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“Nos jugamos la vida” con 4 productos químicos tóxicos con los que convivimos, advierte un experto

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En una sociedad que ha alcanzado las más altas cotas de consumo, convivimos en el día a día con una serie de productos químicos tóxicos con los que “nos jugamos la vida”.

Esa es la afirmación que hace Leonardo Trasande, pediatra e investigador, que pone el acento en los cuatro productos tóxicos presentes en productos de uso diario que representan un gran peligro para las personas: plaguicidas, bisfenoles, ftalatos y retardantes de llama bromados.

Trasande, de 46 años, ha publicado más de un centenar de artículos científicos sobre los llamados disruptores hormonales, calificados por la OMS en 2013 como “amenaza global”, y advierte sobre los costes económicos y sanitarios derivados del uso de esos productos químicos.

En el hogar que comparte con su esposa y dos hijos, este investigador ha vetado en la medida de lo posible las latas de conserva, comida ultrapocesada, las alfombras y los plásticos, todo ello relacionado con esos productos tóxicos.

Sus alarmas están reflejadas en el libro que acaba de publicar, Sicker, fatter, poorer, en el que también explica qué se puede hacer para evitarlos.

Trasande dirige el departamento de Pediatría Ambiental de la facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York y ha participado en el 67 Congreso de la Asociación Española de Pediatría, celebrado los días 6, 7 y 8 del pasado mes de junio en Burgos.

Entre las conclusiones del congreso, la advertencia de que más del 95% de los niños españoles tienen en su orina estas moléculas que hackean el metabolismo.

Hasta tal punto esto es así que el Parlamento Europeo pidió hace dos meses a la Comisión que se prohíban para equipararlos con productos carcinogénicos, mutágenos o tóxicos.

productos químicos tóxicos
Leonardo Trasande y su familia han vetado en su hogar muchos de los productos que contienen químicos tóxicos

Los 4 productos químicos más tóxicos

Hay 1.000 o más químicos sintéticos que pueden interaccionar con nuestras hormonas”, afirmaba Trasande en declaraciones al diario El País el pasado 17 de junio.

Sin embargo, “la evidencia es más fuerte para cuatro categorías: los plaguicidas, los bisfenoles, que se usan en papel térmico (el de las facturas de los datáfonos o cajas registradoras) y enlatados; los ftalatos que están en cosméticos y en varios tipos de envases de comida, y los retardantes de llama bromados en alfombras, quizá en muebles como los tapizados, y en las casas [también en productos electrónicos]. Se pensaba que solo eran dañinos a dosis altas, pero no es así”, añadía.

Hay que tener en cuenta que, además de perjudicar a los humanos, los tres últimos productos químicos citados se usan también en la fabricación o acabados de plásticos, cuyo consumo y vertidos al mar representan una agresión muy considerable para el medio ambiente.

Por su parte, uno de los riesgos del uso de plaguicidas es que sus residuos acaben formando parte de los alimentos, como ya advertía en mayo de 2016 la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De esta manera, “los plaguicidas son potencialmente tóxicos para los seres humanos. Pueden tener efectos perjudiciales para la salud, por ejemplo, provocar cáncer o acarrear consecuencias para los sistemas reproductivo, inmunitario o nervioso”, citaba la OMS.

Actualmente, en relación a esta cuestión, es motivo de debate si la agricultura ecológica, que evita el uso de pesticidas y cualquier otro producto químico sintético, es realmente una solución ante la agricultura intensiva.

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Acciones cotidianas como estas pueden estar en contacto con alguno de los 4 productos quimicos tóxicos

Los más afectados, mujeres embarazadas y niños

El contacto con productos que contienen estos químicos tóxicos es especialmente grave en mujeres embarazadas y en niños, afirma el especialista.

“Hay tres estudios que han documentado que existe relación entre la exposición a pesticidas organofosforados durante la gestación y la disminución en el coeficiente intelectual en los niños. Además, en pruebas de imagen, se veían partes del cerebro menos desarrolladas”, afirma.

Otro tanto sucede con los retardantes, que inhiben el funcionamiento de la tiroxina, la hormona del tiroides que regula el metabolismo. Tras exponerse durante el embarazo “se ha visto no solo una afectación cognitiva, también trastornos de autismo y atención e hiperactividad”.

De hecho, los disruptores hormonales se han asociado con alteraciones de la salud reproductiva, cánceres, diabetes y obesidad. En este último caso porque favorecen la creación de células grasas o ralentizan el metabolismo, explica el investigador.

“Estamos hablando de vida o muerte”

En sus declaraciones a El País, Trasande advierte de que “estos químicos nos afectan a todos. Y el beneficio de reducir la exposición es a corto, medio y largo plazo”.

Estamos hablando de cáncer de próstata, de mama, de efectos cardiovasculares en los hombres. Por ejemplo, los ftalatos inhiben la testosterona. Y la testosterona baja se relaciona con problemas cardiacos e ictus”, añade.

Al respecto, el investigador detalla que “10.000 hombres mueren al año en Estados Unidos por tener baja esa hormona debido a ftalatos. Estamos hablando de vida o muerte: nos rodean productos químicos con los que nos jugamos la vida”, insiste.

El pediatra no pretende ser alarmista, pero “hay una urgencia y con costes económicos de 163.000 millones de euros al año en Europa”.

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Según la OMS, “los plaguicidas son potencialmente tóxicos para los seres humanos»

Cómo reducir riesgos

Ante este escenario, Trasande hace una serie de recomendaciones para reducir los riesgos y la amenaza de los productos químicos tóxicos.

No comer alimentos enlatados. Rápidamente bajan los niveles en orina de bisfenol A. También rebajar las comidas envasadas en plástico y ultraprocesadas. En dos o tres días disminuyen los ftalatos. Lo mismo ocurre al eliminar ciertos cosméticos y al pasarse a los alimentos orgánicos”, asegura.

También aconseja no meter plásticos ni en el microondas ni en el lavavajillas, porque “a altas temperaturas se transforman de polímeros a monómeros que pasan a la comida y en último término al cuerpo”. Y otra de las recomendaciones es ventilar 15 minutos al día para eliminar el polvo químico de alfombras y componentes electrónicos.

En cuanto a los contaminantes plásticos, se inclina por usar vidrio y tetrabriks en su lugar. Pero, en caso de usarlos, fijarse en que dentro del triángulo con el que están marcados no figure el 3 (PVC), el 6 (poliestireno) o el 7 (policarbonatos que pueden tener bisfenoles).

También es partidario de sustituir las sartenes antiadherentes por las de acero inoxidable o hierro, “las de toda la vida”.

Este experto insiste en que estamos rodeados por estos químicos «en el metro, en la escuela y en los centros de trabajo», y en que los beneficios de evitar la exposición a ellos son palpables desde el inicio, como ocurre cuando se deja de fumar.

Respecto a la prevención, Trasande considera que Europa está más avanzada que Estados Unidos: “en Europa se han eliminado más de 1.300 productos, en Estados Unidos, 11. En eso no me siento orgulloso de mi país”, dice.

Cuando se refiere a España, concluye destacando que “existe una oportunidad para impulsar la agricultura orgánica desde las autoridades y liderar ese campo para aumentar la producción de estos alimentos libres de pesticidas”.

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