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Aborto: vendrá el castigo

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Siempre ha habido en la Iglesia como dos predicaciones, complementarias entre sí, verdaderas ambas, cuya intensidad se incrementa o disminuye según tiempos y personas concretas.

Una afirma que el mal está muy extendido, que los seres humanos somos un desastre y que vendrá un castigo terrible en este mundo y en el otro.

La otra dice que Dios es muy misericordioso y que quiere que todas las personas lleguen al conocimiento de la Verdad y vayan a una eternidad plena de felicidad. Pecado y gozo.

Ambas predicaciones son correctas.

Si bien es cierto que, por sí misma, la Misericordia es superior a la Justicia; no es menos cierto que la Justicia existe y se aplica.

Durante decenios, el Occidente civilizado y democrático ha aceptado que un ser humano sea destruido en el vientre de su madre. Lo aceptan muchas personas, de todos los niveles sociales y culturales, y ello se ha trasladado a leyes y costumbres. Incluso antes de que el aborto provocado fuera despenalizado en España, no se castigaba a nadie por ello. La mayor parte de los partidos políticos aceptan el aborto con naturalidad en casi todo el mundo.

El mandato de evitar matar al inocente y justo se halla inscrito en nuestra naturaleza humana y ha sido subrayado como uno de los mandamientos de la ley de Dios. Como médico y activista senior, no menosprecio los grandes sufrimientos y preocupaciones que tienen algunas madres en sus embarazos. Ello atenúa algo su responsabilidad moral. Sin embargo, la sociedad y la Medicina están para ayudar; nunca para dañar.

El aborto provocó extrañas reacciones en muchos: no te permiten hablar de “matar”, no te permiten exponer en público los restos de un aborto (con su cabeza, su cuerpo y sus extremidades), hablan de un derecho, lo comparan con una intervención cualquiera, no te permiten ni rezar cerca de los abortos y casi sacan espuma por la boca cuando serenamente les hablas de la radical diferencia que hay entre la Cultura de la Vida y la de la Muerte.

Desde hace ya muchos años se puede ver al embrión y al feto en el seno materno, la Neonatología ha avanzado mucho y salen nacidos con unos pocos gramos de peso, hemos establecido un sistema de protección social que atiende infinitas necesidades, la información de lo que es un ser humano fluye y puede alcanzar al que desea ser informado. Y, sin embargo, la voluntad de muchos es que se siguen produciendo abortos. No se arrepienten, no cambian su actitud, no se abren al respeto de humano a humano, no hacen caso de Dios, no quieren creer que estemos en este mundo de paso y de prueba, no aceptamos la ayuda de Dios. Son cerriles.

Pero el ser humano ha sido creado libre, con una libertad limitada y ayudada, pero libre. Los que se empeñan en matar al inocente (y dejar a su madre con un trauma) y son impenitentes, ciertamente recibirán castigo. Han tenido y tienen oportunidad de enmendarse; y no lo hacen. Los inocentes serán resucitados, pero sus impenitentes mandantes de homicidio, por la dignidad que merece el humano libre, recibirán el infierno. Aunque Dios no quiera.

NOTA:

Lo mismo que digo sobre el aborto vale para guerras injustas y hambrunas provocadas.

Artículo publicado en https://www.fiamc.org/

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • Gracias Dr José María por sus valientes palabras!!! Que Dios lo bendiga!!

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  • Palabras que deberían leerse en el Congreso a ver si se enteran esas señoras diputadas, tan peripuesta y engreídas, que en su profunda ignorancia y estupidez proclamaron a gritos, una, que las mujeres no abortan personas, y la otra, que siempre habrá abortos y que por tanto hay que legalizarlos.
    Aunque sean ateas y no comulguen con la parte cristiana de la exposición del Dr. José María Simón, da igual, porque algo les llegará a lo hondo de su anestesiada conciencia. Y por encima de todo se les caerá la cara de vergüenza ante las verdades científicas y humanas que el Dr. Simón les presenta y que ellas solo pueden negar a base de pataletas e insultos, que es lo que les va.

    Responder
  • Valioso escrito. Nada que objetar.

    Me surgen estas preguntas:

    ¿Las mujeres que abortan —por motivos diferentes de violación— no sabían que el probable resultado de tener trato carnal era quedar embarazadas?

    ¿Las mujeres que no reconocen la dignidad del individuo de la especie humana (definición de «persona» de la RAE) que hay en su vientre, que no pidió ser traído al mundo, que es absolutamente inocente, y aun así lo eliminan, esas mujeres tienen derecho a que se les reconozca que tienen dignidad, o lo pierden por la misma razón que aducen para el cigoto, embrión o feto?
    (Es sabido que «dignidad» se define como merecimiento.)

    ¿Las mujeres embarazadas por violación, que no quieren que viva el ser humano así concebido, con el argumento de que ese niño va a recordarles siempre ese suceso dramático, traumático y abominable de la violación, se cercenarían los miembros quemados en un incendio para no recordarlo?

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