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Justicia social (III)

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Cada uno debe encontrar la horma de su zapato. El problema añadido es que eso no siempre es posible. Al menos, de inmediato. Pues en nuestro mundo 3.0. todos buscamos ansiosos aquella esperanza que colme nuestro ser interior, pero pocos la identifican, motivo por el cual tantos hay que ya hace tiempo abandonaron la lucha y tragan toda la mierda que (sin perdón) encuentran en su remontada al vacío existencial.

Estamos a las puertas de una revolución. Pero cómo empezará es el misterio. Pues estamos todos anestesiados, cada uno encerrado en sus propias cavilaciones y pesadillas. Sin embargo, todos compartimos al menos un rasgo más: estamos todos sometidos, todos esclavizados por el mismo sistema multitentacular, que, al ser virtual, como pulpo mastodóntico, ataca anestesiando, al tiempo que deja abandonado al individuo convenientemente individualista convirtiéndolo en masa de individualistas, el cual, al ser atacado por todos los frentes por una difusa masa de individuos extraviados y desconcertados como él, no encuentra fácilmente el contrincante para atacar y defenderse.

Por ello, insisto de vez en cuando que lo más probable es que se desate la históricamente novedosa locura del “todos contra todos”, más que cuando la psicosis se convierte en colectiva. Eso sí, todos identificamos como responsable del entuerto al presidente del gobierno de turno, pues en principio, el mal, aun estando difuso y teniendo el origen en numerosas vicisitudes subjetivas ocultas a la mirada inocente, viene gestionado directamente por el presidente del gobierno, como mangón que mangonea cuanto el poder oculto exacerba.

Hemos hablado en las dos entregas anteriores de esta serie de la complicada vida de muchos de nosotros al tener que enfrentar soldaditos etéreos e invisibles por las cuatro esquinas y a toda hora, día tras día, sin descanso; apuntemos que este hecho es el causante de lo difícil que nos resulta entendernos entre nosotros, puesto que, además de que todos debemos superar los mil y un vericuetos del día a día, luego vienen las consecuencias de tanto improperio, que llega un momento en que nos saturan y explotamos, a menudo sin que sea esa nuestra intención razonada, puesto que, cuando la cuerda se tensa demasiado, es fácil que se rompa: la emoción vence a la razón (aquello a lo que algunos cantan como si fuera el arca de Noé).

“El corazón tiene razones que la razón desconoce”.

Y ahí estamos. Como el documentado que cita a Pascal… porque se cree de toda guisa intelectual. Todos igualitos, como pollos sin cabeza. Todos oculta y fácilmente teledirigidos, al ser todos del mismo palo. Pero como resulta que no todos somos del mismo calibre, los hay que pesan más que otros, porque soportan más que otros… al tiempo que otros ven lo que no todos ven. Y ahí está el meollo.

Si somos sinceros, debemos reconocer que no todas las leyes que estamos dictando son justas, ni tan solo objetivas (porque van contra la razón), y por eso deben ser dictadas e impuestas por la fuerza por parte del déspota oligárquico, que procede por norma despistando al personal. Al tiempo que juega con la ingeniería social, chanchullea para poder acabar imponiendo el bestialismo con el apoyo de las minorías bestializadas previamente atizadas con narcótico suave, que −porque las apoya y promociona− directamente le refuerzan el poder, auspiciado por el capital, que por pura y simple ética humanista debería ser usado para regenerar la sociedad.

Llegados a este punto, deberíamos todos preguntarnos: ¿es ser comunista quejarse del poder desmesurado del capital, o el comunista es el que se crece en la sombra con este modo de proceder? El comunismo separa entre “arriba” y “abajo”, lo mismo que el nazismo (ambos son dictaduras): la clase dirigente subyugante, opulenta como crème de la crème, impostora de la ley; y la plebe que, como subyugados títeres sonrientes, se supone que debe obedecer con la falsa felicidad del enajenado. ¿Es muy distinto de lo que estamos experimentando hoy en diversos países, que para fortalecerse se apoyan mutuamente (porque son los mismos los que están detrás)? Pregunto. El viernes que viene continuaremos buscando la respuesta. −¿Seguiremos de pie?

Twitter: @jordimariada

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