Ocho mártires del siglo XX en España nacieron un 9 de febrero: un claretiano navarro, un salesiano gallego y otro asturiano, un sacerdote diocesano almeriense, un lasaliano turolense y otro castellonense, la vicaria general de las Hermanas de la Doctrina Cristiana -alicantina-, un hospitalario palentino y un laico burgalés.
Respecto a Málaga, he colocado en esta galería la carpeta de la Causa General sobre la persecución religiosa revolucionaria.

Miguel Oscoz Arteta, clérigo profeso claretiano de 24 años y navarro de Artazu, fue asesinado en Lérida el 26 de julio de 1936 y beatificado en Barcelona el 21 de octubre de 2017. Sobre la persecución religiosa desatada tras la victoria del Frente Popular había escrito a su padre el 30 de marzo de 1936:
Quizá ante los actuales acontecimientos estén algún tanto intranquilos acerca de mi situación; dos palabras pues para tranquilizarles. Hasta el presente nada adverso nos ha sobrevenido. De todos modos creo no les cogerá de sorpresa si en último término guzguen los superiores que me persone en casa para mayor seguridad. No esperen pues nuevo aviso en semejante trance. Estaremos siempre pendientes de la mano de la divina Providencia y del glorioso patriarca san José.

Francisco Míguez Fernández, de 49 años, había nacido en 1887 en Corvillón (Ourense), era sacerdote salesiano de la comunidad de las Escuelas de San Bartolomé de Málaga y fue asesinado el 15 de agosto de 1936 en la calle Camino Suárez de Málaga. Se encargaba en Málaga desde 1924 de las Escuelas Exteriores y del Oratorio. Según el relato de un testigo directo publicado en el libro con las biografías de los beatificados en 2007 (Quiénes son y de donde vienen 498 mártires del siglo XX en España), había 15 salesianos en la ciudad en el verano de 1936. Con el fracaso de la sublevación militar, toman las calles las milicias frentepopulistas y el día 21, a las 6 menos cuarto de la mañana “Se oyó un disparo de fusil junto a la sacristía y una voz que grita: De aquí han volado. Los curas se han tirado por las ventanas. Era la señal convenida para su plan de asaltar el edificio… Siguió un intenso tiroteo. Superiores y niños nos reunimos en el centro de la escalera principal, bajo el cuadro de María Auxiliadora. Rezamos… Balas en todas direcciones”. El día 22, a las doce, “en dos camiones y escoltados por gente armada”, los salesianos son conducidos al Gobierno Civil y el Gobernador, reconociendo su inculpabilidad, los envía a la prisión provincial. Son “los primeros detenidos que, por causa del Movimiento, pasan sus umbrales… Esta será nuestra morada por largo tiempo”, junto a sacerdotes y seminaristas, a un jesuita, y “días después llegará la comunidad franciscana de Coín y diariamente irán llegando nuevos sacerdotes de Málaga y su provincia. Aquel dormitorio quedará bautizado con el nombre de la brigada de los curas”.
Tanta alegría les dio capturarlo, que se olvidaron de registrar el hotel
El 23, a mediodía, el Gobernador ordena “que los hombres del Seminario y de San Bartolomé pueden marchar poco a poco y al punto empezaron a salir, tomando caminos y direcciones distintas”. El padre Míguez consiguió marchar con un salvoconducto y se refugió en el hotel Imperio, cuyo propietario, Francisco Cabello, ferviente católico, fue más tarde fusilado “por su rectitud y haber hospedado a otros sacerdotes y religiosos”. El padre Francisco salía con frecuencia del hotel y los milicianos, pronto descubrieron su morada, pues un empleado del hotel prodigaba informaciones sobre los hospedados. No obstante, vivió sin ser molestado hasta el 15 de agosto, día en el que, con el pretexto de una inspección general, una patrulla se presentó en el hotel. Preguntaron por don Francisco y éste se presentó tranquilo, “con presencia de ánimo sobrehumana. Su captura fue de tanta alegría para la patrulla, que se olvidó de hacer el registro al hotel. La misma tarde lo fusilaron en el lugar conocido por Camino de Suárez, y como seguía aún con vida, rodearon su cuerpo de chumberas secas y hojarascas, prendiéndole fuego mientras algunos lo hacían objeto de horribles profanaciones. La noticia sensacional que corría la mañana del 16 por los círculos marxistas era: El fiambre de hoy es don Francisco Míguez”.

Carmelo Coronel Jiménez, natural de Gádor (Almería) y de 60 años, era párroco de Santiago en la capital de su provincia, fue asesinado el 31 de agosto de 1936 en el Pozo de la Lagarta (Tabernas) y beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar (también (Almería).

El cónsul francés pagó y presidió el entierro



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