“Un feto de 13 semanas es un ser vivo, pero no puede ser un ser humano porque eso no tiene ninguna base científica”. Esta frase, que en su día fue calificada de auténtica barbaridad por expertos científicos y que contradice la sentencia del Tribunal Constitucional de 1985, fue pronunciada el 19 de mayo de 2009 por la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, la más firme defensora de la nueva ley del aborto libre.
Ahora, con la llamada Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y Salud Sexual y Reproductiva en vigor desde este lunes, 5 de julio, la afirmación de Aído cobra sentido para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que ha apostado decididamente por una ley de plazos y no de supuestos.
Sin embargo, ese “ser vivo” pero “no humano” al que se refería la responsable de Igualdad es un ser que siente, sueña y tiene memoria y consciencia antes de su nacimiento.
Así lo constata el psiquiatra Thomas Verny en su libro La vida secreta del niño antes de nacer, de Ediciones Urano, escrito conjuntamente con John Kelly. La obra, publicada por primera vez en 1981, ha sido editada en veintisiete países.
El doctor Verny es el fundador de la Pre y Perinatal Psychology Association of North América y autor de otras sugerentes obras sobre psicología prenatal como El futuro bebé o El vínculo afectivo con el niño que va a nacer, también de Urano.
El psiquiatra es también profesor en diversas universidades estadounidenses y está considerado la máxima autoridad sobre los efectos del entorno en el niño antes y después del nacimiento.
“El feto puede sentir”
Verny afirma en su libro, en el que trata sobre el origen de la consciencia, del crecimiento y desarrollo del nonato, que “el feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, incluso aprender. Lo más importante es que puede sentir”.
El sentido del tacto, por ejemplo, empieza a desarrollarlo en la semana octava, cuando apenas mide tres centímetros, mientras la cara ya empieza a adquirir un aspecto humano, según explica el doctor en su obra.
A las dieciséis semanas el futuro bebé retrocede ante la luz, a las veinte reconoce la voz de la madre, a las veinticuatro tendrá casi todos sus órganos sensoriales maduros y a las veinticinco reacciona a la música. Cuando tiene seis meses de gestación responde a los cambios de humor maternos y ya tiene memoria, y a los siete meses puede soñar.
De hecho, los últimos estudios también muestran que el feto dentro del útero materno percibe olores y sabores, oye los sonidos y los recuerda después del nacimiento.
“En los años sesenta y setenta, la idea de que un feto de seis meses tenía consciencia habría sido risible. En la actualidad, a medida que nuestras técnicas de investigación son más sutiles, la mayoría lo considera un hecho aceptado y, de hecho, sitúa esa línea a los tres o incluso a los dos meses«, explica el psiquiatra.
Según una información publicada por el diario La Vanguardia en su edición del pasado 3 de julio, Verny añade que “las ondas cerebrales, que normalmente comienzan la octava o novena semana (en casos excepcionales han sido detectadas en la quinta semana), asumen rápidamente una pauta claramente individual”.
El psiquiatra puntualiza que “se han fotografiado bebés intrauterinos mientras se rascaban la nariz, se chupaban el pulgar, alzaban la cabeza y se estiraban”.
“Puesto que el feto de diez u once semanas no sólo se mueve, sino que también lo hace con un propósito, se plantea la posibilidad de que los débiles trazos del electroencefalograma – ondas cerebrales- del segundo y tercer mes sean indicativos de una actividad mental significativa”, detalla.
Incluso tienen memoria: “hoy sabemos que a partir del sexto mes del embarazo, y sobre todo desde el octavo, se establecen plantillas de memoria que siguen pautas inidentificables”, dice Verny.
“En ese momento, el cerebro y el sistema nervioso del niño están lo bastante desarrollados como para que esto ocurra. El tercer trimestre el cerebro funciona a niveles próximos a los de los adultos normales”, concluye.
Y no es el único
Además de Verny, otros expertos en neonatología coinciden con él en que el bebé pone a prueba sus sentidos mucho antes de venir al mundo.
Carlo Bellieni, neonatólogo e investigador del Policlínico Universitario Santa Maria Le Scotte, de Siena, afirma que el feto “es un ser plurisensorial cuyos sentidos entran en acción con una secuencia preordenada”.
“En primer lugar se manifestará la sensorialidad táctil, después (el químico) el gusto y el olfato, la vestibular (equilibrio), el oído y finalmente la vista”, agrega Bellieni.
Por su parte, María Luisa Ferrerós, neuropsicóloga infantil, también asegura que “a partir del cuarto mes de gestación, el feto ya es capaz de percibir diferentes sonidos del exterior, y los recuerda”, especialmente la voz de su madre, por la que siente una especial preferencia.
“Los fetos empiezan a aprender los aspectos melódicos de lo que será su lengua materna cuando aún están en el útero materno”, insiste la neuropsicóloga.
Por otra parte, en una monografía que recoge las opiniones de diferentes expertos sobre el tema, entre los que figura el propio Thomas Verny, y que responde al título de La vida intrauterina, el médico pediatra-neonatólogo y director del Centro de Investigación y Educación Perinatal en Argentina, Jorge César Martínez, afirma que “el bebé dentro del útero es capaz de ver y puede abrir y cerrar los ojos”.
En su libro El increíble mundo del recién nacido señala que “el bebé es capaz, cómodamente de succionar sus dedos, de introducirse parte de la mano, así como reconoce y se familiariza con su cara, con su boca y sus dedos”. Además, “tiene gestos de disgusto que se observan en las ecografías, que en un recién nacido significarían llanto”, agrega.
“Ya desde la semana 24 de gestación su desarrollo auditivo le permite el acceso a los sonidos y nos muestra respuestas, con movimientos de su cuerpo […] el bebé desarrolla su memoria con estímulos de la vida prenatal, como la voz de su madre o de su padre”, se puede leer en su libro.