Traducimos y publicamos este interesante artículo de Michael Cook en Mercatornet acerca de la creciente presión para retirar la custodia de sus hijos a aquellos padres que se niegan a que sus hijos se sometan a tratamientos hormonales de transición de sexo:
«¿Qué pasa si unos padres quieren impedir que su hijo “haga la transición” de sexo? Obviamente el niño necesita ayuda porque el deseo de vivir como miembro del sexo opuesto es muy angustiante. El antiguo consenso médico solía ser que la mejor política era la «espera vigilante», en parte porque casi todos los niños cambian de opinión gradualmente y en parte porque el tratamiento sencillamente no es seguro.
Por ejemplo, una declaración de 2012 de la Academia Americana de Psiquiatría para Niños y Adolescentes de los Estados Unidos (que, por cierto, apoya a adolescentes homosexuales, lesbianas y bisexuales) afirma:
“En general, es deseable ayudar a los adolescentes que pueden estar experimentando angustia de género y disforia a diferir la reasignación de sexo hasta la edad adulta, o al menos hasta que el deseo de cambiar de sexo sea inequívoco, coherente y se realice con el consentimiento apropiado. Los jóvenes transgénero pueden enfrentar riesgos especiales asociados con el uso indebido de hormonas, tales como efectos secundarios a corto y largo plazo, dosificación inadecuada, medicamentos impuros o falsificados e infección por compartir jeringas”.
Pero, a pesar de no tener pruebas sólidas, esto ha cambiado. El año pasado, la Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) publicó una declaración que cedía ante la presión de los activistas, los medios de comunicación y el universo Twitter. En ella rechazaba, basándose en pruebas endebles y estudios mal interpretados, la «espera vigilante». El único curso de acción debe ser la “afirmación de género”, afirmaba.
Estamos ante el peligro de que esto se convierta en un nuevo dogma para los medios de comunicación, la policía, las escuelas y los responsables políticos. Desde este punto de vista, si la afirmación de género es la única respuesta médica posible a la incomodidad de género, la respuesta de sentido común de la espera vigilante constituye abuso infantil. Y esto justifica arrancar a los niños del cuidado de sus padres.
Al menos ésa es la dirección en la que el huracán transgénero está soplando.
En un riguroso artículo en The Federalist esta semana, la Dra. Michelle Cretella, directora ejecutiva del Colegio Americano de Pediatras, advirtió que los activistas transgénero están siguiendo una estrategia para superar la resistencia de los padres a los deseos de sus hijos a hacer una transición de género:
“están usando el gobierno para obligar a los padres a afirmar un sexo falso para su hijo, aceptar bloqueadores de hormonas y aceptar una transición al género preferido de su hijo o hija. ¿Y si los padres se niegan? Entonces retirar al niño de la familia debido a una presunta negligencia médica.”
La Dra. Cretella afirmó que ha observado el avance de la campaña en tres etapas. La primera sucedió en los tribunales durante las dolorosas secuelas de los divorcios. En declaraciones a The Federalist:
“Empecé a escuchar a padres angustiados ante esta situación en 2016 y en 2017 escuché a siete familias de diferentes Estados en esta misma situación. En todos los casos menos en uno, se trataba de niñas de 15 años que nunca antes habían tenido ningún tipo de confusión de identidad sexual antes del divorcio de sus padres.
El otro caso involucraba a trillizos de 4 años cuya madre deseaba desesperadamente una niña. La madre era psicóloga y había vestido a uno de los niños como si fuera una niña durante dos años, insistiendo en que había sido idea suya. En todos estos siete casos los jueces habían suprimido el derecho al consentimiento médico y la custodia de los padres que se habían opuesto a la transición mediante bloqueadores de pubertad y hormonas«.
La segunda etapa implica al personal de atención médica (servicios de emergencias, terapeutas o médicos de familia) que informan a los padres que se niegan a confirmar el género elegido por el niño.
“Más recientemente, explica Cretella, he sabido de dos grupos de padres que fueron acusados de ser «padres abusivos» por negarse a dar su consentimiento a tratamientos hormonales para sus hijos adolescentes. En un caso los padres buscaron tratamiento para la depresión suicida de su hijo. Su hijo, que había sido adoptado y provenía de una familia con problemas de abusos, tenía una larga historia de depresión y ansiedad, había estado en terapia en el pasado, tomaba medicamentos y nunca había experimentado ningún signo de disforia de género.
No obstante, el médico de emergencias del hospital infantil, después de entrevistarlo a solas, lo diagnosticó como «definitivamente transgénero porque insiste en que lo es y que la falta de aceptación [de los padres] está causando su depresión suicida. Debería comenzar con los bloqueadores de la pubertad y el estrógeno para efectuar una transición«.
Esta fue la primera vez que el chico, de 14 años, expresó algo así, señaló Cretella, pero a partir de esta visita a emergencias sus padres tuvieron que luchar con el hospital infantil durante meses contra las acusaciones de ser padres «abusivos y no colaboradores».
En la tercera etapa, según la Dra. Cretella, las escuelas informarán de los padres «abusivos» que continúan con un enfoque de esperar y ver, el mismo que fue, casi hasta ayer, el consenso entre los psiquiatras:
“las escuelas [abrirán] investigaciones sobre los padres de niños que sufren de disforia de género, informando de aquellos niños que consideren que «temen presentarse ante sus padres con su auténtico yo». Podemos ver este movimiento en los nuevos protocolos de muchas escuelas en los que se permite a los estudiantes elegir su identidad de género.
El objetivo final es el mismo, explicó Cretella: «quitar la patria potestad de los niños en base a acusaciones de negligencia médica«.»
1 Comentario. Dejar nuevo
Yo me pregunto qué les pasará a los trans el día que los tratamientos hayan mejorado tanto que contemplen como auténtica chapuza los tratamientos que han recibido.