Silencio. Esta es la receta del Papa para vencer al diablo cuando éste da guerra para imponer la división. Así se ha propuesto nuestro Papa contestar a la denigrante carta del ex nuncio en Estados Unidos Carlo Maria Viganò, pues ya desde el primer momento en que éste la publicara en algunos de los principales medios de comunicación occidentales, el Papa lo zanjó: “No pienso decir ni una palabra sobre esto”, “leed la carta”, “habla por sí sola”. Silencio. Porque, como ha asegurado en su, desde la carta, primera misa en Casa Santa Marta, donde reside y donde, después del verano, reanudó sus celebraciones cotidianas de la eucaristía, “el Señor nos da la gracia de discernir cuándo debemos hablar y cuándo debemos callar”. Lo hizo al hilo del Evangelio del día, un texto que la Providencia nos dio a todos y que no podía ser mejor para que el Cabeza de la Iglesia confirmara en la fe a los católicos y no católicos que, a causa de las maledicencias de un ex nuncio, sienten tambalear su confianza en su Cabeza y hasta su fe en un Dios omnipotente que rige la Iglesia con mano firme y suave, y que sabe escribir en renglones torcidos. El ex nuncio afirma que el Papa sabe y calla de muchos casos de abusos sexuales en la Iglesia, desde hace muchos años, y subraya que promociona el homosexualismo en ella. “Cuántas veces en las familias empiezan las discusiones (…) y una y otra vez esas familias terminan destruidas, en estas discusiones en las cuales se ve que el diablo está allí que quiere destruir… Silencio. Expresar lo que sientes, y luego callar. Porque la verdad es suave, la verdad es silenciosa, la verdad no es rumorosa. (…) Con las personas que no tienen buena voluntad, con las personas que buscan solamente la destrucción, incluso en las familias: silencio. Y oración”. Viganò sabe de sí mismo si dice la verdad o no, y otras veces ha mentido. Quizás falta una pieza que ambos desconocen. ¿Investigar? ¿Cómo vamos a juzgar al Vicario de Cristo? El Código de Derecho Canónico (n. 1404) afirma que el Papa es juez supremo y no puede ser juzgado por nadie en la Tierra, y su único juez es Cristo. La Iglesia es jerárquica, gobernada por el Papa con los obispos. Entonces, ¿podría una comisión de obispos estudiar si hay indicios, salvando la presunción de inocencia del Papa? No. Con tanto ruido, no olvidemos: “Silencio” y “oración”.
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Son los nuevos defensores de la Fe…hay que obedecer a Dios antes que a un hombre que no reafirma la Fe católica…son los nuevos «Catalinas de Siena».