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Cinco causas de la baja natalidad en Europa

Familia

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La natalidad en Europa ha descendido en los últimos años hasta unos niveles realmente preocupantes, y va a más. Ya en 2004, datos estadísticos señalaban que el nivel de fecundidad en la Unión Europea estaba en 1,5 hijos por mujer, un nivel muy por debajo de la tasa de reemplazo, fijada en 2,1 hijos por pareja.

Entre los casos más extremos de baja natalidad en Europa, como el de Grecia, con 1,29 hijos por pareja, o el de Italia (1,34), se encuentra también España, que actualmente tiene una media de 1,32 hijos por pareja.

Cabe recordar que en 1975 esa tasa era de 2,8 hijos por pareja, por encima de la tasa de reemplazo, por lo que España es uno de los países que más población pierde y, por tanto, más gana en envejecimiento.

Pero, ¿cuáles son las causas de ese descenso de la natalidad en Europa? Veamos las cinco más importantes:

1. El primer hijo se tiene muy tarde. Si tomamos por ejemplo los casos de Reino Unido y Suiza, la edad media en que las mujeres deciden tener su primer hijo está en los 29,7 y 29,4 años, respectivamente, con datos de 2007.

De hecho, la edad media de maternidad se ha retrasado una media de 2,4 años en los últimos 25 años. Si en 1980 una mujer europea tenía su primer hijo a los 27,10 años, cinco lustros después lo hace a los 29,5.

En el caso de España, la edad media de maternidad es también de las más tardías de Europa y no ha dejado de crecer desde 1995. En 2007 estaba en 29,3 años. Además, hasta un 30% de las mujeres tiene su primer hijo con más de 35 años.

2. Descenso de matrimonios. La gente se casa poco y tarde y esto también hace que se tengan menos hijos. Siguiendo con el caso español, sólo un 58% de las parejas son matrimonio, lo que conduce a una cierta desintegración de la sociedad.

Según una encuesta del CIS encargada por el Ministerio de Sanidad, las bodas religiosas son el el 50% y las civiles el 8%, hay un 9% de parejas de hecho y el 33% son parejas desvinculadas.

Se establecen así unos tipos de relación donde la descendencia no tiene cabida.

3. Escasas políticas familiares. Estas condiciones varían en función de las políticas familiares de los gobiernos, que, en los países nórdicos o centroeuropeos, como en Francia, dedican más recursos a estas partidas.

En Francia, por ejemplo, gracias a las ayudas familiares directas se ha invertido la tendencia decreciente del índice de fecundidad. En 2005 se alcanzaba el nivel de 1,99 hijos por mujer, y ya en 2006 se situaba por encima de los 2.

Otros países como Alemania también han emprendido políticas de ayudas a la familia, bonificando directamente el nacimiento y con una aportación mensual por cada hijo.

Luxemburgo destaca especialmente en este campo, ya que, además de tener un Ministerio de la Familia, de la Seguridad Social y de la Juventud, se ha convertido en el país que más invierte respecto a sus socios europeos.

La otra cara de la moneda se observa en los países del sur de Europa, entre los que destaca especialmente España.

4. El aborto hace mucho daño a la natalidad en una gran cantidad de países y de nuevo sobresale España, donde entre el 20 y el 25% de posibles nacimientos son abortados. Y dado que la tasa de natalidad ya es baja, estos efectos se notan más.

La cifra de abortos en España se ha disparado hasta situarse en 112.000 abortos por año. Se trata del incremento de abortos más importante al que se ha llegado jamás en la historia de cualquier país de la UE (exceptuando Gran Bretaña).

5. Calidad del semen A todo lo anterior hay que sumar que hace años que se demuestra que la calidad del semen va disminuyendo. Aunque la continuidad de la especie humana no parece amenazada, los datos de los expertos no dejan de ser preocupantes.

De hecho, la calidad de los espermatozoides se reduce al ritmo de un 1% anual y no se han podido determinar las causas exactas de ese deterioro. “En los últimos 20 años se ha producido un descenso de hasta el 20% de la calidad seminal”, advierte Ignacio Moncada, coordinador de la reciente Reunión Nacional del Grupo de Andrología de la Asociación Española de Urología.

Entre las principales causas se barajan aspectos como situaciones de estrés, ingestión de ciertos fármacos, exposición a productos tóxicos y otros tipos de contaminación, el consumo de drogas, tabaco y alcohol, o los efectos de la quimioterapia y radioterapia.

 

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