A estas alturas es imposible negar que el voto pro-vida ha sido y es vital para las aspiraciones electorales de Trump. No parecÃa el candidato ideal para los pro-vida, pero Trump entendió que allà habÃa una bolsa importante de votos y los ganó con una serie de promesas que significaban una clara apuesta por la defensa de la vida humana. No sabemos el grado de convencimiento de Trump, cuestión que corresponde a su fuero interno, pero sà sabemos que por el momento ha cumplido con creces sus promesas (al contrario de lo que hizo, por ejemplo, Rajoy durante su primer mandato con mayorÃa absoluta).
Ahora que hemos llegado a la mitad de su mandato presidencial podemos preguntarnos: ¿qué ha hecho exactamente Trump para el movimiento pro-vida hasta ahora, y qué puede hacer a partir de ahora?
En sus primeros dos años como presidente, Trump ha promulgado varias medidas pro-vida, enfocadas en gran parte a revertir las medidas de la era de Obama que aumentaron los fondos destinados a financiar abortos.
A los pocos dÃas de asumir el cargo, Trump recuperó la llamada PolÃtica de la Ciudad de México, asegurándose de que los dólares de los impuestos estadounidenses no financien la promoción ni la ejecución de abortos en el extranjero, a menudo camuflados como gastos en salud global. Su administración le ha quitado fondos al UNFPA (Fondo de Población de Naciones Unidas) alegando que apoya el aborto y la esterilización coercitivos en China, y ha revocado los criterios de la era Obama que impedÃan que Estados receptores de ayudas clausurasen centros abortistas.
En el plano interior, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Trump ha aprobado nuevas reglamentaciones que obligan a que las aseguradoras de salud especifiquen si los planes que venden cubren los abortos y ha propuesto una reglamentación para recortar los fondos de los contribuyentes que puedan llegar a cualquier centro que realice abortos o derive a una paciente hacia un centro abortista. El departamento también ha anunciado la creación de una «División de Conciencia y Libertad Religiosa» que, nos anuncian, trabajará para proteger a los profesionales médicos que se oponen a cooperar con el aborto.
Pero la decisión más relevante, aquella que motivó a miles de pro-vida a dar su voto a Trump, ha sido la nominación de dos jueces pro-vida para las vacantes en el Tribunal Supremo: Gorsuch y Kavanaugh. En este caso Trump ha cumplido con su palabra, incluso en un escenario de fuertÃsimas presiones. A esto hay que añadir las ​​docenas de nombramientos de jueces en tribunales inferiores aplicando el mismo criterio.
Hasta aquà lo realizado por Trump, probablemente el presidente reciente cuyas medidas y nombramientos están más alineados con la defensa de los principios pro-vida. La pregunta que surge es; ¿qué puede hacer en los dos años que le quedan de mandato?
Lo cierto es que muchos de los objetivos polÃticos clave pendientes para el movimiento pro-vida dependen de otras ramas del gobierno. Poner fin a la financiación federal de Planned Parenthood, un importante objetivo pro-vida, requerirÃa la cooperación de un Congreso ahora en manos demócratas. Anular Roe v. Wade es responsabilidad del Tribunal Supremo. Las restricciones al aborto, como los lÃmites de 20 semanas, los requisitos de someterse a una prueba de ultrasonido y las prohibiciones de abortos basados ​​en anomalÃas genéticas, son cuestiones todas ellas que se deciden en el nivel estatal. Si Roe v. Wade fuera anulado, también serÃa responsabilidad de cada uno de los estados prohibir el aborto.
Asà pues, lo único relevante que realmente está en manos de Trump en estos momentos desde una perspectiva pro-vida es continuar con su polÃtica de nominaciones de jueces respetuosos de la Constitución americana y, en consecuencia, pro-vida. En especial si queda alguna vacante en el Tribunal Supremo, algo que nunca se puede asegurar, pero que tampoco podemos descartar.