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Ovejas sin pastor, ¡oh, Autócrata supremo!

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Es un papel propio de teatro de bodeguín. “¡Yo ya sé cómo debo hacer mi trabajo!”, te brama la dependienta de correos. ¿El motivo? “¡Que no me brame ni me haga bramar, morena!”. La sala de la oficina está marcada por el síndrome de la mascarilla… y por la inoperancia de aquello que quizás alguien recuerde como lo que antaño se denominaba “discreción”. ¡Que sí, compadre, que aquí vamos todos cogidos por el ronzal! ¿Qué más da si todos te oyen tus datos personales y los de aquellos a quienes vas a mandar una carta certificada? ¡La nena va a lo suyo, y tira de la brida que es un primor! Ella ahí es La Reina de su patio… o al menos se lo cree.

Pues mire, señorita: lo siento, pero mis datos son mis datos, y no voy a gritarlos ante extraños, que ya es mucho que se los confíe a usted para que su vuecencia haga bien su trabajo de transcribirlos de este papel que le entrego, a fin de que no me los haga vociferar ante tanto extraño.  Métalos en el saco, para que el cartero, a su turno, sea tan amable de hacerlos llegar a su destino. Pero no lo olvide, señorita: aquí quien tiene los datos soy yo, y usted –me permita que se lo diga- aquí no es más que una pieza como me hace sentir a mí.

Pues sí, así está el berenjenal. Y no solo en correos, sino en todo lugar público a donde debamos ir a por trámites. Nos hacen sentir importantes en sus anuncios de la tele, poniéndonos sobre el pedestal, pues “usted mande, que nosotros obedecemos”. Pero nos lo dicen bien claro cuando estamos sobre el terreno: “Tú aquí no eres más que una pieza del engranaje, y si no tiras, el carro se para”. ¿Resultado? El carro no avanza, y tus certificados no llegan a destino, por urgentes que te sean, hermano.

Borregos. Eso es lo que nos hacen sentir. Borregos sin pastor, pero sometidos por el amo del pastel, ese Señor del Mundo del que escribe clarito Robert Hugh Benson (Señor del Mundo. Ed. Palabra. Madrid). Así que aquí tú calladito, que si no, te cargan de antipsicóticos, por aquello de la relajación de la que tanto nos divulga la Nueva Era transformada en técnica religiosa de eso que ahora llaman mindfulness. Queda bien, ¿no es así, colega? Un anglicismo por aquí y algún neologismo por allá… quedan siempre que visten para ir al mercado de la olla a presión, allí donde el borrego deja de serlo porque bulle con el pasto que previamente ha sido descabezado. Pero no te olvides, amigo, que si tú te aborregas, El Amo solo te defiende hasta que “puede” (estate alerta al doble sentido, pues siempre será hasta que deje de necesitarte como pieza del engranaje).

“¡Tira, mula!”, sientes en tu fuero interno desinflado. Cuando tú te encasquilles, El Amo te sustituirá, puesto que hay muchos que se sienten bien sintiéndose miembros del rebaño, porque así tienen el narcótico del “paga y tira” asegurado: el doble sentido que confirma la doble moral de la Meta-Cultura; y con ambos, alucina. Hasta que peta. [Ver en ForumLibertas mi artículo “Manifiesto de la Meta-Cultura (MMC)”.] Pues sí, así está el berenjenal. Y no solo en correos, sino en todo lugar público a donde debamos ir a por trámites Clic para tuitear

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