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Reflexiones sobre el sentido común

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¿Cuántas veces no hemos oído decir que "el sentido común es el menos común de todos los sentidos"? Este dicho tan popular es como un toque de alerta de que en la vida no debemos prescindir de este sexto sentido, que trata de poner orden a nuestras prioridades. Tenemos cinco sentidos que nos informan puntualmente del mundo exterior que nos rodea. Pero este sexto sentido, que debiera ser el ordenador de nuestra escala de valores, está como desorganizado. Se parece a aquellos cajones desordenados que cuando los abres encuentras lo que no buscas, y lo que buscas no lo encuentras. Esto es lo que nos pasa cuando nos falla el sentido común. Damos importancia a cosas secundarias, y lo fundamental nos pasa por alto.

No resulta fácil definir qué es el sentido común. Seguramente que esta dificultad procede de la distinta forma de calificar los valores entre lasculturas diferentes. Así a "bote pronto",podríamos definir a una persona con sentido común como aquella que tiene una escalade valores bien fundamentada. Pero se nos podrá decir: ¿con que criterio decimos qué es lo fundamental y qué no lo es? Porque no es solamente el componente cultural, sino también el temporal. No todo lo que era válido en un determinado momento sigue siendo válido ahora. Las cosas y las formas deben actualizarse continuamente.

El teólogo Hans Küng ha hecho un trabajo que lo ha titulado: "Proyecto para una ética universal". Allá se ve la gran dificultad de unificar criterios éticos en un mundo tan diverso y plural. Pero sí parece que hay algunos valores que tienen un carácter universal: el valor de la vida, el valor de la paz, el valor del respeto por las personas y por los pueblos, el valor del respeto por el medio ambiente. Digamos que hay cosas de sentido común. Si dudamos entre el odio o el amor, nuestro sentido común está gravemente enfermo. Mientras el odio nos bestializa, el amor nos hace personas dignas de fiar.

Seguramente que si preguntáramos a un grupo de personas su preferencia entre el amor o el odio casi el 100% se declararía partidario del amor. Pero en la vida práctica, con demasiada frecuencia, hace acto de presencia el engaño, la desconfianza, la infidelidad, la mentira, la injusticia, el desprecio. Y ahí vendrían las grandes preguntas que honestamente debiéramos hacernos: ¿cómo interiorizamos en nuestro día a día los grandes valores de la vida?, ¿cómo los vivimos?, ¿cómo los ponemos en práctica? Las respuestas pondrán de manifiesto el grado de nuestro sentido común.

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