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La Biblia en su contexto: «Jesús vence las tentaciones recordando la voluntad de Dios» (Lc 4,1-13)

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La tentación en el desierto de Lucas (4,1-13) está íntimamente vinculado a la escena del bautismo y con la lista genealógica, porque precisamente Jesús es sometido a prueba en cuanto Hijo de Dios. La secuencia narrativa de Lucas depende del orden establecido por Marcos (1,12-13), en el que al episodio del bautismo sigue la escena de la tentación. Lucas omite detalles con los que Marcos termina su narración global de las tentaciones. En Marcos, la tentación queda en una generalidad abstracta, mientras que Lucas utiliza materiales provenientes de “Q” para especificar la naturaleza concreta de las tentaciones, igual que Mateo (cf. Mt 4,2b-10).

Las modificaciones redaccionales más importantes introducidas por Lucas son las siguientes: “lleno del Espíritu Santo”, “durante todo ese tiempo”, “poder”, “en un instante” y el uso invariable del sustantivo “diabolos” (=diablo).

El orden de las tentaciones en Mateo es la siguiente: 1. Desierto; 2. Alero del templo; 3. Montaña altísima. Lucas, por su parte, establece un orden distinto: 1. Desierto; 2. Visión de todos los reinos del mundo; 3. Alero del templo de Jerusalén.

Según Joseph Fitzmeyer “una de las dificultades, a la hora de explicar este episodio de la tentación de Jesús, radica en la determinación exacta de su origen. La narración presenta sucesivas escenas como si hubieran tenido lugar entre Jesús y el diablo únicamente. ¿Cómo pudo la comunidad primitiva, o los propios evangelistas, tener acceso a esa información? El relato de marcos revela un conocimiento global de la tentación diabólica, que se prolongó durante cuarenta días, pero ignora absolutamente los detalles concretos que aportan los otros dos evangelistas. Por otra parte, fuera de las palabras “Apártate Satanás”, en la narración según San Mateo (4,10), todas las demás palabras de Jesús son citas de la Escritura; el resto es pura narración de los autores”1.

En cuanto a la finalidad de las tentaciones “hoy todos los exégetas piensan que se trata de tentaciones de orden mesiánico, en cuanto ordenadas a poner en apuros a Jesús en su cualidad de Mesías. Las tentaciones la interpretan como una experiencia espiritual de Jesús, puesta en forma de parábola para la instrucción de los fieles”2.

“Jesús lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán y era conducido por el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le respondió: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre” (Lc 4,1-4). Varios datos importantes en estos cuatro versículos:

1. Aun cuando gr. pneuma hagion (Espíritu Santo) va sin artículo definido, es obvio que la frase hace referencia a la bajada del Espíritu Santo sobre Jesús, con ocasión de su bautismo (cf. Lc 3,22).

2. Los “cuarenta días” hay que interpretarlos como numero redondo. Pueden hacer referencia a Dt 8,2 “Recuerda el camino del Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto”. La mención del “desierto” se refiere indudablemente a la región esteparia y salvaje de Judea. Tal vez se pueda ver una connotación del desierto como lugar de encuentro y contacto con Dios (cf. Os 2,14-15).

3. El relato de Marcos no menciona el ayuno de Jesús. Ese dato proviene de “Q”. La narración de Mateo habla explícitamente del “ayuno” (nesteusas “ayunando”) de Jesús, mientras que Lucas lo pone de otra forma: “no comió nada”.

4. Mientras que el relato de Mateo usa el plural “diles a esas piedras que se conviertan en panes” (Mt 4,3), Lucas pone la frase en singular y lo más probable que haya sido él quien ha cambiado la expresión originaria de “Q” para evitar la imagen grotesca de la panorámica de todo un desierto lleno de panes por todas partes.

5. La primera tentación termina con la cita de Dt 8,3.

“Llevándole luego a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo el diablo: Te daré todo l poder y la gloria de estos reinos, porque me la han entregado a mí y yo se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya. Jesús le respondió: Está escrito: adoraras al señor tu Dios y sólo a él darás culto” (Lc 4,5-8). Lucas sustituye la palabra griega “kosmos”, usada en Mateo (4,8), por el término “oikoumene” que significa “tierra habitada”, como lugar más apropiado para la vida sedentaria y para el desarrollo cultural de la civilización. Con respecto a los reinos que el diablo dice poseer y que le han sido dados, Lucas no dice quien le ha dado ese poder y autoridad. El diablo en esta segunda tentación se presenta como “príncipe” o “dios” de este mundo (cf. Jn 12,31; 2 Cor 4,4), exigiendo reverencia por parte de Jesús. Sin embargo Jesús le responde con un pasaje de Dt 6,13 y en donde le dice que solamente a Dios se le debe rendir culto.

José Salguero, especialista en Sagrada Escritura, dice que “la analogía entre Deuteronomio 6,16 y la narración evangélica se encuentra en esto: Israel ha ofendido gravemente a Dios osando tentarlo, y como obligándolo a hacer un milagro. Al diablo que quería obligarlo a cometer el pecado de Israel en Massá, Jesús opone la recomendación que el Deuteronomio ha sacado de este suceso. En aquello que Israel había pecado, Jesús permanece fiel. Moisés cayó y no pudo entrar en Palestina, Jesús en cambio, permanece fiel”3.

“Le llevó después a Jerusalén, le puso sobre el alero del Templo y le dijo: Si eres Hijo de dios, tírate de aquí abajo porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden y en sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le respondió: No tentaras al Señor tu Dios. Acabada la tentación, el diablo se alejó hasta el tiempo propicio” (Lc 4,9-13).

El último reto que el demonio lanza a Jesús, en su condición de Hijo, es que use sus poderes para manifestarse con plena ostentación ante sus contemporáneos, acomodándose así a las ideas vigentes sobre lo que sería un verdadero enviado de Dios. Jesús vence la tentación recordando la voluntad de Dios, expresada en Dt 6,13 “Adoraras al Señor tu Dios y sólo a Él le darás culto”.

La tentación (gr. peirasmos) de Jesús no es la tentación típica de los fieles cristianos, sino la experiencia única e irrepetible del Hijo de Dios. Éste es el único pasaje, en todos los escritos lucanos, en el que la palabra “peirasmos” describe una situación con final feliz. Cuando Lucas utiliza es término con referencia a los cristianos, el resultado es siempre negativo, incluso con una connotación de apostasía (cf. Lc 8,13; 11,4; 22,28.40.46).

Muchos ven en esta tentación una relación con la máxima rabínica que representa una creencia del judaísmo palestinense del siglo I y donde dice: “Nuestros maestros han enseñado: Cuando el rey, el Mesías, se manifieste aparecerá de pie sobre el tejado del templo”

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1. FITZMEYER, Joseph, El Evangelio de San Lucas, Tomo 3, Cristiandad, Madrid, 1981, 1ra Edición, p 394-395

2. SALGUERO, Jesús, Vida de Jesús. Edibesa, Madrid, 2002, 1ra Edición, p 107

3. SALGUERO, Jesús, Vida de Jesús. Edibesa, Madrid, 2002, 1ra Edición, p 109

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