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Judaísmo (11): El Deuteronomio (y II)

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Continuación del primer artículo sobre el Deuteronomio.

Enseñanza de libro del Deuteronomio

La enseñanza teológica básica del Deuteronomio se podría resumir en las siguientes características:

1) Un Dios: cuya unicidad es proclamada solemnemente en la Shemá (Dt 6,4);

2) Un pueblo: a diferencia de la tradición sacerdotal, el Deuteronomio no distingue en el pueblo tribus y familias;

3) Un templo: el culto había de estar unificado en el Templo de Jerusalén (Dt 12);

4) Una tierra: la tierra de Israel es un don de Dios a su pueblo;

5) Una ley: es expresión de la voluntad de Dios que muestra a su pueblo los caminos por donde conviene marchar.

Apéndice: La crítica literaria

Se ha hablado mucho de la redacción tan perfecta de ese libro, que se basa en los anteriores y la tradición oral que subyace a toda revelación bíblica, al mismo tiempo que una forma redaccional de la época.

Veamos un breve resumen de esos estudios.

Desde los inicios hasta M. Noth

Desde el siglo XIX se venían defendiendo dos hipótesis sobre la formación de estos libros:

  1. En ellos se podrían encontrar las continuaciones de algunas fuentes del Pentateuco: Yahvista y Elohísta (autores: Eissfeldt, Hölscher).
  2. Cada uno de estos libros se trataría de obras independientes, que habrían sido reunidas y retocadas por autores deuteronomistas durante la reforma de Josías.

La “historia deuteronomista” según M. Noth

Hipótesis: la aportación de los círculos deuteronomistas a la redacción no se limitaría a simples retoques redaccionales, sino que sería mucho más profunda: ellos serían los verdaderos autores de la misma. Estos libros formarían una unidad que, comenzando por el Deuteronomio, terminaría con el libro 2R. A esta obra la llamó “Historia Deuteronomista”.

En la composición de esta obra los autores se habrían apoyado en unos materiales previos que habrían reelaborado con profundidad en el plan del conjunto de la obra:

a) primera edición del Deuteronomio;

b) diversas tradiciones sobre la conquista de la tierra con listas geográficas sobre el reparto de la misma;

c) historias heroicas de unos personajes llamados “jueces”;

d) tres ciclos de narraciones acerca de Samuel, Saúl y David;

e) ciclos proféticos de Elías, Eliseo e Isaías; y

f) algunas fuentes oficiales de los reinos (Anales y Hechos).

Esta “Historia Deuteronomista” se habría realizado en Mispá, poco después de la partida hacia el destierro de Babilonia, a partir de estos elementos previos. Se llevó a cabo siguiendo un plan unitario preestablecido donde figuraban los siguientes elementos literarios:

a) presencia activa de los profetas en los momentos decisivos de la historia (Natán con David, Elías con Ajab, etc.);

b) asociación de los principales momentos históricos con personajes importantes: la Ley con Moisés, la conquista con Josué, el Templo con Salomón, la centralización del culto con Josías;

c) narración de acontecimientos mediante el esquema “promesa – cumplimiento”;

d) recurso a discursos puestos en boca de diversos personajes.

Ese plan redaccional establece una finalidad teológica:

  1. Se establece que la promesa de la tierra no había sido hecha de forma absoluta, sino condicionada al cumplimiento de lo pactado en la Alianza.
  2. Se establece una correlación entre la fidelidad a la Alianza y la permanencia en la tierra, y entre la infidelidad y la expulsión de la tierra. Esta sería la norma fundamental para ir juzgando los distintos acontecimientos de la historia. El esquema “rebelión – castigo – arrepentimiento – salvación” se repetirá en bastantes ocasiones.

La crítica literaria después de M. Noth

La hipótesis de M. Noth reposa sobre dos presupuestos fundamentales:

  1. Toda la “Historia Deuteronomista” es una única obra, escrita por un historiador en Palestina poco después de la conquista de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor (mitad siglo VI a.C.).
  2. Ese escritor expresa en su obra una tesis histórica y teológica bien precisa: una interpretación “pesimista” de esa catástrofe, como justo y definitivo castigo de Dios a la repetida infidelidad del pueblo.

Las sucesivas valoraciones teológicas

La hipótesis no da suficiente razón de numerosas perspectivas optimistas del texto bíblico. E. Janssen hizo notar que eran imprescindibles en la obra deuteronomista los elementos de instrucción y edificación.

Gerard von Rad (1947) dio el rechazo más fuerte: constata que el esquema “vaticinio – cumplimiento” se encuentra once veces en los libros 1R y 2R, pero solo con los reyes del norte. Con los del sur no sucede, en consideración a David y a la promesa que le fue hecha por Natán:  Dios actúa en esta historia juzgando y aniquilando, pero también salvando y perdonando.

W. Wolf (1961) hizo notar que el redactor de la historia no presenta un panorama tan pesimista como el que dibuja M. Noth, pero tampoco tan optimista como el de von Rad. Para Wolf la intención del historiador es, simplemente, la de hacer una llamada a la conversión.

Estas sucesivas diferencias de matización en la interpretación teológica han hecho pensar que la redacción pudo no ser realizada por una sola persona. Esto plantea la necesidad de una nueva corrección a la hipótesis de M. Noth, en lo que se refiere a la unicidad de autor para toda la historia.

Las redacciones de la “Historia Deuteronomista”

La mayor parte de los críticos consideran que la Historia Deuteronomista ha tenido más de una edición, pero discrepan acerca del número y fecha de las mismas.

Los investigadores alemanes hablan de tres redacciones, todas ellas durante el exilio.

Entre ellos: Alfred Jepsen (1951); Rudolph Smend (1971), es el más importante: habla de una redacción constituida por el material histórico de la obra (DtrG), otra que es una redacción profética (DtrP) y otra redacción nomística (DtrN) que pone énfasis en los aspectos legales.

Estas tres redacciones siguen la secuencia “historia – profetismo – nomismo”, que coinciden con las tres etapas que postula Wellhausen en la evolución de la religión israelita según el modelo hegeliano.

Luego tenemos a George Hentschel: se ajusta al modelo de Smend, aunque admite glosas post-deuteronomistas al regreso del destierro, y otros materiales redaccionales.

Erns Wuerthwein añade a lo anterior dos etapas en la segunda redacción de carácter profético: DtrP1 (inserción del relato previo, corresponde al esquema “profecía – cumplimiento” y algunos oráculos de amenaza) y DtrP2 (añade relatos proféticos).

Por su parte, los investigadores anglosajones hablan de dos redacciones:

Una en los últimos años de la monarquía de Judá, y otra después del destierro. Entre estos autores: A. Kuenen y Frank Moore Cross (1973) apoyan esta hipótesis en el hecho de que en la redacción del texto no hay una reflexión teológica a propósito de la caída de Jerusalén ante las tropas de Nabucodonosor.

Richard D. Nelson (1981) y Gerald E. Gerbrandt (1986) sugieren que la primera redacción aportaría lo fundamental de la historia, la segunda retocaría el texto anterior para presentar una nueva edición del mismo.

Ian N. Provan (1988) supone una primera redacción compuesta durante el reinado de Josías (finales siglo VII a.C.) que comprendería la historia de la monarquía desde sus orígenes hasta Ezequías. A esta redacción se añadirían, en la época de Josías, la historia de Samuel, y parte de Jueces. Durante el exilio se completaría Jueces y se añadirían Josué y el Deuteronomio.

Los últimos estudios de cada escuela tienden a un consenso en algunos temas:

En la importancia de la última redacción, ciertamente exílica; y en el hecho de que antes de la primera redacción ya había unos materiales pre-deuteronomistas bastantes amplios.

La documentación pre-deuteronomista

Casi todos los investigadores contemporáneos están de acuerdo en admitir la existencia de algunos materiales previos en la elaboración de la historia. Se da por supuesto que estos “documentos pre-deuteronomistas” no serían continuación de los documentos del Pentateuco.

F. Campbell (1986) postula la existencia de un documento de origen profético del siglo IX que se ocupa de la monarquía desde sus orígenes hasta la división del reino.

Mark O’Brien (1989), discípulo de Campbell, nueva hipótesis sobre la historia deuteronomista: ésta en su origen era una historia de los guías de Israel desde Moisés hasta Josías; estaría dividida en tres partes: a) Moisés y Josué; b) los Jueces y la transición de la monarquía y c) los profetas y reyes. Se presentaba así la reforma de Josías como la realización de lo establecido por Moisés.

Twitter: @lluciapou

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