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¿Cuáles son los fundamentos de nuestros partidos políticos?: de la nada a la New Age pasando por la ideología de género

Editorial

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Lo importante son los fundamentos, porque ningún partido puede abordar los diagnósticos y respuestas que necesita con solo las respuestas coyunturales sobre aspectos concretos Siempre ha de recurrir a algo más profundo que se manifiesta de una manera más o menos explícita, pero que lo determina todo. Ese algo es la tradición cultural a la que se adscribe y también lo que Habermas llama “fundamentos prepolíticos”, es decir aquellos sistemas de creencias -la religión y su contrario es uno de los más potentes- que constituyen los marcos de referencia dentro de los cuales las personas adoptan decisiones y emiten juicios.

Digamos de entrada que la primera característica española es que a pesar de que existan de por si unos fundamentos culturales extraordinarios, el centro derecha tiene unos fundamentos sucursalizados desde la cultura de la post izquierda. Lo que hace que en una serie de iniciativas y leyes estos partidos, el PP, CDC, PNV, se muevan con criterios dependientes de lo que plantea el PSOE, sin duda el intelectualmente hegemónico dada la absoluta inanidad cultural que significa IU-IC. Este es un dato de partido sin el que no se entienden muchas cosas, el de la sucursalización intelectual.
El PSOE, obviamente, no es un partido obrero ni socialista, ni socialdemócrata. Pertenece a la cultura de la post modernidad, o sea que es post todo esto. Liberal en lo económico, con todos los matices que se quiera, algunos determinantes porque nacen de una concepción vieja pero vigente: su estatismo. El PSOE es, en este sentido, un partido hegeliano.Esta pervivencia del pasado es posible porque la sociedad desvinculada y las políticas del deseo, que son las propias de la cultura del post socialismo, generan individuos aislados, sin vínculos y, por tanto, absolutamente frágiles y dependientes del moderno Leviatan,para que mal que bien le resuelva cuestiones que en realidad tendrían que encontrar su respuesta en el marco de la familia yde otras comunidades de vida que la desvinculación esta desintegrando.
La característica más importante del PSOE es que ha suplido todo planteamiento socialista por la ideología de género (y la subvención no tiene nada de socialistaporque no transforma las relaciones económicas, todo lo contrario, las asientan por injustas que sean). Ésta es su base doctrinal más consistente. De ahí sus enormes flaquezas, contradicciones, incapacidades, porque se trata de un violín de una sola cuerda y además tremendamente dogmática, incapaz de afrontar la realidad.
Definir el Partido Popular desde el punto de vista de sus fundamentos, de la tradición a la que está adscrito, no es fácil. Primero, por sus grandes vacíos; segundo por su eclecticismo; y tercero, porque su autodefinición genera más confusión que aclara. Se adscribe a un humanismo cristiano que no siempre queda bien reflejado en sus contenidos. Es liberal en lo económico lo cual no siempre es compatible con determinados presupuestos de la inspiración cristiana, y no es conservador, al menos noen el sentido intelectual y poderoso del término, ni está adscrito a ninguna de las tradiciones que en España se han generado en este terreno. Tiene un fuerte componente de personas cristianas y esto se nota, pero al mismo tiempo también tiene una corriente liberal agnóstica. Entre una y otra no ha llegado a producirse todavía un producto cultural común.
El PNV es, sin duda, la mejor demostración del vaciado doctrinal de tradición cultural que experimentan los partidos en España. Ha evolucionado de un origen literalmente teocrático a una democracia cristiana de perfil europeo, para desembocar en la nada. No es el único caso ni mucho menos que existe en Europa. El partido social cristiano valon en Bélgica y el holandés, presentan semejanzas en cuanto a su evolución, que no en su origen. Y esto último es precisamente lo que desnorta más al PNV, su ruptura radical con todo lo que ha sido, sin aprovechar ni tan siquiera aquello que de bueno podía tener. El discurso de Urkullu es su mejor exponente. Esta lleno de palabras y ofreceun desolador vacío de contenidos. No le ha de ser difícil entenderse con Rodríguez Zapatero
CDC venía a ser la encarnación con éxito de la UCD. Expliquémonos. Pretendía ser la confluencia de tres grandes familias políticas, la liberal, la socialdemócrata y, no tanto, la demócrata cristiana como la de un cristianismo social de cuño propio. La post modernidad fue liquidando todo esto. La socialdemocracia se esfumó, y el catolicismo social quedó tan sumamente delgado que se volvió invisible, incoloro, inodoro e insípido. El vaciado de toda tradición cultural tenía en el discurso de Pujol un camuflaje. Desde su retirada, la desnudez es apabullante. Ni tan siquiera es posible reconocerlo en la tradición del catalanismo político, a pesar que retóricamente alguna vez lo reclame. Lo más interesante de todo esto es que es el primer partido, digamos ‘serio’, que está llenando su vacío con contenidos New Age. Hasta ahora esta extraña forma de pensar que genera un sincretismo de nuevo molde con recortes de espiritualidad oriental y inyecciones del ‘american way’ del ‘hazte a ti mismo’, tiene en toda Europa expresiones políticas marginales, Frikis para entendernos. Convergencia sería, en este sentido, el primer partido con presencia parlamentaria que estaría dotándose de tamaño berenjenal cultural.
Es necesario citar, aunque sea el menor de todos, a UDC, porque desde hace tiempo viene desarrollando unos contenidos y una práctica política que sí son claramente identificables con una tradición cultural. La que podemos denominar como cristianismo cultural, es decir, la transformación en propuestas políticas de una concepción del hombre y de la sociedad propia del pensamiento cristiano, que se dirige a todos y no necesita de la fe para formularse. No se trata de religión trasladada a la política, sino de la antropología y filosofía de raíz cristiana aplicada a proyectos políticos. Lo que sucede en este caso es que el empeño es más grande que su dimensión, y por consiguiente tiene el riesgo de quedarse al borde del camino, pero al menos constituye una de las pocas referencias donde sí es posible identificar con claridad una tradición cultural y unos presupuestos pre políticos que den coherencia y consistencia al proyecto político.

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