Anuncian en El Correo Gallego del día 17 de marzo que en la actualidad en el Hospital de Santiago de Compostela, más de cien pacientes, de 12 a 66 años, están esperando un órgano para salvar su vida, lo cual califican como grave problema médico y achacan a las negativas de las familias de los fallecidos para autorizar las correspondientes donaciones. Comentaban también recientemente en El Mundo que un 8% de las personas que están a la espera de un órgano vital fallecen anualmente.
Considero que se está vulnerando el derecho fundamental a la vida de los pacientes que se encuentran a la espera de un órgano, dado que la Ley de Trasplantes en su artículo 5 dice que, previa comprobación de la muerte, podrá realizarse la extracción de órganos con fines terapéuticos si el fallecido no hubiera dejado constancia expresa de su oposición a la misma.
Se están dejado de extraer órganos que cumplen estos requisitos, y podrían salvar vidas, ante la insistencia en la obtención del consentimiento familiar, no preceptivo según la ley. Creo que el derecho a la vida de las personas que se encuentran a la espera de un órgano para poder sobrevivir está por encima, dado que es un derecho fundamental, de los derechos de un fallecido a ser enterrado o incinerado con sus órganos, y por encima de los deseos del familiar al respecto.