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La abolición del hombre

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Existe la conciencia de que vivimos bajo una campaña, más bien bajo un imperio cultural, cuya misión es abolir al hombre y liquidar al padre que es su máxima expresión. No es algo accidental sino deliberado. Y lo define muy bien Jordan B. Peterson cuando afirma que “hemos pasado de intentar convertir a las mujeres en hombres a intentar convertir a los hombres en mujeres. Y esto no conviene a ninguno de los dos sexos”; y añade “Hay una crisis de masculinidad porque se culpa al hombre por el simple hecho de serlo”. Y esto es decisivamente grave porque significa el intento de construir una civilización, donde la mitad de sus miembros son a priori culpables de toda imputación que provenga del feminismo antimasculino, el woman power y la perspectiva de género LGBTI, donde toda mujer pueda justificar, no ya su error, sino su delito acudiendo al latiguillo “que es criticada o detenida por ser mujer, y no por la cosa en sí”. Y esto se expresa en la injusticia de las leyes, como la de la violencia de género. ¿Cómo se puede aceptar que un mismo delito tenga una calificación superior, al margen de los posibles agravantes, por el hecho de ser hombre? No ven los ciudadanos de este país que no solo constituye una escandalosa injusticia, sino que crea una mentalidad de víctimas y culpables, que es lo que en definitiva persiguen las políticas gender.

Es exactamente la misma lógica “justiciera” que aplicaron los bolcheviques en Rusia después de la Revolución de 1917. Los burgueses, y bajo este amplio concepto cabían todos a los que consideraban enemigos, (además de los kulaks) recibían un tipo de justicia -es un decir- que siempre estaba presidida por el principio de culpabilidad. La denuncia de una mujer equivale a una sentencia, y cuando este resultado no se produce, entonces no se acepta el veredicto. El escándalo montado contra el juez Kavanaugh es una acción deliberada de destruir lo más importante en una persona, su honorabilidad. Y cuando la cosa no prospera, se le otorga al inocente y para siempre la etiqueta de “polémico”, que los medios de comunicación del poder establecido repetirán como loros. Aunque sea inocente siempre será “polémico” aunque el motivo sea una falsedad.

Es lo que le sucedió al actor Morgan Freeman, denunciado por abusos en plena campaña MeToo, con una amplia repercusión mediática, mientras que después ha pasado absolutamente desapercibido que la acusación era un montaje de una periodista, con la colaboración necesaria de la cadena CNN. Y después, sepulcros blanqueados se rasgan las vestiduras cuando se denuncia su manipulación, y se defienden acudiendo a la libertad de prensa… La pregunta es esa: ¿por qué ningún gran medio de comunicación español ha informado sobre el hecho de que la CNN haya sido llevada a los tribunales por aquel motivo?  Pues, porque se trata de un hecho políticamente incorrecto. Lo correcto es que el hombre sea culpable. Está bien que se hayan alzado voces contra una determinada inmoralidad, porque de eso se trata. El problema es otro, porque lo que se hace igual que sucede con la violencia contra la mujer, es utilizar tales campañas para lanzar el agua sucia con el niño, de manera que las acusaciones pasan de ser sobre algunos hombres a plantearse etiquetar a todos los hombres.

En lugar de asumir que nuestra sociedad sufre una crisis moral que se traduce en comportamientos dañinos, se focaliza todo en una dialéctica hombre-mujer.  En lugar de buscar la educación del varón en la escuela se le deseduca de todo orden, y se le enseña que el sexo es la búsqueda de placer y un juego de contacto, sin reparar que el comportamiento sexual de un chico siempre diferirá del de una chica, porque será más impulsivo y primario. ¿Si no le educan en la virtud del autocontrol, la contención y el respeto, si le enseñan que el sexo es bueno siempre, como extrañarse luego que el Hospital Clínico de Barcelona, centro de referencia para este tipo de casos, registre más de una violación al día, y que, en menos de una década, los casos se hayan doblado? Es la sociedad que tiene en la perspectiva de género y el feminismo antimasculino uno de sus principales componentes, la que se levanta como responsable de los desmanes.

¿Hasta cuándo hombres y mujeres asumirán una cultura y una política que destruye vuestras perspectivas de felicidad, las deja en manos de fanáticas y políticos oportunistas? ¿Hasta cuándo asumiréis que los fundamentos del bienestar, la prosperidad y la convivencia sean destruidos?

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