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Antigua periodista en Cosmopolitan: mentimos a las mujeres

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Sue Ellen Browder escribía «fake news» antes de que éstas se llamaran así. Ahora, Browder, periodista en de la revista Cosmopolitan durante 20 años, describe lo que se dedicó a escribir esos años como «propaganda».

¿El objetivo? Vender a las mujeres la idea de que la liberación sexual es el camino hacia la realización personal de la mujer soltera.

«La propaganda es muy sofisticada», explica Browder a The Daily Signal. «Es una verdad a medias, una verdad seleccionada y una verdad fuera de contexto«.

«La propaganda no se usa para vender sólo productos», añade. «También se usa para vender ideas«.

Antes de escribir para Cosmopolitan, Browder trabajaba en un pequeño diario, el South Bay Daily Breeze, a las afueras de Los Ángeles. Cuando ella y su marido se quedaron embarazados sin esperarlo, la reacción en el periódico no fue de gran entusiasmo: «Me dijeron que sólo podía trabajar durante los primeros cinco meses del embarazo y que tenía que dejarlo», recuerda Browder.

Esa experiencia convirtió a Browder, que nació y se crió en un pequeño pueblo de Iowa, en una feminista.

Era el año 1969 y ser despedida por estar embarazada fue una llamada de atención. La situación hizo que Browder, que se graduó en la Escuela de Periodismo de Missouri, se diera cuenta de que las mujeres tenían mucho trabajo  por hacer.

Ser feminista en aquel entonces era muy diferente de lo que significa hoy en día, cuando muchos perciben el movimiento como anti-hombres y pro-aborto.

«El movimiento feminista luchaba por la igualdad de oportunidades para las mujeres en la educación y el trabajo«, dice Browder sobre sus primeros pasos. La revolución sexual, por otro lado, «luchaba por todo tipo de libertades sexuales».

Entonces, ¿cómo quedaron los dos tan entrelazados? En parte, dice Browder, gracias a la propaganda que ella misma escribió.

A partir de 1971, Browder trabajó bajo la dirección de la legendaria Helen Gurley Brown, quien fue editora jefe de Cosmopolitan durante más de 30 años y autora del best-seller de 1962 «Sex and the Single Girl».

Siguiendo las indicaciones de la revista Playboy, Brown convirtió la revista en un emporio internacional. Fue ella quien les dio a sus periodistas una lista impresa de reglas a seguir, que incluía instrucciones sobre cómo inventar partes de sus historias para sonar más convincentes.

Browder todavía posee su copia original de las reglas a día de hoy. Al hojear las páginas, lee dos ejemplos en voz alta:

A menos que seas una autoridad reconocida en el tema, las declaraciones profundas deben ser atribuidas a alguien apropiado, incluso si tienes que inventar a esa autoridad en el tema

Intenta localizar algunos de los edificios, restaurantes, clubes nocturnos, parques, calles, así como historias en ciudades que no sean Nueva York, aunque deliberadamente tengas que situarlos en otros lugares. La mayoría de los periodistas viven en Nueva York, el 92% de nuestros lectores no.

Al situar susr historias sobre mujeres que tienen aventuras sexuales extravagantes en lugares como Cleveland y Des Moines, Browder dice, «la revista difundió sus costumbres por todo el país y por toda la cultura pretendiendo que estaban mucho más difundidas de lo que realmente estaban«.

Una de las ideas que Cosmopolitan quería propagar era la idea de que el aborto era un «derecho» de la mujer, años antes de que la Corte Suprema lo declarara un derecho protegido por la Constitución.

Browder detalla la historia de cómo un pequeño grupo de feministas insertó el aborto en la agenda del movimiento feministaen su libro de 2015 «Subverted: Cómo ayudé a la revolución sexual a secuestrar el movimiento feminista«. A partir de ese momento quedó establecida una narrativa: «Básicamente, «Todas las mujeres lo quieren». Así es como funciona la propaganda», dice Browder.

Aunque Browder estaba casada y vivía un estilo de vida tradicional bastante diferente de lo que ella propugnaba en las páginas de Cosmopolitan, también fue corrompida por su influencia. En un momento dado, las ideas de esas páginas influyeron en la decisión más personal que ella y su marido pudieran tomar.

A los 27 años, Browder estaba felizmente casada y tenía dos hijos. Cuando se quedó embarazada de un tercero, ella y su marido decidieron abortar. Era 1974, el año después de Roe contra Wade. «No me di cuenta de la experiencia traumática que sería más tarde en mi vida, de lo mucho que me atormentaría.»

Unos 20 años después, en 1994, la última pieza de Browder apareció publicada en Cosmopolitan. Unos 10 años después, se convirtió al catolicismo y buscó la ayuda de la Iglesia para superar su trauma post aborto.

«Cuando empieces a traicionar la verdad, ésta empieza a perseguirte», dice. «Te atrapará al final. Y es por eso que aunque sabía que estábamos inventando historias, aún así me sentí absorbida y pensé que el aborto estaría bien.»

El aborto de Browder no es lo único por lo que ha pedido perdón. En su libro confiesa la verdad sobre la propaganda que escribió para Cosmopolitan, a pesar de que esto arroja una sombra vergonzosa sobre su carrera como periodista.

«No quiero atribuirme más mérito del que merezco por todo este mal, pero creo que, sin duda, formé parte del imperio del mal, si se quiere decir así», dice a The Daily Signal. «Y lo que me gustaría… para las jóvenes de hoy en día [es] decirles la verdad para que puedan ver cómo mi generación se equivocó, por qué nosotros nos equivocamos y cómo pueden hacerlo mejor».

Para hacerlo mejor, dice Browder, las mujeres pro-vida deben reclamar el movimiento feminista.

«El feminismo pro-vida existe y… de hecho, el feminismo pro-vida es el auténtico feminismo del siglo XXI», sostiene.

Pero reclamar el feminismo no será fácil, añade. Requerirá que las niñas y las jóvenes rechacen las ideas que se les venden en las páginas de Cosmopolitan y en casi todas partes.

Browder se pregunta: «¿Por qué Cosmopolitan tuvo tanto éxito? Porque atrajo a los anunciantes. ¿Y por qué atrajo a los anunciantes? Porque funcionaba. Cuando una joven, una joven insegura, lee estas revistas y piensa que tiene que tener perfume, cosméticos, productos para el cabello, ropa bonita, viajes de solteros… abortos, anticonceptivos, cuando piensa que tiene que tener todas estas cosas, va a gastar mucho dinero.»

Y añade:

Te dicen por un lado, «Sé tú misma»; por otro lado, te dicen, «No eres lo suficientemente buena de la forma en que eres, compra todas estas cosas para ser hermosa». ¿Por qué no eres hermosa tal como eres?

Aquí está el perfume que necesitas. Y por cierto, tus manos tampoco se ven muy bien. Y tu color de pelo está mal. Oh, y cuando te canses de oír eso, toma un poco de helado y un poco de alcohol para acompañarlo, porque entonces estarás demasiado gorda y tendremos que ponerte a dieta.

Sentada en su apartamento, sin el más mínimo maquillaje, Browder, que ahora tiene 74 años, se ríe de lo ridículo de las ideas que una vez dijo a las mujeres que eran el secreto de la felicidad y el éxito.

Pero luego se pone seria, reflexionando sobre el daño que ha hecho y el daño que tales revistas y sitios web continúan haciendo.

«Ahora estamos liberadas, nos dicen. ¿Lo estamos?», se pregunta. «Por un lado, sí. Podemos ir a la universidad. Podemos obtener un título. Podemos ser médicos, abogados, ingenieros. Podemos hacer todo esto. Podemos ganar mucho dinero».

«Pero», se detiene Browder, mirando el iPhone en su mesa de la cocina, «¿estamos realmente liberadas si nuestras chicas tienen eso en sus bolsillos antes de que puedan pensar?»

Publicado por Kelsey Bolar en The Daily Signal

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