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Nos coartan la libertad: “Lugares que debes visitar antes de que mueras”, dicen a bombo y platillo. Es como si nos gritaran a cada instante: “¡No!”. “Mira lo que tiene el vecino y tú no tienes”. Como cuando el niño pequeño desea el segundo helado de chocolate, y la madre (su madre) le niega. Dicen que así nos impulsan a soñar, pero lo que hacen es amargarnos la vida. A todos. No solo a los impulsivos. Porque esa publicidad y esa prensa que apela a nuestros sentimientos más recónditos y, digámoslo, más bajos, es una publicidad, además de mala, irresponsable, facilona y poco creativa. No obstante, abunda en nuestro mundo posmoderno, y es en buena medida responsable de nuestra amargura y nuestras neuras, que están en el orden del día. ¿Miras a ver qué hacen los demás, en lugar de hacer tú lo que deberías? ¿Te preguntas qué tienen los demás, en lugar de preocuparte de lo que deberías tener tú de manera responsable (digo responsable)? Eres aquella persona a la que apunta esa publicidad y esa prensa, y, ahora, a quien pellizca este artículo.

Pero no te enfades conmigo ni me recrimines hacer lo que critico. Es muy distinto. Simplemente te diré que así como ellos te hunden, yo te estimulo a superarte de verdad (digo de verdad), de una vez, que ya toca. ¿No te das cuenta de que mientras escuchas al vecino (que no deberías chafardear), estás perdiendo todo el oro del mundo que te posibilitaría adquirir tú mismito/a, sin terapias caras ni rimbombantes, lo que estás soñando? Entiende por “oro” lo más valioso, no solo el vil metal precioso. Y cuando lo obtengas, eso que es lo más precioso, te darás cuenta de lo fútil que era tu ensoñación, y –si eres honesto/a-, arrancarás de ti tanta sensiblería y consumismo y te lanzarás a ayudar a quien te necesita, que son tantos y tantas, en todo orden de calidades, formas, y de todos los colores. Habrás llegado a llenar tu alma de radiante felicidad y plenitud, y te darás cuenta –si eres honesto/a- de que todo eso que deseabas no sirve para nada si no da fruto que te lleve al cielo.

¡Atención! No estoy diciéndote que todo quien lo tenga (aquellos “diez lugares a visitar antes de morir”, para entendernos) es mala persona, perverso e inhumano. No me obligues a juzgar, ni juzgues que yo juzgo. Cada cual sabrá –si es honesto/a- si encaja en la descripción del Cielo y del Infierno. Y no dudes de ningún modo que un día lo sabremos todo de todos, en el día del Juicio Final. Hasta entonces, mucho tino. Por eso intento ahora hacerte recapacitar, antes de que sea tarde. Porque también te tocará a ti, seas o no poderoso/a. Allí, al otro lado de la frontera, todo cambia de color. Lo bueno es Bueno, y lo malo es Malo. ¿Me coges?

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