Hoy en día es más o menos fácil encontrar un análisis sociológico para casi cualquier fenómeno. También en el ámbito religioso y en la fuga de católicos.
El problema de estos análisis sociológicos de lo religioso es que siempre dejan de lado un factor clave, lo sobrenatural. Por lo tanto, cuando aplicamos la sociología a la vida de la Iglesia, el resultado será, por fuerza, incompleto. No falso, pero sí incompleto. Pero si bien no deberíamos confiar exclusivamente en este tipo de análisis, sí que nos pueden aportar datos y reflexiones importantes que, aun siendo conscientes de sus limitaciones, pueden ser muy valiosas.
Es lo que ocurre con la obra de Stephen Bullivant, un sociólogo de la religión, profesor en la St. Mary’s University, de Londres, que ha publicado dos libros (Mass exodus y Why Catholics Leave, What they Miss, and How They Might Return) sobre una cuestión de sumo interés: ¿a qué se debe el hundimiento en la práctica religiosa y la pertenencia a la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II? ¿Hemos asistido a un fenómeno exclusivamente católico o estamos ante una tendencia más general que supera el ámbito propiamente católico?
La cuestión es compleja y hay múltiples factores en juego, pero lo que ha estudiado Bullivant desde la sociología resulta interesante y si, tal y como decíamos antes, su respuesta no es exhaustiva, al menos nos aporta algunas reflexiones importantes que nos ayudan a pensar.
Bullivant se basa en el estudio de tres conceptos sociológicos clave. El primero es la teoría de las redes sociales: cuanto más densa es la red social de creyentes, cuanto más relacionados están entre ellos, cuanto más intensa es la vida en el interior de una comunidad religiosa, sus miembros tienden más a permanecer formando parte de esa comunidad. En los casos extremos tendríamos a los Amish, con sus comunidades cerradas y casi sin contacto con el exterior, o los guetos.
Sin necesidad de llegar a esos extremos, los católicos (Bullivant estudia los casos de Inglaterra y los Estados Unidos, pero creo que se puede aplicar a otros contextos) han creado comunidades con códigos propios, «marcadas por costumbres tales como comer pescado los viernes, con formas propias de culto y espiritualidad, e interesadas en una historia común, particularmente de persecución».
El segundo concepto es lo que Bullivant llama «Credibility Enhancing Displays» (Creds), que podríamos traducir como «manifestaciones que mejoran la credibilidad». Cuando un creyente hace algo que manifiesta su fe de un modo meritorio o que exige un especial esfuerzo, esto fortalece la fe de los otros creyentes que contemplan cómo su fe compartida es real. El ejemplo más claro es el martirio, pero Bullivant también cita la adoración nocturna ante el Santísimo o las peregrinaciones.
El tercer concepto es justo lo opuesto: el antiejemplo, el escándalo, que muestra que algún miembro de la comunidad, especialmente con autoridad, no vive según lo que proclama; un fenómeno que tiende a debilitar la fe del resto de miembros de la comunidad.
Los análisis de Bullivant señalan que tras la Segunda Guerra Mundial se intensificaron una serie de tendencias, que no solo afectaron a la Iglesia católica, que la debilitaron en su dimensión de red social. La creciente concentración de población en las ciudades, el debilitamiento de los vínculos familiares, la mayor movilidad geográfica, el impacto de la televisión… fenómenos todos que erosionaron la red social católica.
A continuación Bullivant analiza la respuesta de la Iglesia a estas tendencias sociales, que singulariza no tanto en los documentos del Concilio Vaticano II como en aquel espíritu del Vaticano II que dio forma a las actitudes, decisiones e iniciativas de la Iglesia y que se caracterizaron, según el estudioso inglés, por «la idea de que los católicos debían tener una visión que superase su propia comunidad, debían estar más abiertos, ser más dialogantes con personas de otras fes y no dar mayor importancia a los signos propios de la identidad católica».
Los edificios usados como iglesias difuminaron sus particularidades, diversos aspectos del culto y de la vida espiritual se asimilaron a los de otras denominaciones cristianas, la religiosidad popular fue vista con malos ojos, la exposición del Santísimo olvidada y la referencia a los mártires se consideró un signo de mala educación. De este modo, la Iglesia dejó de lado los «Creds» justo en el momento en que más necesarios eran.
Gran parte de la jerarquía, continúa Bullivant, estaba convencida de que ese camino llevaría a un florecimiento de la Iglesia y ante los primeros reveses insistieron aún más en ese camino (de hecho, medio siglo después, algunos, mostrando una increíble capacidad para no aprender de sus errores, aún siguen insistiendo). Concluye Bullivant que «hubiera sido más sabio buscar maneras de contrarrestar los efectos de los cambios sociales inevitables. Al no hacerlo, la «orientación posconciliar» empeoró las cosas».
Finalmente, a partir de los 80 y de modo creciente con el paso del tiempo, el escándalo de los abusos sexuales, especialmente en el ámbito anglosajón, que es el estudiado por Bullivant, supuso la puntilla. No ha sido éste el factor decisivo que explique el abandono de la Iglesia por parte de muchos, pero sí la conclusión de un proceso: ante una erosión del primer factor en su análisis, la red social, de tipo exógeno, la reacción de la Iglesia posconciliar fue justo, en términos del análisis de Bullivant, excatamente lo contrario de lo que se hubiera necesitado.
En vez de contrarrestar esa erosión, abandonando los «Creds», segundo factor, y dando lugar a una catarata de escándalos y antiejemplos, tercer factor, las orientaciones que se adoptaron en el posconcilio intensificaron la crisis.
¿Hay más factores en juego? Por supuesto ¿Ayuda el análisis de Bullivant a comprender mejor lo sucedido? Yo creo que sí. De hecho, no es de extrañar que algunos de los signos de la Iglesia en nuestros días (recuperación de la Adoración al Santísimo, de la piedad popular, de las peregrinaciones, intentos de fortalecer la vida comunitaria) sean consistentes con el análisis de Bullivant.