¡Llega nuestra cita anual con el Cielo! Cada 1 de noviembre, la Iglesia celebra la Solemnidad de Todos los Santos, una de las fiestas más hermosas del año, en la que recordamos y damos gracias por todos aquellos hombres y mujeres que, antes que nosotros, recorrieron el camino de la fe y hoy gozan de la presencia de Dios. Es, sin duda, una oportunidad maravillosa para acercar a los niños al ejemplo luminoso de los santos y para enseñarles que la santidad no es algo lejano ni inalcanzable, sino la vocación más real y bella a la que todos estamos llamados.
Una cita con el Cielo
Esta fecha tiene algo muy especial. Es como si el Cielo se abriera un poco más y pudiéramos asomarnos a contemplar a esa “gran nube de testigos” (Hb 12,1) que intercede por nosotros.
Los santos no son figuras de museo ni personajes de leyenda: son nuestros amigos, nuestros compañeros de camino, los que nos animan a vivir con alegría y esperanza, incluso en medio de las dificultades.
Lo más admirable de ellos no es que fueran perfectos, sino que supieron vivir cada momento con alegría, con los pies en la tierra y la mirada en el Cielo. Aprendieron a dejarse transformar poco a poco por el amor de Dios, y su vida se convirtió en reflejo de ese amor. Esa es también nuestra meta: vivir con sencillez y fidelidad el Evangelio en lo cotidiano.
Holywins: celebrar la santidad por todo lo alto
Frente a otras celebraciones que llenan las calles estos días, cada vez más parroquias, colegios y familias se suman al movimiento “Holywins” (literalmente, “la santidad vence”). Se trata de una fiesta para celebrar la victoria del Cielo, para recordar que la alegría verdadera está en Dios y que los santos son los auténticos héroes de la historia.
Holywins es una noche diferente: una “noche en el Cielo”, donde no hace falta subir a las estrellas ni acampar en la montaña más alta, porque el Cielo comienza aquí, cuando alabamos a Dios y celebramos su amor. Es una fiesta con misa, adoración, confesiones y, cómo no, con mucha alegría. Una oportunidad preciosa para enseñar a los niños que la santidad se vive en cada segundo de nuestra vida.
Una fiesta para los niños… y para toda la familia
Una de las formas más bonitas de vivir esta jornada es organizar una fiesta de disfraces de santos. No se trata solo de ponerse un traje, sino de conocer la vida del santo que se representa, descubrir sus virtudes y pedir su intercesión. Con un poco de creatividad, se pueden hacer disfraces preciosos con cosas que ya tenemos en casa.
Por ejemplo, San Casimiro puede llevar una capa y una corona de cartón; San Maximiliano Kolbe, un sencillo pijama de rayas y unas gafas redondas; San José Moscati, con su bata blanca y un maletín de médico; o el querido Beato Carlo Acutis, con sus vaqueros y sudadera, acompañado de un portátil de cartón. También San Juan Diego, con su tilma y la imagen de la Virgen de Guadalupe, o San Roque, con un perro de peluche y un bastón de peregrino.
Las niñas pueden transformar un vestido de princesa en el atuendo de Santa Isabel de Hungría, Santa Clotilde o Santa Margarita de Escocia. Y para completar el toque celestial, nada como una aureola hecha con alambre o un plato dorado de cartón.
El gran equipo del Cielo
Gracias a Dios, tenemos un “gran equipo” de santos que interceden por nosotros desde el Cielo.
Conocerlos es descubrir que la santidad no es aburrida ni reservada para unos pocos: es una aventura apasionante que da sentido a todo lo que somos y hacemos.
Ojalá que esta fiesta de Todos los Santos —y la alegre celebración de Holywins— nos recuerde que la santidad está al alcance de cada uno, que comienza en los pequeños gestos de amor y fidelidad de cada día. Que al celebrar a los santos, despertemos en nuestro corazón el deseo de unirnos algún día a ellos en la plenitud del Cielo.
¡Que no pare la fiesta! ¡No queremos pasar solo una noche en el Cielo! La santidad nos llama hoy, aquí, en lo cotidiano. ¿A qué esperas para comenzar tu propia aventura hacia el Cielo?
