Este domingo 7 de septiembre, la Iglesia celebra con gozo la canonización de dos jóvenes que han marcado profundamente a las nuevas generaciones: Carlo Acutis y Giorgio Frassati.
Dos modelos de santidad contemporánea, cercanos, vibrantes, profundamente enamorados de Cristo.
En este contexto de fiesta y gratitud, adquiere importancia el testimonio de Camilla Marzetti, una joven romana de 22 años que, gracias a la intercesión de Carlo, no solo regresó a la fe, sino que fue sanada de un tumor uterino.
Camilla cuenta su historia en una entrevista concedida a la «nuova bussala quotidiana».
Un hecho extraordinario, no reconocido oficialmente como el milagro para la canonización, pero sí incorporado a los documentos del proceso canónico.
Camilla, estudiante de Letras en la Universidad Católica de Milán, es una joven de mirada luminosa y palabras serenas. Junto con Antonia Salzano, la madre de Carlo, ha sido una de las curadoras de la exposición “Carlo Acutis. Una sencillez extraordinaria”, presentada en el último Meeting de Rimini. Su testimonio no solo conmueve, sino que también ilumina el sentido profundo de la santidad: una amistad viva con Dios que transforma vidas.
Del alejamiento tranquilo al encuentro providencial
“Crecí en una familia de Acción Católica”, cuenta Camilla, “pero en la adolescencia el grupo parroquial se desintegró poco a poco. No fue una ruptura dolorosa con la fe, simplemente dejé de pensar en Dios como una presencia relevante para mi vida”.
Fue durante su segundo año de liceo cuando, casi sin esperarlo, volvió a encontrar a Cristo a través del testimonio de Carlo Acutis. En una actividad organizada por la pastoral juvenil, le hablaron de jóvenes santos. “Lo que me impactó de Carlo fue su forma de vivir con autenticidad cada momento y su capacidad de mirar a los demás con amor, con dulzura, siempre empujándonos hacia Dios”, recuerda.
Ese primer encuentro marcaría el inicio de una amistad espiritual que cambiaría su vida. “La devoción de Carlo por san Juan, el apóstol que se reclina en el corazón de Jesús, me ayudó a descubrir la centralidad de la Eucaristía. Su pasión por los milagros eucarísticos, especialmente el de Buenos Aires, donde la hostia se transformó en tejido del pericardio, me hablaba de un Dios que ama con el corazón”.
Un signo en el aula, un nombre en el hospital
A medida que profundizaba su relación con Carlo, comenzaron a llegar pequeños signos de su cercanía. En medio de dificultades escolares, pidió a Carlo que la acompañara. “Volví a clase, y en un banco que mi profesor movía había una gran inscripción: ‘Camilla + Carlo’. Fue como una caricia del cielo”. Poco después, mientras acompañaba a su padre en una intervención médica, una señora le contó sobre el nacimiento de su nieto… llamado Carlo. “Sentí que él estaba conmigo más fuertemente de lo que habría sido posible en la vida terrena”, afirma.
La gracia inesperada de la sanación
Pero fue en abril de 2022 cuando esa amistad alcanzó un nuevo nivel. Durante la Semana Santa, Camilla fue diagnosticada con una masa probablemente tumoral en el útero. “Esa noche, mis padres rezaron por mí con unas reliquias de Carlo que su madre me había regalado cuando cumplí 18 años”, relata. Al día siguiente, 13 de abril, se sometió a una tomografía. La masa había desaparecido sin dejar rastro.
“No pedí un milagro”, insiste. “Solo quería fuerzas para enfrentar lo que viniera. Ni siquiera mis padres pedían la curación, solo su compañía. Y sin embargo, recibimos el regalo del Padre: estaba curada, y todas las funciones que la masa amenazaba seguían en perfecto estado”.
Una amistad que continúa y guía
Desde entonces, la relación de Camilla con Carlo no ha hecho más que profundizarse. “Me guía en mi día a día, está presente en mis relaciones, en mi forma de ver la vida”. Recuerda cómo, tras un día difícil en la universidad, entró en la parroquia de Santa Maria Segreta, donde Carlo solía asistir a misa. “Apenas me senté a llorar, una televisión extranjera me pidió una entrevista sobre Carlo. Fue como si él me dijera: ‘recuerda para quién vale la pena vivir’”.
Hoy, a horas de su canonización, Carlo Acutis no solo es un modelo de santidad para los jóvenes, sino también un amigo fiel para quienes se abren a su intercesión. Camilla lo confirma con alegría serena:
Carlo me recondujo a la fe y, gracias a su intercesión, estoy curada. Pero sobre todo, me enseñó que la verdadera felicidad es hacer la voluntad de Dios”.
Como decía el propio Carlo, “la Eucaristía es mi autopista al cielo”. Y gracias a él, miles de jóvenes como Camilla han vuelto a encontrar el camino.










