fbpx

¿Dueños de nuestros hijos?

COMPARTIR EN REDES

Tener hijos es el hecho más natural que existe desde que comenzó la historia de la humanidad. Ya en el Génesis Dios dice al hombre: “Creced y multiplicaos” (Gn 1, 28-29). Y así ha sido hasta el día de hoy.

Por cómo ha sido constituida nuestra sexualidad, gracias a la dimensión biológica y a los tiempos de fertilidad, la unión del hombre y de la mujer pueden conllevar el inicio de una nueva persona.

Es un hecho evidente e implícito en la naturaleza animal, y en el caso de los humanos, además, bendecida por Dios que nos hace conscientes y partícipes en la creación. La persona humana se convierte así en cocreadora.

La pregunta que podríamos hacernos es si un hijo ha de ser siempre deseado por sus padres. Preguntarnos también qué sucede si el hijo viene inesperada o inconscientemente. 

Actualmente nos encontramos inmersos en una cultura planificadora de los hijos. El hijo viene a formar parte de un proyecto controlador de sus padres, afectados profundamente por los frutos de la revolución sexual que prometía un mundo idílico sin tabúes ni restricciones de ningún tipo, y que, sin embargo, ha generado un efecto dominador sobre el ser humano, considerándose él mismo como una especie de dios.

Una de las consecuencias que esto ha tenido es que el hijo se ha convertido en el perdedor: si no viene “perfecto” se elimina, si ha sido “no deseado” se elimina.

Valor de la vida humana

Por poner un claro ejemplo, en un trabajo que realizó De Graf, se muestra cómo España es donde más han aumentado los abortos de nonatos con síndrome de Down.

Se calcula que en el período 2011-2015 el 83% de los embarazos con Down en ese país no llegó a término (Estimación del número de personas con síndrome de Down en Europa – PubMed). Estos datos deberían hacernos pensar sobre el valor que se le da a la vida humana.

Realmente, cada uno de nosotros, ¿somos fruto de una decisión intencional de nuestros padres?

Sabemos que venimos gracias a ellos, pero no únicamente por ellos. Tenemos rasgos mezclados de uno y otro. Pero también sabemos que no les pertenecemos.

Como buenos hijos, agradecemos su disposición, su tiempo, sus esfuerzos por ayudarnos a crecer y madurar. Pero no les debemos nuestra vida absolutamente a ellos, no les debemos cuentas.

Ellos no tenían la certeza, aunque en ese momento existiera fertilidad, de que íbamos a llegar. De hecho, tampoco sabían si íbamos a nacer sanos o no, con qué defectos y aptitudes, si seríamos capaces de estudiar para poder trabajar, o dispuestos a tener nuestra propia familia.

Había Alguien más en medio de todo este tejemaneje humano que estaba pensando en cada uno de nosotros, por encima que nuestros padres. Ese Alguien marcó desde el principio un deseo de eternidad en nuestra alma.

Y así elegimos el camino que andamos, que nos lleva hacia Dios (ojalá sí), no a nuestros padres. En todo caso podremos cuidarles si lo llegan a necesitar en sus últimos días de vida, para agradecerles de alguna forma la que nos dieron a nosotros.

En definitiva, podríamos decir que un hijo no es un derecho de nadie (en todo caso un hijo tiene derecho a nacer en el seno de amor).

Un hijo nunca debería considerarse como parte de un plan de nuestra planificada vida.

Un hijo

No es una cosa más a cumplir a toda prisa porque se va a parar el reloj biológico. No es un complemento. No es para presumir. No es para rellenar una casa. No es para completar. No es una obligación. No es un quita tiempos. No es un lastre. No es un desempate. No es la medicina para la soledad.

Podemos ser más o menos conscientes de la fertilidad, tener más o menos deseo de tener un hijo. Pero en el fondo, si lo pensamos, éste nunca debería ser programable.

Un hijo es alguien nuevo que viene, ojalá siempre a través del amor de dos, con el impreso único de eternidad. Un hijo es un don de Dios. Un regalo.

Una persona nueva totalmente inmerecida en tu vida. Alguien que, involuntariamente, reclama ser cuidado y protegido. Pero no es absolutamente nuestro. Lo único que hacemos los padres es engendrar un cuerpo, pero Dios es el que crea la vida para Él, pero nunca los dueños de ella.

Web: https://www.letyourselves.com/

Instagram Eva Corujo

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

1 Comentario. Dejar nuevo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.