Dicen que las mujeres no existen para la sociedad patriarcal en que vivimos. Que son ignoradas. Pero lo cierto es que buscas mujeres para colaborar con ellas y ellas contigo, y no las encuentras. Entonces, vas a los hombres a proponer que ellos pueden hacer esto y lo otro, y resulta que se te dan de baja y hasta te bloquean el teléfono o el Twitter sin previo aviso, y tú vas probando hasta que te cansas. Otras veces, porque ellos y ellas con humos se las dan de señores sin serlo, no siendo más que pretenciosos fantoches. Es una pretensión cada día más común, al tiempo que les sobran dineros -si es que los tienen-, de aquellos amasados dudosamente, al ritmo que van faltando los auténticos señores honorables de antaño. ¿Qué está sucediendo? (Sigue, y te lo esbozo, que otro día te daré más información, cuando la tenga y toque dártela).
La pandemia (que si el coronavirus in vivo, que si los confinamientos…), el trabajo extra al que nos está forzando (no solo a las cajeras del súper, también a los médicos, enfermeras y hasta economistas, hombres y mujeres que deben asimilar trabajos de otra parte del equipo…), la salud (uno tiene Alzheimer y ya no te recuerda, otra se ha roto un brazo que la imposibilita por lo visto tanto…). Pero los hay también que se te excusan muy educadamente aludiendo a mentiras de esas que algunos (los más claritos) llaman piadosas, y no se las creen ni ellas ni ellos. Los más osados, sin embargo, te saltan con que son agnósticos, y por tanto “están totalmente en contra” tuyo y de esa película que te has montado de dioses y convicciones morales. ¡Como que ellas y ellos tienen sus “principios”, y por esto ellas y ellos se te rebotan, “como tú harías con proyectos relacionados con el aborto y la eutanasia”, “¿no es así?”! ¡Si no lo vivo, no lo creo!
¿Quieres saber qué pasa? La gente vive demasiado bien. Estamos en una olla a presión de bienestar que nos está saliendo a chorro por las orejas, inundando con su materialismo voraz su desierto de incoherencias. Antes, se sabía trabajar, colaborar, ayudar… y otros infinitivos similares, sin que las ideas fueran promesa de estropicio. Ahora, la gente está saturada de su yo y de su yo: ¡solo se ven a sí mismos, y cuando se atreven a mirarte a ti a la cara, lo hacen para escupirte o para desdeñarte con la mirada! La ideología campa a sus anchas y lo quema todo. Como hay cola de gente perdida que busca trabajo, si no colaboran contigo, lo harán con el siguiente. Hasta que se quemen también, unos y otros.
Salen humos por todas partes, de tanto que rezuman babas de potajes que así -a presión-, resultan tan saltarines como salteados y entremezclados con aquellos garbanzos que ya no se saborean más que en casa de la bisabuela. Y eso, solo ya los fines de semana que tus padres te aparcan ahí -agobiados-, tratando de que sea visto no como la cara dura que es, sino como una condescendencia hacia la “bisa”. ¿Cómo podríamos, pues, aludir al nombre de tan sui géneris estofado? “Garbanzos escabechados” estaría muy bien para describir la mezcla de sabores explosivos que solo los condenados a vivir en casa de papá pretenden olvidar cuando entre semana encuentran a faltar el recordado potaje del fin de semana.
Lo que no saben unos y otros es la que nos espera. Porque estamos entrando en una nueva era (post-cristiana, la llaman), dura o más dura que era la pre-cristiana, en la que los valores ya solo son vistos como premio y la caridad solo se da entre los pasados de rosca cristianos y entre “los expertos”, que usan las caridades como método para lavarse la cara distrayéndose unas horillas a la semana, en cuanto les proporciona ese lavado de imagen que se llama “responsabilidad social corporativa”. Y así van tirando, vamos tirando, pero… ¿adónde vamos? Post scriptum: Mejor muramos. …Porque Jesús vuelve, y solo así lo cambiará todo, devolviéndonos (a los suyos) la Vida.
Como hay cola de gente perdida que busca trabajo, si no colaboran contigo, lo harán con el siguiente. Hasta que se quemen también, unos y otros Share on X