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«Beach Catholic»: El milagro de la Eucaristía entre las olas y el sol del verano

Iglesia

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Cada domingo de verano en Long Island, algo extraordinario sucede entre el murmullo de las olas y el brillo cálido del atardecer: la celebración de la Eucaristía en la playa.

Lo que comenzó como una propuesta local, casi improvisada, se ha convertido en una poderosa expresión de la Nueva Evangelización y en una fuente de renovación espiritual para miles. La iniciativa, conocida como Beach Catholic, ha atraído a fieles de todas partes con una promesa simple pero profunda: encontrar a Jesús en la arena, en comunidad y en el corazón de la creación.

Con fe firme

Cada domingo, más de mil personas se congregan junto al mar, guiadas por la cruz procesional fabricada con madera del malogrado malecón destruido por el huracán Sandy en 2012. 

“El altar, el ambón, incluso la cruz, fueron creados por un carpintero de nuestra parroquia usando esas maderas,” comenta el padre Brian Barr, párroco y motor espiritual de la iniciativa. “Es una manera tangible de redimir aquello que fue perdido, y ponerlo al servicio del encuentro con Cristo.”

¿Reverencia en chanclas?

Aunque la idea de celebrar la misa en la playa pueda sonar informal o incluso inapropiada, el equipo de Beach Catholic ha puesto gran empeño en preservar la solemnidad del acto litúrgico. “La playa puede ser un lugar casual, pero la Eucaristía no lo es”, asegura el padre Barr. “Con un equipo comprometido y una comunidad consciente, hemos logrado mantener el respeto y la adoración que merece el Sacramento.”

Durante la misa, los asistentes se arrodillan en la arena mientras se eleva la hostia consagrada, y muchos aseguran que ese momento —rodeados por el cielo, el mar y el sonido del viento— es profundamente transformador.

El mar como púlpito

Beach Catholic es mucho más que una misa pintoresca: es una misión evangelizadora. “En estos once años, calculamos que más de 50.000 personas han participado en la misa de la playa”, cuenta Jordan Bernhardi, director de operaciones de la comunidad. “Muchos de ellos se acercaron por curiosidad o casualidad y terminaron volviendo a la fe.”

Es frecuente que ciclistas que cruzan el malecón o turistas que pasean sin rumbo se detengan al ver la misa. Algunos se quedan. Otros lloran. Muchos vuelven. “Aquí viene todo el mundo”, dice el padre Barr, recordando la célebre frase de James Joyce sobre la Iglesia: “Here comes everybody.”

Belleza que revela al Creador

Más allá de lo innovador de la propuesta, lo que realmente cautiva a los asistentes es la experiencia espiritual. Ryan Bonomi, un feligrés regular, lo expresa así:

Ver el sol ponerse sobre el mar mientras escuchas la Palabra de Dios te recuerda su amor infinito. Es como una catedral sin techo, donde todo apunta al cielo.”

Otros, como Bernadette White, encuentran en el entorno una ayuda para centrarse en la oración: “La vida es tan agitada… pero en la playa, el alma se aquieta. Estás presente. Escuchas. Recibes la gracia.”

Testimonio vivo de una Iglesia en salida

La misa en la playa de Long Island es una manifestación concreta del llamado del Papa Francisco a ser una Iglesia en salida. Como señala el padre Steven McClernon, vicario parroquial: “Jesús llamó a sus primeros discípulos en la orilla del mar. Y hasta el día de hoy, en esa misma orilla, sigue llamando a los suyos.”

Gerri Maquet, directora de educación religiosa, ha estado involucrada desde los inicios de esta propuesta. Para ella, el proyecto es un reflejo del amor de Dios manifestado en lo más sencillo y bello: “Recibir la Eucaristía rodeada de todo lo que Dios creó… eso llena el alma.”

Una comunidad que crece y se fortalece

Cada domingo, las cifras crecen. El pasado 6 de julio, más de 1.300 personas se reunieron para la misa vespertina. Pero más allá de los números, lo que impacta es la comunión de los corazones. “Ver las ‘olas de gente’ bajar desde el paseo hacia la arena es algo que emociona”, comparte Dan White. “Es una manifestación viva de la fe de nuestra comunidad.”

Próximamente, se añadirá Adoración al Santísimo como parte del calendario de verano.

Es una forma más de seguir cultivando la fe en este entorno tan especial, abierto al mundo pero centrado en Cristo.

Aquí viene todo el mundo

La misa en la playa de Long Island es una forma auténtica, hermosa y profundamente católica de vivir el Evangelio en comunidad, en misión, en el corazón del mundo. Como lo resume el padre Barr: “Es una tormenta perfecta de fe, comunidad y creación. Cuando se unen, es imposible no reconocer que Dios está presente.”

Beach Catholic es una comunidad tri-parroquial en Long Island compuesta por las parroquias de St. Ignatius Martyr, St. Mary of the Isle y Our Lady of the Miraculous Medal. Para más información y horarios de misa, visita BeachCatholic.com.

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