, pero se entendía que eran claramente rebeldes y se les criticaba como bárbaros.

Santo Tomás de Aquino, el mayor intelecto de la época, lo tenía claro: la poligamia es incompatible con la amistad entre iguales y la asociación amistosa que es el matrimonio, es más bien una especie de esclavitud del hombre sobre sus mujeres.

Sin embargo, el beato Duns Scoto, el cardenal Cayetano y San Roberto Belarmino llegaron a  defender que la Iglesia tenía autoridad para conceder dispensas que permitieran a un cristiano tener varias esposas. El Magisterio, sin embargo, lo refutó. El Papa Inocencio III (1198-1216) era contundente al señalar que si Cristo no permitía a un hombre despedir a su mujer para juntarse con otra, mucho menos iba a permitir que se juntara con una mujer sin despedirla.

El protestantismo y Trento

Con la Reforma Protestante en el siglo XVI y la idea de que cualquiera podía entender la Escritura sin necesidad de Magisterio, porque la “Sola Scriptura” bastaba para enseñar, aparecieron cristianos  defendiendo la poligamia, de nuevo con el ejemplo de los Patriarcas de Israel… Enrique VIII teorizó con la idea para tener herederos (pero en realidad le bastó con ir matando a sus esposas o divorciarse de ellas para conseguir más). Lutero permitió a su protector, el poderoso señor Felipe de Kassel, tener dos esposas, diciendo que le parecía que la Biblia no lo prohibía, pero que era mejor que no lo airease demasiado.

Por primera vez, un concilio se pronunció sobre el tema de forma contundente: Trento estableció que “si alguien dice que es legítimo para un cristiano tener varias esposas al mismo tiempo y que ninguna ley divina lo prohíbe, sea anatema”.

En 1534, unos protestantes anabaptistas radicales tomaron el poder violentamente en Münster, Alemania, esperando la inminente Segunda Venida de Cristo e instauraron la poligamia en la ciudad junto con un régimen de terror teocrático. Fue un ejemplo de manual de los problemas que significaba, los que se ven en el Antiguo Testamento: traiciones, envidas, conspiraciones, patriarcas lujuriosos, niños desatendidos, mujeres abusadas y abandonadas, etc… Resultó tan ilustrativo que ya ningún grupo protestante volvió a reivindicarlo abiertamente.

Aún así, aquí y allí había hombres que, al debilitarse la autoridad eclesial (por ejemplo, en Inglaterra) establecían sus propios hogares polígamos. En 1604 son las autoridades civiles inglesas las que por primera vez legislan contra la poligamia, considerándolo un crimen civil.

En 1994, un protestante llamado Mark Henkel resucitó la tradición de argumentar desde la Biblia a favor de la poligamia diciendo que Moisés fue polígamo (y olvidando que Jesús refutó la moral matrimonial de Moisés, basada en “la dureza de corazón” de los hombres). Estableció un lobby  a favor de la poligamia “entre adultos iguales que consienten” que con los años e Internet, y a remolque del caos por el matrimonio gay, ha logrado cierta notoriedad.

La Ilustración

Los pensadores de la Ilustración británica argumentaron contra la poligamia desde la razón natural. Henry Home, un magistrado del Tribunal Supremo escocés (1686-1782) escribió que los hombres son todos iguales por naturaleza, ninguno debe estar privilegiado para tener mujer, y por lo tanto a cada uno corresponde una sola. La monogamia además protege la igual dignidad de hombre y mujer.

David Hume, filósofo famoso y muy antirreligioso, también criticaba la poligamia: veía claro que fomentaba celos y peleas entre las esposas y dejaba a los niños sin la atención del padre. Cada esposa sabía que era reemplazable y que cada nueva esposa era una rival que la debilitaba. Una esposa pasaba a ser otro producto acumulado, no una amada única, amiga irremplazable.

poligamia.3A lo largo de la historia de Occidente, los argumentos a favor de la poligamia, dice Witte en su libro, son los de una minoría de hombres que quieren justificar su acceso a numerosas compañeras sexuales, y usan argumentos como su “eficacia para repoblar” o su “necesidad” porque hay hombres que la piden. Pero el caso es que las sociedades la castigaban con leyes civiles: latigazos, exilio, o marcar con hierro candente en la cara con la “A” de adulterio o un clavo ardiendo en la lengua por romper los votos matrimoniales.

Los mormones y EEUU

El libro de Witte recoge mucha documentación sobre el debate legal en EEUU cuando aparecieron los mormones, que en los años 40 del siglo XIX defendían la poligamia con insistencia (abandonaron esta doctrina en 1890). En Murphy vs. Ramsey, el Tribunal Supremo de EEUU declaró lo siguiente: “Ninguna legislación puede ser más completa y necesaria para fundar una sociedad libre y que se autogobierne, que la que busca establecerse en la base de la idea de familia, que consiste en la unión de por vida de un hombre y una mujer en el sagrado estado del matrimonio; es el fundamento seguro de todo lo estable y noble de nuestra civilización…”

Hasta que el matrimonio gay redefinió lo que es el matrimonio sin consultar a los ciudadanos…

Los sociólogos modernos

El libro de Witte se remite directamente al estudio intercultural de Rose McDermott de la poligamia en 170 países. El estudio da por probado que la poligamia, a nivel social:

 

  • aumenta los abusos sexuales contra las mujeres
  • aumenta la mortalidad maternal
  • baja la esperanza de vida femenina
  • baja la educación de las niñas…¡y los niños!
  • baja los niveles de igualdad femenina
  • aumenta la discriminación contra mujeres
  • aumenta la tasa de mutilación genital femenina
  • aumenta el tráfico de mujeres
  • disminuye las libertades civiles y políticas de los ciudadanos

Conclusiones: el matrimonio de verdad es importante

Christopher Kaczor, profesor de filosofía en la Marymount University, especialista en matrimonio y familia, escribiendo en The Public Discourse sobre el libro de Witte, destaca la enseñanza central: durante 2000 años Occidente ha argumentado contra la poligamia con razones prácticas, racionales y espirituales, para defender el matrimonio entre un hombre y una mujer como una institución beneficiosa que el Estado reconoce y protege por sus beneficios sociales, mientras que combatía otras instituciones al verlas perjudiciales para la sociedad. Entender lo que de verdad es el matrimonio y sus ventajas sólo puede ayudar a la sociedad, y especialmente a los más débiles, que suelen ser las mujeres y los niños.

 

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Chimo Vice
    9 mayo, 2016 08:19

    Buen artículo. Una vez más se observa que la razón natural converge con el Magisterio de la Iglesia Católica. La Edad Media, de nuevo, puntal de la verdadera civilización. Por contra, el sr. Lutero, fomentando la poligamia especialmente la de los poderosos,, y el sr. Bergoglio que quiere ir la noche de Haloween a Suecia a celebrar la Ruptura que inició el «agustino» hace cinco siglos, después de la humillación a la que sometió a la Iglesia Católica el último Viernes Santo, a través de su predicador, para justificar los errores protestantes.

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