El libro La pasión de Cristo, de JosĆ© Miguel GarcĆa PĆ©rez, tiene el siguiente subtĆtulo: āuna lectura originalā. Pero no se engaƱen, la āoriginalidadā aquĆ no consiste en realizar afirmaciones novedosas por el gusto de aparecer como diferente; GarcĆa PĆ©rez se refiere al origen de las Escrituras.
La obra parte de los estudios, arqueológicos, culturales, históricos, pero sobre todo filológicos que desde el siglo XIX se han desarrollado acerca de la Biblia. En muchos casos, estos estudios han servido para ādesmitologizarā las Escrituras, atribuyendo muchos pasajes a la pura invención de sus autores, que habrĆan estado movidos por un afĆ”n justificador, apologĆ©tico, y que no habrĆan tenido demasiados escrĆŗpulos para usar su fantasĆa si favorecĆa sus propósitos. Las escuelas teológicas liberales harĆ”n de este proceso de demolición de la historicidad de la Biblia uno de sus caballos de batalla.
JosĆ© Miguel GarcĆa PĆ©rez echa por tierra estas pretensiones. Y lo hace desde sus mismas premisas, asumiendo ese estudio crĆtico, filológico, del que algunos hacĆan bandera. Sostiene con fundamento que la redacción de los Evangelios es muy temprana (finales de la dĆ©cada de los aƱos 30) y muestra cómo el relato de la Pasión se basa en testigos presenciales, lo que se adivina por las construcciones semĆticas, principalmente en lengua aramea, que trasluce el extraƱo griego en que nos han llegado los cuatro relatos de la Pasión de Cristo (se descarta por completo la tesis de que estos relatos provengan del cristianismo helenĆstico).
El esquema de JosĆ© Miguel GarcĆa PĆ©rez Ā es siempre el mismo: se va deteniendo en los momentos determinantes de la Pasión para seƱalar los aspectos confusos o incluso contradictorios, en muchas ocasiones entre los tres evangelios sinópticos y el evangelio de San Juan. Son estas aparentes contradicciones o incoherencias las que han servido a algunos autores para negar la historicidad de los relatos, tal y como se seƱala en cada caso. Pero aquĆ toma valor aquel dicho que reza algo asĆ como que un poco de ciencia socava la fe, pero mucha ciencia la confirma. JosĆ© Miguel GarcĆa PĆ©rez no niega los problemas, sino que aplica a estos casos una interesante metodologĆa: intentar la traducción inversa, partiendo de la versión griega de la que disponemos, para llegar a una hipotĆ©tica versión aramea original⦠que resulta la clave para deshacer las supuestas contradicciones entre versiones y confirmar asĆ la veracidad e historicidad de los cuatro Evangelios.
Los ejemplos son numerosos, pero recogerĆ© un par para que se entienda mejor en quĆ© consiste esta interesante metodologĆa. En la escena del prendimiento, leemos que āJudas, tomando una tropa y guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allĆ con antorchas, lĆ”mparas y armasā. Esta frase ha sido considerada como inverosĆmil por algunos estudiosos, que deducen de la misma que todo el pasaje es ficticio, una invención para enfatizar el papel del traidor Judas. Sólo que, tal y como explica JosĆ© Miguel GarcĆa PĆ©rez, āel verbo griego (labĆ“n) parece provenir de una traducción del verbo arameo debar, āque ciertamente significa Ā«cogerĀ», pero tambiĆ©n posee el significado de Ā«guiarĀ»ā, que es el sentido que hay que darle: Judas guiaba a los guardias que iban a prender a Jesucristo, por lo que la teorĆa de la invención queda desacreditada.
Otro ejemplo: los sinópticos hablan de la sĆ”bana con que envolvieron a JesĆŗs en la sepultura, mientras que en Juan leemos Ā«lienzosĀ». Una contradicción que, ademĆ”s, echarĆa por tierra la verosimilitud de la SĆ”bana Santa. Una contradicción que queda aclarada teniendo en cuenta que el sustantivo griego othónion, lienzo, es sinónimo de sĆ”bana en arameo. Queda por explicar el plural que usa san Juan: JosĆ© Miguel GarcĆa PĆ©rez explica que en arameo no era un plural, sino un dual, y que en consecuencia no se deberĆa traducir ni por lienzos ni por sĆ”banas, sino por un lienzo o sĆ”bana doble.
La Ćŗltima cena, el prendimiento, el joven que huyó desnudo, el juicio ante el sanedrĆn, las negaciones de Pedro, el juicio ante Pilato, BarrabĆ”s, la crucifixión, el buen ladrón, el sepulcro, los guardias⦠son las escenas en las que nos vamos deteniendo. En cada una de ellas el autor nos llama la atención sobre algĆŗn detalle que, a pesar de haberlo leĆdo miles de veces, quizĆ”s no hayamos considerado atentamente. Y tras exponer los problemas, el estudio filológico para proponer una traducción que los solventa y nos confirma tanto la historicidad como la consistencia de los cuatro Evangelios. Un ejercicio erudito pero muy esclarecedor que nos ayuda a profundizar en el conocimiento de las Sagradas Escrituras. En ocasiones la solución es muy clara, otras veces estamos ante una hipótesis consistente en la que, por otro lado, no deberĆamos de dejar de lado apriorĆsticamente toda intervención sobrenatural (por ejemplo, en las palabras del buen ladrón, mĆ”s allĆ” de su verosimilitud o no, no podemos descartar una gracia especial).
Escribe GarcĆa PĆ©rez que āla racionabilidad de la fe se fundamenta sobre la realidad histórica, y por ello es decisivo mostrar la validez histórica del testimonio evangĆ©licoā. Esta obra supone una importante aportación en esta dirección, solventando numerosas objeciones y confirmando la fiabilidad de los relatos evangĆ©licos de la Pasión.
1 Comentario. Dejar nuevo
Ofrecer traducciones alternativas es una espada de dos filos: por un lado confirma la veracidad de los Evangelios, pero por otra, ya no puedes leer la Biblia normalmente, porque tropiezas con la Ā«malaĀ» traducción. desde ahora, cuando lea Ā«Judas, tomando una tropaĀ», inevitablemente pensarĆ©: estĆ” mal, deberĆa decir Ā«guiarĀ».