¿Quemado vivo? En Montserrat no hacen memoria

Pere Vallmitjana Abarca, benedictino de Montserrat de 61 años (nació en Barcelona en 1875), fue asesinado en Cerdanyola (Barcelona) el 21 de febrero de 1937 y beatificado en 2013. Como para la mayoría de los monjes mártires de esa abadía, es casi imposible encontrar datos biográficos (a buen entendedor…). Era sacerdote, y la documentación de la Causa General precisa que «según algunos [fue] quemado vivo en un horno de cemento».
El mártir pertenecía a una familia de artistas: tuvo un hermano escultor, Agapito (1860-1915) que intervino en el monumento a Colón de Barcelona, y otro ingeniero químico, Augusto; el padre de los tres, Venancio Vallmitjana i Barbany, era escultor, con un hermano de la misma profesión y llamado también Agapito; el abuelo paterno del mártir era un tejedor llamado Felipe. El hermano químico (Augusto), tuvo un hijo pintor paisajista, August Vallmitjana i Garrido, establecido desde 1943 en Madrid y posteriormente en Buenos Aires, donde vivió su hijo el también pintor August Vallmitjana i Faja. El otro hijo del químico, Hubert, fue pintor y decorador (ambos hemanos realizaron una película en la posguerra, dice un artículo firmado por FFV). Hijo de este fue el también pintor Hubert Vallmitjana i Bàrcia.

Buscando documentación sobre Montserrat en la Biblioteca Digital Hispánica encuentro una colección de fotos en la que el monasterio se cita por la foto de un «acto de unidad proletaria celebrado en Montserrat el 20 de agosto de 1938 en torno al cincuentenario de la UGT». En ese acto aparece Julio Álvarez del Vayo, del ala del PSOE más propensa a plegarse a las órdenes de los comunistas estalinistas, a quien a su vez aparece ligado en estas fotografías, y en los hechos que retratan, el presidente de la Generalidad, Lluís Companys. Pero no es en esta colección de 1938 (en la que por cierto aparece un personaje del que no estoy seguro que sea Tarradellas, en la foto de del Vayo pronunciando un discurso en una cena el 19 de julio de 1938).


La foto que me llamó la atención está en una colección donde Companys y del Vayo compartieron discurso (con el general Pozas, otro moderado: aquel bajo cuya responsabilidad se fusiló a los rehenes del Tren de la Muerte) el 6 de julio de 1937 en un acto de comisarios políticos del Ejército Popular en Barcelona: cuatro meses y medio después del asesinato del mártir aquí citado, y dos después del aplastamiento de la resistencia anarquista al estalinismo en Cataluña, Companys afirmaba su solidaridad con los nuevos amos de la situación asegurando que «el Ejército y el pueblo son una misma cosa», antes de recordar que no creía en «religiones de ultratumba».
El prior de Toledo: «me alentó en aquellos momentos de peligro»
Ovidio Fernández Arenillas (padre Eusebio del Niño Jesús), de 48 años (nació en Castilfalé, León, en 1888) era el prior de los carmelitas descalzos de Toledo, donde fue asesinado el 22 de julio de 1936; fue beatificado en 2007. El convento de carmelitas descalzos de Toledo había sido elegido por los sublevados el 21 de julio a las órdenes de Moscardó como uno de sus lugares de defensa.
Al comenzar el asedio de la ciudad, al día siguiente los guardias civiles que lo ocuparon se retiraron al Alcázar, y los religiosos –una comunidad de la que ya han sido beatificados 16 como mártires- trataron de huir. Seis de ellos no llegarían vivos al anochecer: el prior; los alumnos de teología Esteban Cuevas Casquero (fray Eliseo de Jesús Crucificado), Perfecto Domínguez Monge (fray Perfecto de la Virgen del Carmen) -ambos de 22 años-, Tomás Mateos Sánchez (fray José Agustín del Santísimo Sacramento), Pedro Ramón Rodríguez Calle (fray Hermilo de San Eliseo) -ambos de 23 años- y el novicio Clemente López Yagüe (fray Clemente de los Sagrados Corazones), de 24 años.
Fernández Arenillas profesó en Segovia en 1904, ordenándose en Toledo en 1912 y marchando a Cuba en 1917, hasta su regreso a España en 1927. Confesor y director espiritual de prestigio, fue elegido prior de Toledo a fines de mayo de 1936, preocupándose de buscar casas donde pudieran refugiarse todos los religiosos en caso de necesidad. Él hizo lo propio ese 22 de julio en la casa de la familia Rodríguez Bolonio, sita en la calle del Instituto, 19. Allí una maestra refugiada le pidió confesión, contando después:
Recuerdo que tanto en la confesión que hice con él en los momentos antes del martirio, como después de la confesión, me animó mucho a estar dispuesta a sufrir el martirio, lo que me sirvió de aliento en aquellos momentos de peligro, haciendo participantes a otros de este aliento y optimismo, estando segura de que el siervo de Dios presentía su próximo martirio. Ese mismo día llamaron a la puerta dos milicianos, asegurando a quien abrió: Aquí hay un cura refugiado, si no dices dónde está, te mataremos. El padre Eusebio lo oyó desde su habitación y salió a entregarse, pidiendo que no hiciesen daño a la familia, pues eran muy buenas personas. En ningún momento dio sensación de miedo y, cuando le prendieron demostró una serenidad no común, saliendo despacio, sin alterarse, con dominio de sí mismo, relata un testigo. Le sacaron a empujones a la calle, caminó con los brazos en cruz y apenas a ocho o diez metros de la casa le fusilaron.





El vicario de Jaén





Nicolás Pereda Revuelta (hermano José Federico), marista de 20 años (nació en 1916 en Villanueva la Blanca, Burgos), fue uno de los asesinados en Montcada i Reixac el 8 de octubre de 1936, cuyo rescate se gastó en armas el honorable Tarradellas.



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