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Luz pagana en La Catedral

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Mi catedral es muy bella. Es La Catedral. Ha sido reconocida por los siglos de los siglos como una joya del joyero de la Iglesia universal. Además, tiene historia de las que pueden contar historias, hasta el punto de que hay sectores políticos y sociales que pretenden apoderarse de su valor, pretendidamente ultrajado por ultradominadores, de esos que dan cuerda a la mujer para luego encerrarla en los fogones de trastienda. No en vano, es La Catedral.

¿Por qué ahora se ha pasado al fogón posmoderno de los farolillos que hunden su historia en las tradiciones paganas? (tweet de infovaticana) ¡Hasta ha promocionado a bailarines del salón recreativo! ¿Que qué salón? ¿Todavía no te has enterado del que su rector el obispo les monta el fin de semana entre candilejas para distraer a sus jovenzuelos que no tienen nada más que hacer que mover el esqueleto a ventolera? Posiblemente sea ese éxito el que le haya ascendido al cardenalato. Es El Cardenal, y pobre de ti que no lo reconozcas al salir de la tienda de campaña que monta frente al altar en plena celebración de La Luz (esa que antes nos hablaba de Navidad), porque, según sus cantos entre desatinos, “¡llega La Luz!”.

¡Qué espanto! ¿No era eso de la Navidad un invento cristiano? ¿Es que ya no difunde, aquella Iglesia bimilenaria, la leyenda de “Luz de las naciones” de un Niño nacido en un establo periférico, nada menos que en pleno invierno y entre un mulo y una vaca? ¡Quizás sí que haya quedado trasnochada al fin, como pronosticaban aquellos a los que ella llamaba “paganos”, y ahora dicen que todo un profesional archirreconocido del teatro la ha llamado “pagana” a Ella! Han tenido que salir unos y unas en Twitter afirmándolo, pero no sé de dónde lo han sacado, como no sé de dónde sacó El Cardenal el vestuario que inflamaba farolillos y controversias. “Yo no le reprocho a la Iglesia que dejara de creer en Dios. Le reprocho que dejara de creer en el teatro”, dicen los twitteros que dice el dramaturgo. Claro, esos taumaturgos se lo sacan todo de bandolera.

Pero… ¿no será eso lo que la Iglesia ha llamado siempre “inculturación”, con esa intención que nunca ha escondido de extender entre todas las culturas por todos los rincones del orbe su mensaje de Amor? ¿O será más bien que ahora, desencantada con que en la sociedad posmoderna el amor brilla por su excelencia, ¡ahora pretende darnos lecciones de relaciones públicas!? ¿Será, quizás, que se ha lavado las manos y el maquillaje -por eso de la Covid-, y ha cambiado su mensaje de Amor por el más orgiástico bodrio de la Nueva Era? Quizás sí que sea eso del Nuevo Orden Mundial que quieren imponernos. No sé, más bien parece que uno y otro, así visibilizados, chirrían entre cortocircuitos. Lo demás, está por ver. ¡Porque yo ya me lo espero todo!

¿Será, quizás, que se ha lavado las manos y el maquillaje -por eso de la Covid-, y ha cambiado su mensaje de Amor por el más orgiástico bodrio de la Nueva Era? Clic para tuitear

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