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The Nativity‘: luces y sombras del film sobre María y José

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Lo reconozco. Cuanto más veo la película “The Nativity”, más me gusta. Quizá no soy demasiado ortodoxo, ya que ha sido muy criticada en algunos círculos católicos [1] .

El hecho de ser la primera película en la historia estrenada en el Vaticano, en el aula Pablo VI, con todos los controles que, confiamos, eso conlleva, no ha sido suficiente para que los críticos más acérrimos la hayan tildado de blasfema y hereje o incluso para que se hayan querido sembrar dudas sobre la ortodoxia vaticana [2] .

Tras ver un par de veces la película y discutirla con varios amigos, me he decidido a poner mi opinión por escrito. En este breve documento pretendo resumir los puntos que han sido más criticados por aquellos comentaristas de los que he tenido noticia.

No pretendo ser exhaustivo en la revisión de las críticas realizadas, sino enumerar las más fuertes y repetidas. Comentaré esas críticas desde mi perspectiva personal y terminaré con una valoración global sobre la película.

Por claridad, he agrupado las críticas en dos grupos. El primer grupo relaciona aquellos momentos que se refieren a la fidelidad a los Evangelios. Dejaremos para un segundo grupo los puntos más enjundiosos, aquellos en los que los comentaristas han considerado que se ataca el dogma católico de la Inmaculada Concepción de María.

¿Fidelidad a los Evangelios?

En un primer grupo podemos comentar las diferencias entre los momentos que aparecen relatados en los Evangelios y su traslación a imágenes. Podrían ser los siguientes:

a) La Anunciación. El ángel la saluda: “¡Salve, oh elegida!”, no menciona el “llena eres de Gracia”. El discurso del ángel comienza directamente con “El Señor está contigo” y mantiene puntos claves de los Evangelios, pero carece del lenguaje lleno de resonancias veterotestamentarias que utiliza el enviado de Dios en la Sagrada Escritura.

b) El Magníficat. Esta preciosa oración de María aparece sólo al final –en la huida a Egipto- fuera del contexto y con un significado truncado.

Se omiten las líneas de apertura: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las naciones”.

Comienzan con la afirmación de que “el Poderoso ha hecho obras grandes” cuando debería haber sido “el Poderoso ha hecho obras grandes por mí” (Cf Lc 1:49). La diferencia no es sutil: quita todo el protagonismo a la Virgen.

c) Los Reyes Magos. En esta película los Reyes Magos juegan un papel divertido. El iluminado Melchor, el renuente Gaspar y el acomodado Baltasar dan el punto de humor a la película. Claramente la directora ha podido tomarse las licencias que ha querido al presentar unos personajes que no aparecen en los Evangelios tal y como actualmente les conocemos. Al fin y al cabo, el Evangelio de Mateo sólo habla de “unos magos de Oriente”.

Sin embargo, sí se nos dice algo más: los “magos” evitaron a Herodes en su vuelta tras adorar al Niño porque “recibieron en sueños un oráculo”, lo que ha sido interpretado siempre como un mensaje de un ángel. Esa escena se cambia: los tres reyes esquivan a Herodes porque no se fían de él.

d) La Visitación. Las críticas afirman que el encuentro entre María e Isabel carece de alegría y sobrenaturalidad: que el niño no “salta” en el seno de Isabel ni la santa mujer “exhulta de gozo” ni afirma el conocido “bendita entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.

Comencemos por el final. La película no es como dicen los críticos: Isabel saluda evangélicamente a María. De hecho, la sorpresa de María es enorme (pues ella no había dicho, obviamente, nada y aún no se le notaba el embarazo) y pregunta: “¿Cómo lo has sabido?” Lo que da pie a Isabel a dar la respuesta evangélica: “¡Quién soy yo para que me visite la madre de Nuestro Salvador! En cuanto escuché tu voz saltó de alegría el niño en mi vientre”…

Todo el encuentro destila alegría y ternura. Allí, en la casa de Isabel, María es testigo del amor paternal de Zacarías hacia el bebé Juan y comienza a comprender la necesidad de un padre bueno para el hijo que ella lleva en su seno.

Los dos primeros puntos dan el tono de lo que realmente ocurre en la película. El ángel saluda a María como “elegida”, y el Magníficat, que por intensidad narrativa es trasladado al muy emotivo final, le quita todo el protagonismo a ella. Y el tercero nos hace pensar algo que será frecuente en la película.

De acuerdo que hay poco material en los Evangelios sobre la infancia de Jesús, y que, por tanto, el guionista debe interpretar e inventar muchos puntos pero ¿por qué quitar justo aquellos momentos de los que sí tenemos constancia evangélica?

Me gustaría señalar, sin embargo, el precioso recorrido personal que hace Gaspar: desde la increencia hasta la adoración. Él es quien, finalmente, sin casi poder hablar, otorga el regalo de mayor profundidad, quien más se ha acercado al misterio de Cristo: “Mirra, para honrar tu sacrificio”. Pero sigamos con el análisis y dejemos las conclusiones para el final.

María, ¿Inmaculada?

En este segundo grupo entramos en la materia más relevante, relacionada con aquellos puntos en los que los críticos consideran que se ataca el dogma de la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María. Se mencionan los siguientes puntos:

a) María duda de la Palabra de Dios. Según los críticos cuando ella al escuchar el anuncio pregunta al ángel: “¿Cómo es posible?”, lo hace moviendo la cabeza en signo de negación. Un segundo momento de duda aparece yendo a visitar a Isabel, cuando suspira a Dios diciendo: “¡Por favor, Señor, haz que Isabel esté encinta tal como me dijo el ángel!”

b) María, miente. A San Joaquín, su padre, los soldados enviados por Herodes le quitan un asno de su propiedad. José lo recupera comprándolo y se lo da a María y le dice: “Dile a tu padre que se lo dejaron olvidado, así conservará su orgullo”.

c) María se rebela contra sus padres. Cuando los padres de María eligen a José como su futuro esposo, ella muestra desagrado y dice: “¿Por qué me obligan a desposarme con un hombre que no amo?”. La escena termina con María yéndose de casa y dejando plantados a sus padres y a su futuro esposo.

d) María, falta de esperanza. Tras haber sido prometida a José y el enfado de María, Santa Ana se acerca para consolar y animar a su hija. En un momento de la conversación, le dice: “…Siempre hay esperanza”. A lo que esta María replica: “¿Incluso en Nazaret?”.

e) María se enreda en la adivinación. Cuando, de camino a Belén, José y María pasan por Jerusalén, una adivina les regala dulces y lee la mano de María, diciéndole que su hijo será varón. Los críticos claman que María debía haber retirado rauda la mano, sabiendo que la adivinación era abominable ante Dios para un judío (Cf Dt 18:10), cuanto más para la Inmaculada.

 

f) María, falta de caridad. Cuando llegan los soldados de Herodes a recaudar los impuestos a Nazaret, uno de los campesinos no puede pagar, por lo que se llevan a su hija como esclava, en una escena llena de gritos y violencia, ante la impasibilidad o impotencia de María, José y el resto de los vecinos.

En otro momento, volviendo de visitar a Isabel, se encuentran en el camino con un grupo de “rebeldes” judíos crucificados en árboles por los romanos y María parece impasible. En un momento del camino hacia Belén, el burro que llevaba a una mujer detrás de María y José se cae y ellos siguen “como si nada hubiera ocurrido”. Y, finalmente, se encuentran con un pastor, ya cerca de Belén. El pastor les invita a descansar en su fuego y les habla de sus sueños y desesperanzas. María y José se van sin darle ni siquiera una palabra de consuelo, aunque con significativas miradas entre ellos, sabedores de que su Hijo es el Salvador, el auténtico consuelo que el pastor espera, pero sin decirle nada a él.

g) Dejo para el final el punto más espinoso: el parto de María. La María de esta película pare con dolor. Los críticos afirman rotundamente que dada la Inmaculada Concepción de María, a ella no le cabe la misma maldición que a las demás mujeres: “con dolor parirás a tus hijos” (Gn 3:16b). Por tanto, María no debió sufrir en el Parto.

Hay algunos detalles más que, por brevedad, no incluyo. Baste esto para dar una idea global. Para mí el punto fundamental es la duda de María en el viaje a la casa de Isabel. Ciertamente, no se entiende con la perspectiva católica que María le pida a Dios que sea verdad la palabra que le ha dado el ángel. Que le pida a Dios que se cumpla la palabra de Dios. Esa duda no la entiendo, no me la consigo explicar.

Lo demás me parece más sencillo de aceptar. Entiendo que María se moleste con sus padres por decidir el futuro por ella. Quizá sea anacrónico pero, fabulemos un poco: ¿Cómo habría reaccionado nuestra Madre del Cielo si, habiendo hecho un voto de virginidad como creemos los católicos, sus padres le escogen esposo con tan sólo 14 o 15 años de edad? No lo sé, pero un enfado (que desaparece pronto en la película) no me parece una reacción extraña.

No tengo claro que esto afecte al dogma de la Inmaculada. Hablando de este punto, no aparece en la película indicado este voto de virginidad, aunque María no da a José ni un casto beso en la mejilla en toda la película. Pero que no apareciese el voto no me sorprendió: los exegetas lo han afirmado desde antiguo a partir de las palabras de la Virgen, pero no es fácil que un creyente medianamente formado lo infiera a partir de los Evangelios: se necesita conocer profundamente el contexto histórico, las expresiones de piedad y las expresiones concretas de María para afirmar este voto.

Sí es cierto que ciertas expresiones de María resultan ambiguas, pero desconozco si no serán fruto del doblaje al español. María le dice al ángel que no entiende cómo será posible que ella conciba, pues “no he yacido con un hombre”. Y, según María, tras los esponsales la ley le obliga a permanecer pura durante un año.

En ninguna de las dos frases dice nada de lo que ocurrirá después, no se menciona ese posible voto. Pero desconozco este tema en profundidad, así que no puedo entrar a valorarlo más.

La posible falta de caridad de María ante la caída de sus compañeros de viaje también puede discutirse. Ciertamente es una reacción sorprendente la que tienen José y María, aunque hay que indicar que la mujer es inmediatamente auxiliada por su propia familia y puesta de nuevo en pie sin apenas dar tiempo a José a reaccionar más que con un sentido: “su caballo está débil”.

En la trama, este hecho se utiliza para justificar el posterior desarrollo argumental: durante el viaje, tienen que ir racionando la comida. José reparte el alimento, quedándose él con una pequeña parte, que a su vez, tras un bocado o dos, esconde para dárselo al burro y mantenerle así más fuerte.

Las demás escenas no quedan tan claras como parece: ciertamente Ana sujeta a María y le grita para que se quede quieta cuando los soldados raptan a la mujer; parece así querer indicar la directora que a María le parecía una injusticia pero ¿qué otra cosa podía hacer? Igualmente ante los crucificados ¿qué podía hacer María? Todo lo dejo en el aire salvo el encuentro con el pastor. Él, que había declarado que su único regalo en la vida había sido vivir esperando un regalo, es el primero en recibir la anunciación y en llegar al Pesebre. María le reconoce. Es un momento muy tierno y emotivo. Aunque, ciertamente, yo hubiese esperado una palabra de consuelo de parte de María en su primer encuentro.

La adivinación podría haber sido resuelta de otra manera, no hay duda. Pero da la impresión de que María no sabía lo que la mujer iba a hacer. La adivina no se presenta como tal, sino que le ofrece dulces y luego le coge la mano. Y, acto seguido, la adivina queda “desautorizada”, cuando le dice a José, el supuesto padre, que “no hay nada más bonito que verse reflejado en un rostro joven”.

La directora aquí ha querido poner un eslabón en el proceso de José de asimilación del embarazo de María y su propia relación con el Niño que va a nacer. ¿Podría haberse realizado de otra manera más ortodoxa? Seguramente, pero tampoco este me parece un punto muy grave.

La mentira piadosa es, incluso, comprensible, aunque dejo en el aire si la Inmaculada habría accedido o no. Ciertamente, en un momento posterior María le dice a José que nunca le pediría que mintiese. Y la supuestamente desesperanzada respuesta de María “¿Incluso en Nazaret?”, a mí me recordó a Natanael (“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”). No respondo, no lo pretendo: lo vuelvo a dejar en el aire, que el lector saque sus propias conclusiones.

Entremos en el tema del parto. Este tema ha sido una piedra de escándalo para los críticos más acérrimos de esta película. Tuve que hacer una pequeña labor de investigación antes de poder afirmar lo siguiente: el dogma proclama que María fue “virgen antes del parto, virgen durante el parto y virgen después del parto” en la preciosa fórmula de Pio V que el Papa Juan Pablo II desarrolló en la Audiencia General del 28 de agosto de 1996 [3] .

Sin embargo, el dogma no exige creer que María no sufriese durante el parto. La Iglesia no se ha definido. Ciertamente, grandes Padres y Doctores de la Iglesia, incluyendo a San Ambrosio, San Agustín y Santo Tomás de Aquino enseñaron que la Virgen no sufrió dolores de parto. Son opiniones verdaderamente muy autorizadas y fundadas, pero no han sido adoptadas como dogma.

El padre Jordi Rivero tiene publicada en la página web de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María (www.corazones.org) una recopilación de argumentos a favor y en contra completamente ortodoxos que os invito a leer [4] .

Como dice Pablo Ginés en ForumLibertas: “ Quizá la forma de expresar esto de la directora Hardwicke es el contraste entre el parto de Isabel y el de María, sencillo y sin gritos. Pero puede que sea insuficiente para muchos católicos”. Por cierto, puede ser casualidad o no, pero, al que le ayude: el Niño Dios nace en la tercera contracción de María, tras un fundido en blanco al quedar María cegada por la luz de la estrella…

Conclusiones

Mi opinión personal, a raíz de mi propio visionado de la película y de las conclusiones de un pequeño debate que organizamos entre varios amigos al salir del cine, es que la María de la que trata la película es una María protestante. Es la única explicación que me permite explicarme a mí mismo todos los puntos que quedaban en el aire, sin explicación.

Los protestantes no consideran que María fuese preservada del pecado original por los méritos de su Hijo. Por tanto, era una como cualquiera, con sus dudas, con su miedo, sin ningún otro protagonismo que haber sido “elegida” misteriosamente por Dios, y como tal la saluda el Ángel.

No obstante, esta María es muy profunda, contiene momentos que sirven de gran meditación para un católico. Es muy interesante como en varias discusiones sobre la película en las que he estado presente, los participantes han tenido que formular y pensar detenidamente sobre los contenidos de su fe, y enfrentarlos con la opinión del mundo y con la propuesta de esta película. Sin duda, invita a pensar y creo que eso siempre es bueno.

La figura de María resulta a menudo demasiado seria y triste para la habitual mentalidad católica.

Hay momentos en los que ciertamente la simbología está mal elegida, como cuando una serpiente asusta al burro mientras cruzan un río, tirando a María y convirtiendo a José en protagonista de un tierno rescate. La imagen no es ofensiva, pero contrasta muy vigorosamente con el decidido Cristo de Mel Gibson pisando la serpiente en el Huerto de los Olivos o la triunfante Señora del Apocalipsis.

Sin embargo, es muy bonito ir viendo como María se enamora de José durante el viaje, evolucionando desde la resignación por obediencia a sus padres a un completo amor por su esposo. O como se preguntan acerca de cómo será su Hijo, cómo será su futuro y su vida.

También es importante considerar, no como justificación, sino como un elemento a tener en cuenta, que es diferente la María de Belén a la María de Jerusalén: la María de la Pasión en Jerusalén ha vivido treinta años con su Hijo; Él ha dedicado treinta años a preparar a su madre para su propia Pasión. El efecto de Cristo en María Inmaculada debió haber sido muy notable.

La figura de José es realzada en esta película. Es muy emocionante ver, por ejemplo, de qué manera José va aceptando al Hijo de la mujer de la que está devotamente enamorado. Aunque en un primer momento no creyese a María, tras su sueño José acepta que el Niño es Hijo de Dios, pero tarda mucho en aceptar que él tenga que ser el padre en la tierra.

La terrible discusión con María, Ana y Joaquín sobre el inesperado embarazo expresa muy claramente el profundo dolor de un hombre justo que “siempre ha buscado el honor”, honor al que renuncia por amor a su esposa tras el mensaje del ángel. La escena de la adivina permite a la directora reflejar el hondo sufrimiento que experimenta José al no ser el padre “real”, pero ese dolor va evolucionando a una contemplación de un misterio al que no sabe cómo enfrentarse (“¿Podré enseñarle yo algo a Él?” llega a decir) y termina en gozo y amor auténtico en el Nacimiento en el Pesebre.

Una nota curiosa. Si os quedáis a los títulos de crédito, veréis que la película contó con asesor histórico, asesor judío, asesor astronómico…pero no un asesor católico. Curioso detalle.

Las figuras de los Magos de Oriente son personajes que divierten y es muy bonito el proceso de Gaspar, tal y como ya ha sido indicado. La explicación de la estrella de Belén como conjunción de una nueva estrella y dos planetas me pareció novedosa: había escuchado interpretaciones de cometas, conjunciones planetarias y novas (nuevas estrellas), pero una fusión de este estilo, no lo había leído. Y me gustó, me pareció original. No sé qué habrá dicho el asesor astronómico al respecto, pero me gustó.

En general, mi impresión es que la película no transmite espiritualidad. Cuenta una historia y muestra evoluciones de personajes muy bonitas e interesantes, con mucho contenido para contemplar y meditar; pero resulta, en último término, un poco fría, algo distante, no te afecta a ti, espectador, interiormente.

Es manifiestamente mejorable, no hay duda, y hay que tener claro que la María que presentan no es, a mi juicio, la María Inmaculada en la que creo.

Pero, por encima de todo, opino que es una película que refleja como nunca hasta ahora el misterio de la Navidad. Por ello creo que es una película para difundir y promover. Y para discutir sobre ella, de manera que todos profundicemos en nuestra fe y en nuestra cercanía a Cristo y a su Santísima Madre. Que es, al fin y al cabo, el auténtico misterio de la Natividad.

 


 

[1] En este comentario me he centrado en las críticas publicadas en internet por el P. Justo Antonio Lofeudo mslbs; La crítica “La Natividad: Otros aspectos del filme”, de la revista Panorama Católico; y la crítica publicada en ForumLibertas por Pablo Ginés. Las otras dos circulan por internet, pero pueden descargarse en las webs: http://www.panodigital.com/actualidad_eclesial/cerrando_los_testimonios_sobre_la_natividad y http://www.panodigital.com/cine/la_natividad_otros_aspectos_del_filme

[2] Desafortunada referencia a este tema se encuentra en la crítica del P. Justo Lofeudo.

[3] http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1996/documents/hf_jp-ii_aud_19960828_sp.html

[4] http://www.corazones.org/maria/ensenanza/dolor_parto.htm

 

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