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Con la Verdad venceremos

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“Cuando defiendes algo por la fuerza, dejas de tener razón” es un axioma que pringa, porque ya se ha hecho, en el último siglo, tristemente famoso. Y eso, por más justa que sea la causa que defendamos o pretendamos defender. Puesto que por ese camino es imposible defender nada que no sea con doblez y alevosía, las cuales agravan la responsabilidad criminal del ejecutante, puesto que, en todo caso, el fin no justifica los medios. Y eso, por muy dorada que pases la píldora de tu defensa a tu vecino y por mucho estilo que demuestres en tus retos a la Justicia. La Justicia, así, con mayúscula, prevalece.

Reto”: otra palabreja que está haciendo fortuna como para demostrar que eres más macho que tu vecino. Mira bien lo que haces antes de lanzarte a la aventura a lo Supermás. Una cosa es la autosuperación en cada una de tus andanzas, y otra muy distinta es experimentar el subidón de ver quién es más que el vecino, aquel que soporta mejor el tirarse de cabeza cada día por un balcón más y más arriba de las escaleras. “¿Escaleras? ¡Soy Supermás! Yo no subo ni bajo escaleras, bajo de cabeza tirándome por la ventana”. -Así está el patio.

Desaprobemos, pues, los populismos de manera tajante y contundente, pues el jugar a hacer pastiches callejeros es algo que les gusta solemnemente, cuanto más pringosos, mejor. Ellos son Supermás si te hacen a ti Supermenos, no hay más. Así que, para evitar un descalabro en el que todos (incluso ellos) nos depravemos hasta lo Supermenos, unirnos todos será la única manera razonable para vencerlos, cortándoles el paso ya a la primera. Contra la violencia, la violencia no crea más que violencia y no hace sino agravar la situación (también si son ellos quienes la ejecutan). Empuñando el garrote dejas de tener razón, ya que te sirves del mismo medio.

¿Qué opción nos queda, llegados a este punto? La razón. La razón es la única que, por más desacreditada y trasnochada que la tengamos en nuestros días, es la única que acaba –siempre- imponiéndose, aunque solo sea por la inercia de los hechos. Será mejor que antes de abandonarnos al devenir y dejar que fluyan los hechos debido a nuestra pasividad y laissez-faire, enarbolemos bien alta la bandera de la paz, que es la que siempre –aunque tarde más- vence. Agitémosla. ¿Todavía no ceden? Agitémosla más aún. ¿No nos escuchan? Insistamos, siempre razonadamente. El objetivo brillará más a cada paso que demos hacia él. Eso sí, para defender la paz deberemos meternos en la mollera que hay que defenderla con una fuerza mayor que cualquier guerra. Es la Resistencia, que lo puede todo si razona. Y una resistencia social razonable pasa por la política. Metámonos, pues, en política.

…¿Que la política está desprestigiada? ¡Los prestidigitadores la han desprestigiado con sus juegos malabares! Pero la política es la llave de oro de la vida social. Por tanto, salgamos al ruedo con una nueva política, aquella que une –que es la vieja, que no anticuada-.  “¡Hombre! –dirás-. ¡Así, cualquiera!”. Pues venga, va, ¡renuévala!, ¡únete! La unión hace la fuerza. “Pero ¿cómo voy a unirme, si mi vecino piensa distinto?”. Por eso mismo. Abraza la Verdad, y razónala. ¿Quizás no te has dado cuenta aún de que no sabemos ya qué es la Verdad, porque no la usamos? Sin la Verdad, estamos y seguiremos perdidos. Conócela. Vívela. ¡Vencerás!

Desaprobemos, pues, los populismos de manera tajante y contundente, pues el jugar a hacer pastiches callejeros es algo que les gusta solemnemente, cuanto más pringosos, mejor Share on X

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